Barrida estadounidense: ¿2013 es igual a 1995?
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Durham, Carolina del Norte.- Ni siquiera una reacción ofensiva cubana -muy positiva por demás- en el octavo inning evitó el quinto triunfo estadounidense sobre nuestra selección 5-3, el cual puso fin al tope amistoso entre ambas naciones, concluido este martes en esta ciudad con varias lecciones aprendidas para directivos, entrenadores y los propios jugadores.
Por segunda vez en esta serie Vladimir García recibió la confianza par abrir, pero rápidamente la dirección del conjunto decidió sustituirlo, tras haber sido bateado con libertad en el capítulo inicial, donde increíblemente tuvo que realizar él las labores de asistencia en el home plate para evitar una extensión en el marcador.
A continuación, el cienfueguero Noelvis Entenza se hizo cargo del box y se enfrascó en un duelo contra el zurdo Carlos Rodón, un zurdo bien conocido y quien otra vez lanzó una formidable pelota de 6,2 entradas con apenas dos indiscutibles permitidos. “Sabíamos lo que significaba esta actuación, pues desde 1995 un equipo americano no barría a Cuba”, comentó en exclusiva a la prensa cubana.
Las carreras que definieron el encuentro para los anfitriones volvieron a estar matizadas por la pobre defensa detrás del home de nuestros receptores –en este caso a Lorenzo Quintana le robaron cuatro bases-,así como por mejores conexiones ofensivas de los norteños, que anotaron una en el quinto y otra en el sexto, en tanto fabricaron dos más en el séptimo que significaron, a la postre, las decisivas para la victoria total.
Cuba tuvo en el octavo inning su mejor desempeño de los cinco choques, cuando Edilse Silva y Yulieski Gourriel abrieron con imparables en su condición de emergentes, para dejar la escena lista al único jonrón del tope, a la cuenta del matancero Lázaro Herrera. “Salí a dar un batazo a los jardines, pero salió ese cuadrangular, el primero en lo personal con un equipo nacional y que nunca olvidaré, pues es cierto que no he estado bien a la defensa”, dijo.
Sin embargo, el mánager local no dio margen a nuevas libertades en el noveno, al cerrar con Ryan Burr, un apagafuegos que tiene 97 millas en su recta y contra el cual no han pudieron ligar los nuestros en sus tres apariciones de estos encuentros.
Concluyó así una serie que mucha similitud tuvo a la vivida en 1995, cuando fuimos barridos en territorio de Millington. Aquella vez la preocupación se apoderó de los directivos y del pueblo pues en 1996 íbamos a defender la corona olímpica en Atlanta. El final de la historia fue bien conocido: ganamos el segundo oro en la cita de los cinco aros con no pocos ajustes en la selección.
“Ha sido un tope interesante y hemos podido probar a muchos jugadores en el inicio del ciclo hacia el Clásico Mundial del 2017. No es alarmante que el talento de ese equipo norteamericano podía vencernos como lo hizo, lo que debe preocuparnos es cómo vamos a seguir trabajando todos en función de revertir este resultado lo más pronto posible”, comentó a la prensa cubana el mentor Víctor Mesa.
En otro momento del diálogo reiteró que la receptoría costó no pocas carreras y no compartió criterios de cansancio entre los integrantes del equipo cubano. “Hay que hablar de la calidad del contrario primero, de las insuficiencias técnico-tácticas que tuvimos para impulsar hombres en posición anotadora y de que ese tipo de encuentro no es para estimular a jugadores que tuvieron una buena serie nacional”, reflexionó sin que por ello, acotó, no tengamos responsabilidades en algunas de las decisiones tomadas.
Lo cierto es que finalizó un recorrido por tres estados norteños donde Cuba salió por la puerta estrecha. El 2013 debe servir, como aquel 1995, para dar el salto a fondo que necesita el béisbol cubano en todas sus estructuras. El tope ha sido otra anotación en la larga lista de insatisfacciones, al margen de su carácter preparatorio y de amistad.
¿Lo habrán entendido así, de una vez y por todas, todos los decisores del béisbol cubano?
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