DE LA MÚSICA: Juan Carlos Baglietto, los éxitos continúan

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DE LA MÚSICA: Juan Carlos Baglietto, los éxitos continúan
Fecha de publicación: 
15 Agosto 2024
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Ni ángel ni demonio solo un hombre que mira con los ojos de su corazón al mundo. Nacido en una ciudad portuaria con barcos que levantan blancas paredes en el mar, Juan Carlos Baglietto nunca pensó en ser marinero porque cuando aún era un crío rubio y travieso empezó a amar el sonido de los cascabeles o, tal vez, el del viento, transparencia huracanada. La música fue desde siempre su coordenada mágica, “algo que te atrapa como un imán misterioso”, me dice en una  definición muy suya.

-Soy de Rosario, a 300 kilómetros de Buenos Aires. A principios de siglo o tiempo después su puerto generó una mafia de la vendetta, con todo lo que esto arrastra; tuvo una historia bastante fuerte de la que solo quedan bares, pequeños cabarets, y de la que ya no existe aquel fulgor decadente, pero fulgor al fin, ahora es una ciudad húmeda a la cual quiero mucho.

-¿Cuándo la música?

-A los cinco años. Empecé a estudiarla por aquello de que los padres trasmiten a los hijos sus frustraciones. Mi mamá amaba la guitarra y a ella me llevó, se lo agradezco. He tocado con muchos grupos de Rosario, donde me dieron pelota cuando triunfé en Buenos Aires, porque aquello de que nadie es profeta en su tierra se cumple.

Baglietto me habla de su experiencia musical en el dúo Confidencias con Raúl Giovanolli, la que tuvo con los rockeros del Irreal, y la posterior creación de su banda con gente muy talentosa como Zappo Aguilera, Fito Páez y Silvina Garré, quienes levantaron el entusiasmo en el Café la flor. La agrupación la completaron luego Rubén Goldin, José Aguilera, Sergio Sainz y Marco Pusiera. Para ellos, el Encuentro de Música Popular de Buenos Aires, fue un sésamo ábrete.

Su primer LD, titulado Tiempos difíciles, incluye temas de autores de Rosario como Adrián Abonizio, Jorge Fandermole y el propio Fito Páez. Por este disco y el posterior Actuar para vivir, recibió discos de oro y platino. Graba otros  acetatos como el titulado Acné y viaja a América Latina y España. El público y los críticos empiezan a hablar del “Fenómeno Baglietto”.

-Me llama la atención el título de tu placa Mami.

-Se llama Mami, algo así como un grito de auxilio, como decir socorro; siempre uno clama por la madre, porque aunque haya muerto, la ve como la solución a los agobios, la ayuda que necesitamos. El disco proyecta mucho de mi situación, pero como no soy un marciano y vivo en un lugar del planeta y tengo contacto con mi sociedad, también refleja lo que le ocurre a por lo menos a la gente de mi generación.

-Alguna vez dijiste que tú música es producto del quilombo cultural en que has vivido.

-Te  repetiría lo mismo. Es algo extraño, difícil. Una gran ensalada. Imagínate, ¿qué puede resultar de un tipo de ascendencia italiana que ha vivido toda su vida oyendo a los Beatles y que ama el rock and roll, y, además tiene un padre tanguero?

-Hablando de clasificaciones, ¿qué eres realmente?

- No me considero un cantautor porque eso presupone sentarse en una silla a expresar cosas muy profundas todo el tiempo, en forma seria, ni intento ser la caricatura de Mick Jagger, ni por supuesto la de los otros Rollings. Es todo una mezcla. Mis shows son muy dinámicos porque soy hiperquinético, brinco, salto, bailo con el micrófono, me cambio de ropa; aunque todo esto, tal vez, lo haga con menos brío que Fito Páez; él es más joven y, por tanto, tiene más pilas. Mi  público va desde los 18 hasta los 20 en adelante. No le llego mucho a los pibes de 14 porque lo mismo hago un aire milonguero que un rock y ellos están más volcados a esta música.
 

Baglietto hace shows informales y espectáculos que encara con más rigor y arma en cuatro o seis meses luego de muchos ensayos y con guiones que sigue al pie de la letra para que todo quede súper bien.

-Respeto al público por eso soy tremendamente obsesivo. Le temo a la espontaneidad, a las improvisaciones porque todos los días uno no está igual; el miércoles puedes dar en el clavo y decir algo brillante y el jueves soltar una gran estupidez. Cuido mi imagen en la escena, y esto abarca la ropa, las luces, las palabras.

El aguijón de una pregunta lo hace moverse inquieto: ¿Piensas que lo que haces constituye un aporte cultural?

-Lo he dejado de creer con el paso del tiempo; mi trabajo no es tan pretencioso; tiende más a que la gente se modifique momentáneamente. No puedo ser tan petulante para creer que lo que yo pienso es lo que hay que pensar, que es lo definitivo… La gente, como el artista tiene las mismas posibilidades de acertar o equivocarse. Lo único que quiero es que rían, lloren, bailen, se emocionen.

-Pero alguna vez pensaste que tu trabajo de alguna manera influiría.

-Sí, es cierto.

-Entonces, este cambio de pensamiento puede entenderse de alguna manera como...

 -No es por donde me quieres llevar por donde voy. Simplemente hago espectáculos con clímax alegre y clímax también triste.

- Y en qué medida estos espectáculos reflejan tu forma de ser.

-No he dejado de proyectarme como una gente normal, que puede pasar por diferentes estados de ánimo; a quien le duele los pies o el estómago. Lo que no pretendo es modificar la cabeza de la gente. Aunque mi posición no es facilista, ni tampoco la de un tipo derrotado en sus ideas como, posiblemente algunos piensen. Si quisiera cambiar cosas, transformarlas, aunque sé que con la música no lo haré. A eso me refiero. El medio por el cual las modifico es con mi actitud diaria, mi posición ante la vida.

Baglietto prepara giras y grandes espectáculos a base de marionetas porque “durante seis años me dediqué a la animación de fiestas infantiles en Rosario. Adoro a los niños”.

El día de nuestra entrevista, 14 de junio, Juan Carlos Baglietto cumplía años y hubo canciones, abrazos y junto a la felicitación el deseo de un pronto regreso a este artista que se ha ganado el reconocimiento y el aplauso del público en muchas latitudes.

Un poco más

Nacido en 1955, Baglietto es uno de los fundadores de la trova rosarina. En sus inicios con el nombre de Juan Tolón animó fiestas infantiles. En 1982, dio a conocer la placa Tiempos difíciles, que marcó récord al convertirse en el primer álbum debut de un artista argentino en alcanzar el disco doble de platino. Su concierto de 1983 con su banda El Rosariazo logró cinco llenos totales. Ha trabajado con las agrupaciones Vía Veneto, Confidencias, e Irreal entre otras. Su discografía incluye más de 20 discos; se destaca Corazón de barco que obtuvo el Premio ACE. Ganó en 1985 el Premio Konex, como uno de los 5 mejores cantantes de rock de la década. En 2000, Postales del alma del dúo Baglietto-Vitale fue distinguido con el premio Grammy Latino al mejor álbum de tangos.

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