Homenaje al Teo: Los grandes no se van
especiales
El corazón que jamás le flaqueó sobre los encerados se detuvo hace ya un año, pero él ha seguido entre nosotros, regalándonos su habitual sonrisa de niño grande y saludando a todos con el desenfado que tanto agradecíamos.
Un año durante el cual guió las acciones de sus sucesores en los Juegos Olímpicos de Londres, inspiró a los miles de niños que sueñan con imitar sus triunfos y mantuvo su firmeza inquebrantable junto al pueblo que le tiene como hijo mimado.
Todavía resuena la voz de aquella anciana que gritó «Gracias, campeón», desafiando el sol que se empeñó en acompañarle hasta su última morada, y es fácil escuchar su nombre en boca de cualquier cubano.
No solo porque nos enorgullecemos de saberle el más grande púgil amateur de todos los tiempos. También por la sencillez que le proyectó aún más y esa fidelidad enraizada que le convirtió en ícono del deporte que defendemos.
Es cierto que sus hazañas contra Duane Bobick, Marvin Stinson, Mircea Simon, Tony Tubbs y muchos otros le encumbraron en la élite atlética, pero su trascendencia fue más allá al rechazar ofertas millonarias para volver junto a los suyos.
Hace hoy un año que falleció el triple campeón olímpico y mundial Teófilo Stevenson, y quienes le sabemos presente otra vez le extendemos la mano para estrechar la derecha que tantas veces nos hizo aplaudirle.
Tal sentimiento ha animado las muchas acciones concretadas a lo largo y ancho del archipiélago, y volverá a patentizarse este martes en peregrinación convocada para el cementerio de Colón (10.00. a. m.), tras la cual será inaugurada una muestra fotográfica en el lobby del coliseo de la Ciudad Deportiva (12:00).
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