¿Niñas al estilo Barbie?

¿Por qué? Sencillamente porque no va con estos tiempos vestir y calzar a las pequeñas con el atuendo que corresponde a su edad.

Actualmente, casi desde que nacen, les ponen ropa muy a la moda, propia de jovencitas, y para los festejos de cumpleaños tanto la homenajeada como sus amiguitas acuden con minifaldas o pitusas de mezclilla, pulóveres de escotes pronunciados y muy ajustados, calzado de taconcito o zapatillas deportivas.

Para acentuarles su estilo de muñeca Barbie las maquillan, no les falta el toque de rímel en las pestañas, ni las mejillas ruborizadas por el colorete o el brillo labial color rosa en sus pequeños labios. Es como si trataran de “matar” la inocencia infantil.

Porque cada edad en la vida de un ser humano tiene sus características. Y son varias las etapas en la vida de un ser humano. En mi opinión, una de las más hermosas es la infancia, cuando se disfruta de los juegos, los cuentos leídos por mamá o papá, las canciones cargadas de metáforas y no hay preocupaciones mayores.

Pero resulta que ahora hasta algunos cuentos tradicionales tienen su versión de mala factura y es usual escuchar en la propia voz de niños y niñas aquello que dice así: ““Caperucita, deja que yo te coja. ¡Ay lobo, si tú eres mala hoja!”.

Nada del Granito de canela, cantado por Liuba María Hevia, ni del Gatico Vinagrito, de la autoría de Teresita Fernández. ¡Qué va! Eso no tiene “onda” para la celebración del cumpleaños, donde muchos padres igualmente hacen alarde de “tirar la puerta por la ventana”.

La musicalización en esos festejos es a ritmo de reguetón, rap o rock, con letras de doble sentido y mensajes poco edificantes, los cuales promueven el vocabulario prosaico.

Con esos ritmos comienza el baile y los pequeños se contonean cual si fueran adultos. Las niñas hacen gala de movimientos pélvicos, mientras los varones tocan sus genitales, algo tan fuera de lugar para su edad, en tanto los padres ríen la gracia y se jactan al decirle al de al lado: “Mira con que sabrosura se mueve mi niña”.

¿Será que no razonan la importancia de formar en los pequeños un buen gusto estético, basado en mensajes que promuevan educación y cultura? No se dan cuenta de que con ese caldo de cultivo transmiten vulgaridad, chabacanería y posibles conductas inadecuadas cuando ya alcancen la adolescencia y la juventud.

Desde la infancia los padres deben fomentar en los hijos los mejores hábitos, conducirlos con amor y ternura hacia aquello que los enriquezca espiritualmente, dígase lecturas afines a su edad, juegos no solo electrónicos sino de participación, gusto por las canciones de buena factura, apego a lo que instruye y educa.

Igualmente, debe promoverse mediante la radio y la televisión programas infantiles, los cuales difundan música para niños y niñas. En este sentido, Cuba cuenta con muchos cantautores de excelencia, cuyos repertorios debían ser más conocidos.

En cuanto a la manera de vestir, los progenitores deben inculcar desde la infancia los conceptos básicos de lo que es aceptado socialmente como correcto y elegante y debe llevarse de acuerdo con cada ocasión.

No hay que incitarlos a que usen la minifalda del tamaño de un cinturón o la camiseta llena de manchas y huecos.    

Debemos enseñarles a combinar su ropa, a sacarle partido, a mezclar colores, a destacar sus puntos fuertes, dígase estatura, color de los ojos, peso corporal, asi como a disimular sus defectos.

También resulta importante hablarles del respeto. De que su desnudez, su exposición sexuada, los carteles en sus pulóveres pueden provocar opiniones negativas, pues su dignidad también depende de lo que oculten o muestren del cuerpo a los demás.