¿Quién controla las historias militares de Hollywood?
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Kisrten Dunst en presentación de la película Civil War. Foto: AP
Un televidente podría detenerse a mirar la industria militar de Estados Unidos en películas de Hollywood y pensar que es impecable.
También imaginará a sus tropas como las mejor preparadas del mundo, y para humanizarlas un poco, a veces solo requieren algo de entrenamiento.
Aun así, si el espectador presta más atención, se dará cuenta que esa representación forma parte de una propaganda al complejo militar-industrial.
Y esta es la esencia del documental de Estados Unidos Theaters of War, dirigida y narrada por el profesor de Estudios de la Comunicación Roger Stahl.
En la película, el autor reveló que el Departamento de Defensa exige acceso total a los guiones de cualquier obra que utilice sistemas de armas reales.
Cada estudio tiene como deber aceptar las revisiones en su totalidad o corre el riesgo de perder acceso a los instrumentos del ejército.
Por este motivo, la libertad creativa sufre limitaciones y la imagen proyectada resulta en ocasiones distorsionada.
Así, en The Fate of the Furious, el rapero y actor Ludacris leyó un anuncio de treinta palabras para promocionar el tanque Ripsaw.
Cientos de éxitos de taquillas incluyen secuencias similares, desde los filmes de Marvel hasta la trilogía Transformers.
El escritor Tom Secker mostró el contrato firmado para incluir un V-22 Osprey construido por Boeing, en Misión Imposible 7: Dead Reckoning, no publicado antes.
Según Stahl, el pueblo norteamericano, concentrado en sus pagos estatales, olvida que Washington gastó ocho billones de dólares tan solo en el período posterior al 11 de septiembre de 2001.
El impacto del negocio del entretenimiento militar es nefasto y más frecuente que nunca, con un nuevo sistema de misiles balísticos intercontinentales.
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