Marcos también se quiere casar
especiales
Fotos: Cortesía de Idalmis, la mamá de Marcos
«Arroz con leche se quiere casar con una viudita de la capital...» cantaba un grupo de muchachos y muchachas de ojos expresivos y alegres, mientras hacían la rueda... La escena se repitió una y otra vez hasta que sonó la alarma y salté de la cama con la vieja ronda infantil sonando en mi cabeza todavía.
En la tarde, de regreso a casa, la otrora máquina de 20 pesos, hoy de 200, se dio cruce con un auto clásico adornado con globos y cintas blancas: una boda. «Mira eso, tanta parafernalia por gusto; si ya no hace falta casarse», dijo el chofer. «Así mismo, ya nadie quiere casarse, ¿para qué?».
Y entonces regresó a mi mente el canto de los muchachos de ojos expresivos y entendí todo: mi sueño tenía que ver con la historia de Marcos, él sí se quiere casar y quiere hacerlo por amor, para compartir la vida y hacerle el café de la mañana a su esposa o limpiar juntos la casa.
Algo pasó con el número de cromosomas de Marcos que transformó su apariencia y lo convirtió en alguien muy especial:
«Ha tenido tres novias, Síndrome de Down también, y ha sido muy complicado con los padres de las muchachas, pues el noviazgo lo aceptan, pero ir más allá no lo han asimilado», me contó Idalmis, su mamá.
«Mi niño está loco por casarse y no lo veo como una cosa morbosa que la gente piensa, no. Él tiene la ilusión de vestirse de novio; me dice: mamá, para vivir juntos... y me ha sido difícil, porque, a pesar de que yo he hablado con las mamás y les he dicho que estoy en la mejor disposición de monitorearlos, porque es mi único hijo, tengo las condiciones en mi casa para que vivan conmigo, atenderlos... ellas no han aceptado».
Incluso, para ofrecerles cierta tranquilidad, Idalmis les ha contado una verdad de la que no se siente orgullosa: «él tuvo una cirugía porque un testículo no le descendía y la doctora me dijo que era mejor hacerle la vasectomía para que en un futuro yo no tuviera preocupaciones de embarazo. Realmente, estaba tan aturdida y preocupada ese día, porque él tiene problemas en el corazón y una vez tuvo dificultades con la anestesia; además, él era casi un niño y yo no tenía el conocimiento que tengo ahora sobre el Síndrome de Down, entonces acepté que se la hicieran.
«Por momentos me arrepiento, porque mi hijo es un Down bastante independiente y funcional: él hace café, arroz, sabe limpiar, planchar; de hecho, él mismo fue el que me ayudó cuando yo me operé. Yo creo que hubiese estado preparado para ser padre, con apoyo y con vigilancia».
Hace cuatro años, Marcos conoció a Laumary, que es bastante joven aún y no tiene la madurez para asumir la responsabilidad del matrimonio, pero las madres de ambos concuerdan en que tienen derecho a vivir el romance, así que Marcos y Laumary disfrutan caminar de la mano, besarse en el banco de un parque o en el muro del Malecón... esas cosas lindas y felices que hacen los novios.
Él tiene 36 años, ella 22, quién sabe si alguna tarde los encuentro por La Habana vestidos de blanco entre globos y cintas, porque el amor es más fuerte que los prejuicios.
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