Contra las drogas se gana

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Contra las drogas se gana
Fecha de publicación: 
3 Diciembre 2024
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Cuba lo ha demostrado a lo largo de 66 años. Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz convirtió en una prioridad la batalla contra las drogas desde la Sierra Maestra, cuando el 7 de octubre de 1958 estableció la Disposición No. 6 de la Administración Civil del territorio libre, para la eliminación total de las drogas, que en aquellos momentos hacían «imposible un verdadero desarrollo físico, mental y económico del pueblo cubano».

Al triunfo de la Revolución, con la creación de la Policía Nacional Revolucionaria, el 5 de enero, comenzaban las primeras operaciones para –en corto tiempo– derrotar el «imperio de La Habana», emporio de vicios y males generados por mafias estadounidenses, europeas, capos locales, senadores de la República, militares del régimen batistiano y familiares directos de Fulgencio Batista, que por décadas alimentarían el narcotráfico con el dominio de puertos, aeropuertos, líneas aéreas, hoteles, cabarets, casinos, fincas, prostíbulos y fumaderos.

La justicia revolucionaria enfrentó a connotados capos extranjeros y cubanos, otros huyeron con Batista y luego se instalaron en Miami, donde al servicio de la cia y otras vertientes de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, fueron reclutados para la guerra contra Cuba, y como matones de presidentes y dirigentes por el mundo.

Con la experiencia de los intensos años iniciales de la Revolución, cuando se derrotó a la droga mientras se combatía a bandas e invasiones mercenarias, se afrontaron las sucesivas décadas de incremento del fenómeno global y sus impactos en la región y el país.

La historia de la Revolución Cubana demuestra el compromiso de nuestras autoridades de luchar a sangre y fuego contra ese grave fenómeno, y la voluntad política de Tolerancia Cero, a partir de la implementación de una estrategia multifactorial, eminentemente preventiva, con el concurso de todos y sin dar tregua a las disímiles manifestaciones, amenazas y peligros que proliferan en el mundo, y a los que nuestro país no escapa, ubicado en el epicentro de las rutas internacionales que tienen al vecino Estados Unidos como centro global de la producción, tráfico y consumo de esas sustancias, que se han multiplicado, diversificado e invisibilizado para los más sofisticados sistemas de detección.

Asimismo, Centroamérica y el Caribe siguen utilizándose como zona de tránsito a gran escala de drogas ilícitas, mientras el narcotráfico tiene lazos cada vez más fuertes con el tráfico de armas de fuego y de personas, lo que agrava las consecuencias de negocios del crimen organizado internacional, los cuales generan anualmente centenares de miles de millones de dólares en ganancias a las mafias, en detrimento de la vida humana y la estabilidad social de los países.

En medio del más férreo bloqueo, del impacto del periodo especial, de las incrementadas medidas de asfixia económica de sucesivas administraciones estadounidenses que apuestan por el estrangulamiento del país, Cuba no ha dejado de enfrentar el tráfico ilícito de drogas ni de prevenir el uso indebido de esas sustancias, pese a los daños multimillonarios que Washington insiste en asestar a pilares fundamentales en esa batalla, como la educación, la salud, la cultura, el trabajo, el deporte, la seguridad y el orden, el desarrollo, la vida normal y civilizada.

Pese a carencias y dificultades, el país ha fortalecido sus sistemas de enfrentamiento por las fronteras marítimas y aéreas, en la profundidad, en las ciudades y en zonas rurales y montañosas, para contener las principales amenazas que provienen del exterior, mediante recalos, operaciones de narcotráfico con empleo de lanchas rápidas, doble operación de tráfico de drogas y personas, así como el tráfico interno a partir de sustancias escamoteadas a los alijos que llegan a las costas, introducidas en paquetería de pasajeros o mercancías por los aeropuertos, o resultado de sembradíos de marihuana en lugares intrincados.

Una batalla incesante, intensificada con un plan de reforzamiento de las acciones operativas y de instrucción para llegar a todas partes con mayor efectividad y sus resultados preliminares reafirman que, con la acción concertada de todos, sí se puede, y las estadísticas del enfrentamiento así lo confirman: más de 3 000 personas imputadas por tráfico y tenencia de drogas, y la incautación de más de 620 kg de diferentes sustancias.

A tono con las tendencias internacionales y el impacto de la internet y las redes sociales, cada vez más consumidas por el sector infanto-juvenil y su impacto en las adicciones a edades tempranas, se ofrece una atención especial a los casos en los niveles de enseñanza de secundaria básica,  técnica, profesional y preuniversitaria, con enfoque preventivo-profiláctico y con énfasis en el papel inmunizador y educativo con valores y cultura de la familia, la escuela, los maestros, las organizaciones estudiantiles y juveniles, los medios fundamentales de comunicación, las instituciones deportivas, culturales, los trabajadores sociales, los médicos de la familia y otras entidades de Salud que impactan en la comunidad y en la atención primaria.

Todos somos responsables y actores principales en esta batalla. Como padres, tutores, familiares, vecinos, directivos, profesionales, especialistas, combatientes u oficiales tenemos un lugar, y toda la labor preventiva y profiláctica debe dirigirse a desarrollar una cultura de rechazo a las drogas, y elevar la percepción de riesgo.

Prevenir y enfrentar, educar y alertar, descubrir y sanar son deberes ineludibles ante los desafíos de este flagelo, y para ello es necesario actuar unidos, desde todas las esferas de la vida, con un enfoque multifactorial, integral y optimista, con apego a la legalidad, a la experiencia acumulada y la historia de 66 años derrotando imposibles.

La estrategia integral antidrogas de la Revolución Cubana ha demostrado, en los momentos más difíciles, que contra las drogas se gana, y la intensificación actual de los esfuerzos conjuntos de toda la sociedad, del perfeccionamiento de los mecanismos para el mejor aprovechamiento de las estructuras y fuerzas implicadas en la prevención y el enfrentamiento, consolidarán el triunfo sobre ese flagelo, por el bien de las nuevas generaciones y de la sociedad.

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