Geopolítica: Humo y narrativas de poder

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Geopolítica: Humo y narrativas de poder
Fecha de publicación: 
22 Septiembre 2025
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Charlie Kirk con una gorra MAGA en una conferencia conservadora en 2024. Foto: Reuters

La muerte de Charlie Kirk, un activista conservador cristiano estadounidense, a manos de un atentado público ha revuelto los debates en el seno de una sociedad profundamente polarizada desde lo cultural y lo político. En Norteamérica acontece una crisis de los valores del liberalismo clásico que son desmontados desde el poder para conveniencia de las élites. Las variables ya no son las libertades civiles y los derechos humanos, sino las políticas identitarias. La clasificación de las personas en categorías y por ende la fragmentación del tejido social han creado olas de violencia política que en cualquier momento desembocan en una guerra civil.
 
Charlie Kirk ofrecía charlas en las cuales se hablaba sobre el aborto, el género, las leyes de identidad, la emigración, la raza. Sus puntos de vista, impactados por la agenda conservadora, representan el pensamiento de una parte de las élites norteamericanas; pero la otra porción del poder, la que está vinculada al ala más liberal del Partido Demócrata, lo consideraba un adversario potente y una punta de lanza ideológica contra el globalismo woke/progre. Aquí la trampa está en hacernos creer que la verdadera lucha de clases se da en estos términos cuando todo ello encubre la real diferenciación social que atraviesa a los Estados Unidos y que se basa en la posesión de los medios privados de producción, el empleo precario para los desposeídos y la falta de oportunidades para amplios sectores. La batalla cultural al estilo Kirk era una manera de desviar la atención de los temas que deberían hacer una agenda de lucha del pueblo contra las élites. Debates como el aborto, que poseen una dimensión ciertamente ética, sustituyen las cuestiones fuertes y determinantes como los salarios, los sindicatos, el acceso a derechos y ayudas, a seguros sociales y médicos. 

En los Estados Unidos del liberalismo se está destruyendo el Estado de derecho burgués tal y como se le conoció en el periodo de auge del capital. Las razones son obvias aunque no estén en la agenda mediática. La erosión industrial del país y la pérdida de relevancia a nivel internacional les transmiten inseguridad a las élites y la reacción es la fuerza. Eso está determinando la creación de enemigos internos a los cuales se les carga la responsabilidad de la crisis. A un nivel de propaganda, el poder fáctico utiliza los temas divisorios para ganar tiempo y espacio mientras manipula las conciencias, juega con las emociones, hace que las personas sigan pautas que están de antemano teledirigidas por los laboratorios políticos. De ahí que exista un Kirk que haya sido usado por las élites de forma eficiente, a cuenta incluso de su propia vida. Las élites, a fin de cuentas, necesitan mártires para su narrativa de poder. 

Como todo se está dando a nivel de propaganda y de creación de significados artificiales, se verá que la Casa Blanca y la porción ultraconservadora de los decisores políticos usarán lo más posible el suceso de la muerte de Kirk, aún a costa de debates de tipo mayor como lo que se conoce como la Lista de Epstein. Una noticia tapa a la otra y el resultado beneficia a quienes quieren manejar la conversación nacional a su favor. Si todo se trata de narrativas para acceder y conservar el poder entonces no es importante la verdad, incluso la verdad estará al servicio de la mentira conveniente. Hoy se habla de narrativas y no de matrices, de lucha por el relato y no por la verdad. La batalla cultural va de eso, de encubrir los verdaderos dramas a partir de la lucha política cosmética electoral y de la polarización. Las masas de votantes tanto de la derecha conservadora como de la izquierda woke están llenas de personas que no poseen privilegios, pero que están imposibilitadas de despertar del adormecimiento de las narrativas de los bandos en contienda. 

Cuando se llegue a las elecciones intermedias se estará decidiendo el futuro de millones y el proyecto de país y de imperio que las élites desean. ¿Un imperio woke anglosajón con visos multiculturales o uno conservador cristiano con una política exterior agresiva y expansionista? La crisis de los Estados Unidos es la misma que la de Occidente en la encrucijada de su decadencia en un mundo que es multipolar y en el cual las fuerzas adversarias intentan reacomodar el orden de cosas. El uso de la fuerza como herramienta no es más efectivo luego de los fracasos de Afganistán e Irak, en los cuales Estados Unidos se vio envuelto en el polvo de la humillación. El orgullo herido del imperio no perdona que Rusia y China estén creando una alianza internacional que pretende derribar el dólar y crear un nuevo orden financiero. Ello sería el final de la Pax Americana de 1991. Pareciera que la URSS ha revivido en los últimos sucesos de Alaska, cuando vimos a un Lavrov llegar con la camiseta que decía CCCCP. Entonces, el capítulo de lucha internacional entre los poderes dialécticos del capital y los pueblos no se ha cerrado, sino que asume otras expresiones. 

