Un 2024 de tensiones por la energía
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Imagen tomada de https://www.elextremosur.com/
No hay que ser muy avispado para concluir que este año está marcado por la constante ambición de dominar los combustibles, por poseerlos a toda costa, al precio que sea, las vidas que cuesten. Solo hay que ser un poco observador para encontrar este propósito económico en todo conflicto, en la mayoría de las guerras, incluso detrás de algunas tímidas negociaciones.
La economía es política. Porque quien disponga, explote y administre las energías, tendrá el poder. Y por eso el mapa geopolítico está determinado por importantes focos de tensión provocada por posturas extremistas, todas violentas. A esto se le suman transformaciones hacia lo interno de la esfera en algunos destinos, implementadas para fortalecerse o conseguir abastecimiento.
De ese modo, todos los frentes sufren las consecuencias del descalabro del petróleo, el gas, el carbón, tantos y sus derivados, y las poblaciones no viven ajenas a ello. Unas lo padecen mediante pugnas en sus propios territorios que les obligan a emigrar, resistir o morir, otros sienten sus efectos a distancia porque la escasez resultante les alcanza.
No siempre las crisis tienen su génesis muy clara, y pareciera ser aupada por el disgusto de los líderes que actúan por capricho casi infantil, pero no hay espacio para la ingenuidad, en el fondo en el fondo muchos sucesos tiene su base en histórico deseo de expansión de los mandamás sobre enclaves “bendecidos” por la naturaleza, pero que a veces son desprovistos de quórum o fortaleza para espantar a quien bien no le quiere y desea exprimirlos hasta dejar cada pozo tan seco como el polvo.
La carrera por los combustibles tiene a medio mundo loco. Es una industria todavía imprescindible para el funcionamiento de la humanidad, por mucho que sepamos que son recursos no renovables próximos al agotamiento. Precisamente saber esto es lo que apresura a la jauría sedienta a querer llenar sus arcas, cuando lo más razonable pudiera ser buscar alternativas y masificarlas, pues el verdadero problema llegará luego, cuando los yacimientos se encuentren vacíos.
Mientras tanto, solo piensan en el hoy y manipulan un mercado cada vez más vulnerable y dependiente, estimulan el incremento de precios, imponen dinámicas; y lo mismo sucede con otros objetivos como los minerales, con cada uno de gran impacto que genere ingresos para unos, sumisión y pobreza para otros.
Una vez más Estados Unidos siempre se encuentra en el centro del evento, o presuntamente fuera, pero maquinando bajito para tensar más las cuerdas. ¿Por qué? No es casualidad, no son hechos aislados. La primera potencia del mundo no pierde tiempo en asuntos tontos, no ofrece ayuda desinteresada. ¡Claro que no!
Pienso en su interés por cada región rica en recursos esté en el sitio del planeta más distante, no importa. Es sospechosa su participación en forma de “apoyo” en cada conflicto como los relacionados con Ucrania, Venezuela, todos los de Asia, África y Oriente Medio; en especifico sus sanciones a Rusia y el constante pugilato con China; su presencia en Siria y otros muchos puntos de América y Europa. O sea, en todo el mundo. Nada de esto es aleatorio.
Demuestra una obsesión de larga data por el poder y la dominación. Se evidencia en la manera que tiene de ejercer control desde bases militares impuestas, muchas con total falta de transparencia; también a través de irrebatible intromisión en gestiones en teoría ajenas; así como con medidas ilegales y unilaterales, bloqueos para controlar tanto las fuentes de recursos naturales como las rutas comerciales, y cuanto asunto se le antoje vital.
Indudablemente la codicia por el crudo y otros frentes obnubila a unos cuantos que se empeñan en perturbar el normal curso de las economías locales y globales, en un contexto de competencia feroz que alarma.
Así fue el año 2024, con acontecimientos que se han sentido hasta en la Conchinchina en claros intentos por sembrar inestabilidad y girar el timón del mundo hacia un sentido determinado que no ofrece garantías ni oportunidades para todos, sino un entorno de asfixia, incertidumbre y tensión que solo favorece a los de siempre.
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