¿La Calabacita no regresa?

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¿La Calabacita no regresa?
Fecha de publicación: 
13 Julio 2024
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Una calabacita de hace 12 años. Imagen: captura de pantalla

En la emisión del pasado sábado de la revista televisiva Buenos días, el reconocido musicólogo, crítico y profesor universitario Oni Acosta, abundaba sobre el tema de La Calabacita,  aquel personaje de dibujo animado que cada día anunciaba el fin de la programación para todas las edades y la hora en que los niños cubanos debían ir a dormir.

Pero tanto tiempo ha pasado desde la última vez que a ese personaje se le vio arrastrando su almohada por las pantallas de la TV, que hoy, cuando se teclea en un buscador de imágenes “Calabacita animado cubano”,  lo que más abunda en los resultados son dibujos y fotos de calabazas y calabacines listos para cocinar,  y apenas el asomo de lo que fuera una marca de la cotidianidad para generaciones de cubanos.

Incluso, un joven internauta comentaba asombrado haber descubierto que la canción que le cantaba su mamá para dormir tenía origen en un animado cubano.

La primera Calabacita apareció en pantalla un jueves 24 de febrero de 1977, grabada en formato de 16 mm y en blanco y negro, producida por los Estudios Cinematográficos del ICRT.


Imagen: captura de pantalla

La creadora de aquella muñequita primera fue Marta Porro, entonces diseñadora de Cubatabaco, cuya propuesta fue elegida entre más de mil en respuesta al concurso “Es la hora de dormir”, convocado por la FMC y el entonces ICRT. 

Inicialmente, eran dos versiones: una para los menores en edad preescolar, que se transmitía  a las 8:00 pm, y otra para los más grandecitos, televisada al terminar el noticiero.

De acuerdo con un texto publicado en la revista Bohemia del 4 de mayo de 1979, María Córdova y Alberto Falla, quienes en en esa época fungían como arpista de la Orquesta del ICRT y profesor del Instituto Pedagógico, respectivamente; fueron los compositores de la música y la letra de la canción. 

La primera en interpretarla –una suerte de canción de cuna- que acompañaba al personaje animado fue Miriam Ramos. Luego, le siguieron otras letras e intérpretes como Maggie Carlés, Mayra de la Vega y Liuba María Hevia. Con el paso de los calendarios, el mensaje audiovisual sufrió variaciones también de la mano de la tecnología, pero su esencia seguía siendo la muñequita de trapo que junto a su almohada volaba repartiendo polvo de estrellas o quién sabe de qué magia para convidar a dormir a los pequeñitos.


Imagen: captura de pantalla

Primera canción de La Calabacita

Ya la noche se está haciendo vieja
y allá en el patio duerme una flor
los juguetes que están muy cansados
caen en su cama y dicen adiós.
Doña gallina tapa sus pollos
y la lechuza sale a cazar
mientras los niños guardan sus libros
van a la cama y a descansar.

Parece ser que la última versión de la Calabacita fue Travesía Mágica, de Liuba María Hevia, pero ya su impacto no era el mismo.

¿Sin pasaje de vuelta?     

Lamentable que, después de aquel estreno en 1977 y luego de unas cinco versiones que acompañaron a los  niños cubanos hasta aproximadamente la década de los 90, hoy La Calabacita sea solo  un dulce recuerdo,  y a estas alturas para no muchos.

Además de la nostalgia, sobre todo es de lamentar  esta ausencia por su función educativa y de gran apoyo a la familia cubana.

Si aun antes de las 8:00 de la noche puede cualquiera tropezarse en nuestra televisión con imágenes que para nada debían ser vistas por los menores dada su carga de violencia y/o sexualidad –además de otras malas hierbas-, qué decir de lo que se transmite luego del noticiero, telenovelas incluidas.

Cuando comenzaban los primeros acordes de La Calabacita, no pocas familias recordaban –la dinámica agitada del hogar no siempre permitía estar al tanto- que era hora de que los niños de casa fueran junto a sus almohadas.


Imagen: captura de pantalla

Aquella muñequita de trapo resultaba un verdadero parteaguas que, además de marcar el fin de una programación apta para todas las edades, también ayudaba a fomentar hábitos tan importantes como el horario del sueño. Se había vuelto un aviso, todo un símbolo,  identificado como “la hora de La Calabacita”.

Y si entonces ya las casas cubanas andaban muchas veces “fuera de revoluciones” por lo agitado de su dinámica, qué decir ahora cuando las carencias y demás dificultades marcan ritmos inéditos puertas adentro, incluyendo el trabajo por cuenta propia y las Mipymes. Qué bien que algún aviso permitiera recordar a los mayores que es ahora de acostar a los hijos y nietos.

No parece haber sido el bloqueo, tampoco la inflación ni la guerra mediática las causantes de que desapareciera La Calabacita y sí cierta falta de previsión o la subvaloración de los mensajes de bien público –que, con sus singularidades, este corto también lo era-, del papel educativo de los medios. Tenemos un nuevo Código de las Familias y ya no tenemos a La Calabacita, una pena por las familias cubanas y, sobre todo, por sus niños. 

 


Imagen: captura de pantalla

Es cierto que la situación energética del país, marcada por los apagones, conspira contra algunos horarios, incluido el del sueño, y también contra el hábito de ver televisión, ya de por sí algo desdibujado sobre todo entre los más jóvenes, que privilegian  otro tipo de pantallas del mundo digital.

Pero quizás, cuando el servicio eléctrico se normalice,  exista la posibilidad de traer de regreso a La Calabacita, ese aviso que no suena en el celular y recuerda a los adultos que la programación siguiente no es para los niños, quienes ya deben ir a dormir por el bien de su salud física y mental. 

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