La crisis de las élites no tiene por qué ser la de los pueblos, pero un elemento va unido al otro de forma intrínseca. Para que se dé un cambio en el orden internacional tiene que haber un despertar de las personas y una movilización de las causas sociales. Eso ya se ha venido dando, pero de forma hipostasiada, ya que las agendas culturales han dividido el sujeto político y lo han llevado a actuar de manera conformista y reaccionaria. Precisamente la batalla cultural es el mecanismo en el cual se moviliza a las personas y se les impide de esa manera asumir los verdaderos ropajes de la lucha. Para eso sirvió Kirk en una gran medida y por ende es un héroe de los conservadores antiwoke que no obstante siguen siendo representantes de la plutocracia occidental explotadora. Y es que ninguna de las dos agendas es libertaria, sino que encarnan la crisis del modelo y su mecanismo de autoconservación de cara a la visión restauradora del imperio. Lo woke con su énfasis en lo cultural y el robo ideológico de las causas sociales para redirigirlas hacia derroteros cómodos al poder. Lo conservador con el discurso del anticomunismo que es una ingeniería social que ha demostrado eficiencia. 

Lo que sucede en lo interno es un reflejo de la caída en lo externo del poder norteamericano, de los papelazos en el Medio Oriente, de los movimientos ridículos en el tablero que evidencian una dirección errática y poco inteligente de la geopolítica y de la decadencia moral y fáctica del imperio. Si Rusia y China presionan desde afuera entonces eso se deriva en el nerviosismo de las élites, en los movimientos internos en los cuales se coartan libertades, se expulsan emigrantes, se crean narrativas de poder de tipo excluyente en las cuales reaparece el fascismo. El miedo de las élites se transforma en violencia y la violencia puede actuar de forma desmedida contra cualquiera, ya que es un arma de control, un instrumento de poder. No es extraño que haya aparecido en las noticias, quizás con un matiz de menor cuantía, que el presunto asesino de Kirk es un joven de una familia conservadora que votó a Trump y no alguien de la izquierda liberal. Y es que el odio como emoción se desborda de los bandos políticos, crea confusión y agresiones y se torna en patrimonio de la política. 

Estamos en una era en la cual se le rinde culto al poder, se le venera como lo único importante. El éxito justifica la falta de moral y el dinero es la razón de vida y de entidad de las agendas. Han dejado de importar las causas, la coherencia, la justicia, al menos en los centros creadores de ideología global. Los medios que están al servicio del poder fáctico no reproducen información, sino que se sirven de los algoritmos para establecer matrices que en realidad son relatos. En medio del desbarajuste que se vive un asesinato a un líder conservador ha sido capitalizado por las agendas y los bandos para hacer de eso un punto de giro dramático en la lucha por el posicionamiento del poder. No ha habido, en el abordaje mediático, mucha racionalidad, ni se han bajado los periodistas de las narrativas correspondientes. El poder paga por las narrativas, no porque se halle la realidad detrás de los titulares. 

La muerte de Charlie Kirk marca un punto de inflexión en la política norteamericana. Ya en las elecciones el atentado al Trump fue una especie de epifanía conservadora para buena parte de los seguidores de esa tendencia. Sin dudas se hará un banquete mediático con este tema. Ya se está diciendo en los corrillos del poder de retirar pasaportes y ciudadanías a quienes no comulguen con la visión oficial de este hecho. Es parte del desmonte del Estado liberal de derecho en el cual ahora lo importante para la élite es que te mantengas dentro del pensamiento oficial, aunque eso signifique que las libertades civiles serán recortadas. 

¿Era una ficción el Proyecto 2025 de los conservadores? Cuando se está hablando además de retirar licencias a medios que cuestionen al presidente, no pareciera que el futuro distópico que se debatió como parte de las campañas electorales sea del todo una locura o un elemento usado a exprofeso por los demócratas. Pareciera que antes de que termine este año habrá una mayor radicalización en esta agenda desde el poder y que se requieren de falsos positivos que lo justifiquen. Todo puede pasar. La lucha entre liberales woke y los conservadores está desgajando a los Estados Unidos, el costo de producción de las mercancías nacionales ahoga la competitividad de la nación, los desempleados suben y los precios están montados en una montaña de inflación. Las promesas de Trump en su campaña ya son agua pasada y las elecciones intermedias se avizoran como una batalla de mentiras y violencia. 

Los aranceles han sido un bumerán, pero el presidente no va a reconocer el fracaso de su agenda. Más bien se esperan otras tantas cortinas de humo para tapar lo que está saliendo mal, muy mal. Y aunque los medios occidentales lo nieguen, el juego en Ucrania está cerrado a favor de Rusia y en Asia se está gestando un cinturón de fuerza mucho más potente entre China y sus naciones aliadas. El más reciente desfile en Beijing evidencia que los del imperio del dragón no están desprovistos de lo mejor en cuanto a fuerza y que pueden usarlo llegado el momento. Por lo cual las bravuconadas de Trump hacia sus adversarios se están hundiendo en una oscura y profunda nada, que no conduce el país hacia ninguna parte. Las amenazas en el hemisferio, aunque son gastos enormes en el presupuesto de defensa, tienen que leerse en esa misma cuerda: Trump quiere dar una imagen de fuerza, porque está débil. 

Charlie Kirk es solo un capítulo más en la carrera hacia la narrativa de poder, no se puede perder de vista el enfoque real. El humo puede ser quizás llamativo, pero carece de peso y sobre todo no puede determinar la toma de conciencia. 

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