La apuesta sigue siendo por la guerra

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La apuesta sigue siendo por la guerra
Fecha de publicación: 
14 Noviembre 2025
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Al escribir estas líneas, el anuncio más reciente es el inicio de la operación “Lanza del Sur” contra el "narcotráfico", con consecuencias insospechadas para la paz en América Latina y el Caribe.

En un formidable conversatorio que tuvo como protagonista a Frei Betto, con motivo del 40 aniversario de la publicación de la primera edición del libro Fidel y la religión, el destacado intelectual brasileño recordó un dato escalofriante: la Unión Europea desembolsará de sus arcas 800 mil millones de euros para el rearme de los países miembros del bloque. Esta información estuvo precedida de otra: la FAO, para erradicar el hambre, necesita 500 mil millones de dólares, cifra que ha sido imposible reunir.

Las prioridades quedan claras: la filosofía capitalista que recorre el planeta pone la muerte por encima de la paz, expresó Betto.

Estas reflexiones me llevaron a profundizar en un conflicto reciente que se ha convertido en uno de los puntos de divergencia entre Estados Unidos y la Unión Europea: la paz en Ucrania. Mientras Trump no se cansa de cacarear que terminará el conflicto, Europa apuesta todo para que este no termine, al menos por el momento.

A pesar de los graves casos de corrupción que sacuden a colaboradores cercanos del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, la Unión Europea analiza cómo continuar financiando a Ucrania.

Según declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, las autoridades del bloque evalúan dos opciones: recopilar dinero a través de préstamos de los países miembros o utilizar los activos rusos congelados en instituciones financieras europeas. Esta última, según von der Leyen, es la opción más viable.

La cantidad de activos congelados no se conoce con exactitud: los datos varían y pocos países son transparentes al respecto. Se calcula que el monto asciende a unos 200.000 millones de euros. Sin embargo, Bélgica —el país del bloque que concentra la mayor parte de estos activos— ha mostrado sus reservas sobre esta alternativa.

Mientras se deciden si tomar o no los activos, han anunciado que, de las ganancias que estos generan, se han enviado 6 mil millones de euros a Ucrania, como parte de los 45 mil millones acordados para este fin dentro del G7. Según von der Leyen, este desembolso busca “dar un impulso a Ucrania”, es decir, atizar aún más un conflicto que evidentemente llena los bolsillos de unos pocos, en detrimento de la calidad de vida —o incluso a costa de esta— de miles de europeos.

Y esta no es una afirmación vacía: desde el inicio de este conflicto y el de Gaza, las ganancias de las empresas armamentísticas no han dejado de crecer. Solo en 2023, los beneficios de las 100 mayores empresas productoras de material bélico rondaron los 600.000 millones de dólares. Por supuesto, entre estas entidades hay varias europeas: Airbus (de carácter paneuropeo), la italiana Leonardo, la francesa Thales y la alemana Rheinmetall.

Estos beneficios, junto con los reportados por pequeñas empresas de la eurozona dedicadas a la industria bélica, justifican los 800 mil millones anunciados por Ursula von der Leyen. Siguiendo el ejemplo —o el mal ejemplo— de Estados Unidos, la Unión Europea apuesta por la industria armamentística para repuntar económicamente y continuar ganándose la confianza de Washington.

“Una Europa fuerte es una OTAN fuerte”, declaró la presidenta de la Comisión Europea hace unos meses en una reunión con el vicepresidente estadounidense.

La lógica capitalista vuelve a privilegiar la destrucción y la muerte. Puede asegurarse que el bloque europeo ha llegado a esta situación, en gran medida, por ese conflicto al que ahora destina todas sus fuerzas y reservas financieras. Renunciar a los portadores energéticos rusos para comprarlos en mercados estadounidenses a precios superiores —por citar solo un ejemplo— fue una de las primeras señales de que la economía europea entraría en una situación difícil, lo que se traduce en inflación y dificultades para su población.

Recurrir a una industria guerrista que ha demostrado ser rentable es recurrir a la muerte, en un mundo profundamente golpeado que necesita paz.

Al escribir estas líneas, el anuncio más reciente es el inicio de la operación “Lanza del Sur” contra el "narcotráfico", con consecuencias insospechadas para la paz en América Latina y el Caribe. Y uno se pregunta: ¿estamos destinados a vivir en guerra? Una de las respuestas a esta interrogante la ofreció Betto al expresar que unos pocos se creen con el derecho de tenerlo todo a costa del sufrimiento y la muerte de muchos.

Por eso es repudiable cada dólar o euro que se gasta en armas, porque el objetivo no es la defensa frente a la supuesta amenaza rusa, ni frente a las drogas, ni frente a palestinos armados con piedras. El verdadero objetivo es convertir sangre en dinero, sufrimiento en lujo y dolor en despilfarro.

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