Fotos y recuerdos
especiales

Las fotos capturan momentos únicos que nos llevan al pasado, a momentos felices y a las personas importantes de nuestras vidas.
Fotografía personal de la autora.
Hace un tiempo nos hacíamos fotos solo en ocasiones muy especiales. En la época de mis abuelitos era casi un privilegio poder hacerlo, y fueron muy escasas las oportunidades que tuvieron por ser muy pobres, campesinos. De su juventud no existe casi memoria. Quizás la fotografía de la comunión, alguna del grupo familiar por acontecimiento más que trascendental.
Ya de la niñez de mis padres hay dos o tres. De mala calidad, borrosas y amarillas por los años, pero ahí están. Unas de los quince, otras del periodo del Ejército, de la boda. Mientras que en mi tiempo era religioso cumplir años y dejar testimonio. Iba un fotógrafo a la casa, se montaba una mesa con el cake y demás, y allí posábamos. Todos tenemos fotografías de esas, como en serie.
Hasta que un día pudimos comprar una cámara automática y solo se necesitaba tener baterías y un rollo. Parece tan lejano ya. Es tan distinto ahora. En ese momento, años 90, intentábamos perpetuar todo instante que nos resultaba significativo, cada cumpleaños, fin de año, graduación, casa en la playa o excursión. Y era divertido o frustrante ver el resultado del revelado porque hacíamos las fotos prácticamente a ciegas.
Una década después llegaron las cámaras digitales que, con una tarjeta SD, podía hacer ilimitada cantidad de fotos porque solo bastaba descargarla a la computadora, y listo. Aquello fue una locura. Hacíamos fotos todo el tiempo. En ráfaga, en detalle. El problema era, entonces, escoger cuáles imprimir.
En poco tiempo pasamos de tener pocas a tener muchos álbumes. No faltaba quien se molestaba porque se sentía nada fotogénico, otros consideraban innecesario el constante “foteo” que suprimía naturalidad y se entrometía en el curso de los acontecimientos.
Imagen personal de la autora
Sin embargo, las fotos son necesarias para la remembranza, nos ayudan a recordar, nos devuelve a tiempos pasados felices o no, permite que no mueran en nuestras mentes las imágenes de nuestros seres queridos ya ausentes porque no solo les vemos sus caras, sino el contexto y recordamos anécdotas. Las fotos son ejercicios de nostalgia, y casi siempre es tan lindo recordar.
Con los años es imposible guardar cada detalle de nuestro alrededor. Se nos diluye información aunque no queramos. Por eso la foto es un recurso importante para esa memoria histórica de nuestro paso por este mundo. Y como lo sabemos, fotografiamos lo que nos parece singular, lo que queremos perpetuar.
Parecerá que tomamos muchas fotos, demasiado dirán algunos, pero siento que nunca es suficiente, que faltaron más de aquel momento feliz con esas personas importantes en nuestras vidas. Sí, nos fotografiamos más gracias a los teléfonos inteligentes que tenemos. No obstante, a pesar de tener la galería inundada de selfies, paisajes, comidas, mascotas, plantas, familia, amigos, asuntos ordinarios, de todo, no las imprimimos y son más vulnerables a perderse por la fragilidad de la tecnología.
Es así como se nos afecta la retentiva. No encontramos refuerzo en las fotos, como antes. En mi caso tengo un vacío de dos décadas por un disco duro roto donde fueron sepultados tantos momentos de mi vida familiar y social. Sé que pronto nada recordaré de esos años, solo un vestigio muy vago, muy general.
El ejercicio de retroceder en el tiempo es cada vez más complejo por la fragilidad tecnológica. Imprimamos más fotos aunque sea difícil. Es fundamental para la memoria personal y colectiva porque captura momentos irrepetibles, refuerza nuestro registro emocional, nos conecta con otras generaciones y ayuda a conocer nuestra propia historia familiar, entender las raíces y consolidar la identidad.
Comentarios
Richard Bonnavue
yaima
Añadir nuevo comentario