Voluntarios: imprescindibles en los Juegos Paralímpicos de París 2024

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Voluntarios: imprescindibles en los Juegos Paralímpicos de París 2024
Fecha de publicación: 
24 Agosto 2024
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Foto: Calixto N. Llanes

No es difícil orientarse en una de las instalaciones deportivas que en París acogerán en pocos días los Juegos Paralímpicos, porque son muchas las personas que de forma anónima y espontánea lo hacen posible.

Un amplio equipo de voluntarios trabaja en función de atender cada detalle: así sucede en el Centro Principal de Prensa (MPC, por sus siglas en inglés), donde confluyen periodistas y fotorreporteros de diversos países.

Aquí, quienes organizan derrumban las barreras idiomáticas convirtiendo el relato de la Torre de Babel en un disparate bíblico, y orientan sobre los complejos entramados estructurales.

Aunque es cierto que no sucede igual con algunos detalles como la transportación o los permisos de acceso a sitios de interés de la cita, que se complejizan a veces inexplicablemente, como tomar los buses comunes hacia un lugar para luego regresar a otro en dirección opuesta.

Pero ello no empaña el esfuerzo de quienes atienden a los implicados. Más bien hay historias que merecen reconocimiento, como la de Silvia Jover, una española que ha llegado a esta urbe para colaborar gratuitamente por la importancia social y de confraternización que encierra el deporte y este evento multinacional en sí mismo.

Contrario a lo que pudiera pensarse, no es “entendida” en deportes, más bien atribuye a este una función de hermanar personas que no le es ajena.

Sin embargo, nos habla con admiración de Mijaín López y Omara Durand, lo que hace a cualquier cubano sentir orgullo.

Y no desde el chovinismo absurdo, porque de ninguna manera responde esa sensación a la exaltación desmesurada de lo nacional, sino a la tranquilidad de tenerlos como embajadores de cubanía.

Se interesa por saber cómo una Isla de la que algunos no conocen más que sus atractivos turísticos es capaz de conseguir medallistas en el máximo nivel del concierto internacional en varias disciplinas, y así conocen que la Revolución convirtió la práctica del ejercicio físico y el deporte en derecho de todos.

Lo mismo sucede con Jimena Ochoa, una voluntaria mexicana radicada hace 11 años en París, que también se alegra con cierta nostalgia del éxito de cualquiera que venga de su continente y busca reconocerlos para servirles de orientadora y hasta de traductora.

Romane Leroy, una francesa de 21 años, profesora de español, hace dudar de su nacionalidad, porque se acerca también a cualquiera que hable el idioma de Cervantes para entablar una conversación, y así se prepara porque próximamente partirá a Colombia para impartir clases de francés.

Se disculpa por la impuntualidad de algún ómnibus, ayuda a rellenar cualquiera de los innumerables formularios para los permisos de acceso a las distintas instalaciones y ofrece información con la mayor cantidad de datos posibles.

No está contenta con la reciente victoria de Erislandy Álvarez frente al galo Sofian Oumiha en la final del boxeo en los Juegos Olímpicos, pero asegura que apoyará a Omara, si no compite ninguna francesa, aclara con gracia.

Muchos más asumen las más variopintas tareas, casi sin descanso, con amabilidad, sin pretensiones de tipo material: ellos también encarnan el espíritu del olimpismo y a su manera compiten por dignificar estos Juegos. Y todos ganan.

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