¡Ay Juan, qué bueno está esto!
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¡Este Juan Padrón tiene cada cosa! Bueno, no es que sea noticia su sentido del humor ni su ingeniosidad a prueba de ¿cuántos años de Elpidio Valdés? Tampoco había por qué imaginarlo como un ingenuo y cándido creador de risas infantiles, menos después de vampiros y más vampiros en La Habana, pero de que no tiene “gandinga”, no la tiene, me lo han dejado claro sus erotips y tengo que decirlo así, en tan buen cubano como el discurso de su obra plástica expuesta por estos días en el Centro Hispanoamericano de Cultura.
De Eros, vampiros y Tapoks es la primera exposición personal de Juan Padrón, conocidísimo en el mundo del cine de animación, con muy bien ganados méritos en el séptimo arte y que ahora, a instancias de sus amigos y a mucha insistencia, según cuentan algunos, comparte con el público que ya lo admira otra versión de su creatividad, la de artista de la plástica, la cual aparece aderezada con los mismos ingredientes que le garantizaron el éxito al Padrón de mis muñequitos preferidos.
La muestra está buena y si me permiten otro cubaneo aseguro que es “pa gozar”, desde la propia palabrita, “erotips”, el neologismo creado por este Juan con todo (y más que todo, el talento) para nombrar los cortos eróticos donde hombres primitivos nos dejan “desternillados” de la risa con sus breves peripecias de alto tono sexual.
En estreno mundial pueden disfrutarse en constante reiteración un centenar de cortos y decenas de comics y dibujos sobre cartulina y madera conforman la colección en la cual los más “maduritos”, podrán reconocer ciertos personajes de la época de El Sable, suplemento humorístico que se editaba en los años dorados del periódico Juventud Rebelde.
El hombre sabe lo que hace, dibuja bien y con un estilo muy propio, sus criaturas son reconocibles entre millones porque llevan un sello muy particular, el color, justo a la medida de caricaturas que no pretenden ser bellas, al menos no en el sentido convencional de la belleza, pero sin chapucerías ni descuidos, y qué decir de los textos que acompañan las caricaturas: hilarantes, lúdicos, precisos.
La curaduría estuvo a cargo de Rafael Acosta de Arriba y permanecerá en exhibición hasta el próximo 12 de enero. En estos finales y principios de año, cuando la alegría es casi un deber insoslayable, le aconsejo que pase por allí para disfrutar del humor inteligente, pero no rebuscado, lleno de símbolos y sentidos, pero nada hermético de este Juan Padrón artista de la plástica que espero, por nuestro propio bien, que no nos deje con las ganas de volver a verlo.
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