El reto de la COP28
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Fotografía tomada de Internet
Presionados por el tiempo, en la XXVIII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, están depositadas las esperanzas de la mayoría para alcanzar convenios concretos que por fin alivien las tensiones y nos permita trabajar a gran escala por la salud medioambiental, que es decir lo mismo que salvarnos a nosotros mismos.
Solo tres días han transcurrido y hasta ahora cada intervención ha sido valiosa en cuanto a balance histórico y actual. Se han expuesto informes detallados sobre lo que vive el mundo y las propuestas generales no han demorado. Todos los ojos puestos en el evento más esperado de este tipo reconocen que en nuestras manos está limitar el calentamiento mundial por debajo de los 2 grados centígrados, preferiblemente en 1,5.
Ese objetivo trazado en el Acuerdo de París de 2015, que aún se encuentra lejos de cumplir, es de los más importantes para contrarrestar el cambio climático que vivimos. Apoyados en la necesidad de sobrevivir y en la gravedad del asunto, desde esa COP21 nos hemos empeñado con más fuerza en divulgar la responsabilidad de los distintos poderes, pero también a modo individual, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como vía más certera para mitigar la destrucción.
Los países más contaminantes son los más poblados e industrializados. Hacia ellos se enfoca el grueso de las peticiones para adoptar iniciativas que disminuyan los índices de contaminación. De la lista destaca Estados Unidos como la primera potencia industrial y comercial del mundo, gran emisor de metano por la explotación de petróleo y gas.
Recientemente, la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, expresó el compromiso de su nación con los desafíos climáticos y dio a conocer la puesta en marcha de un plan para controlar esta situación y mejorar la calidad del aire.
Sin embargo, ¡hay que ver! Aunque aseguran que lograrán disminuir en un 30 por ciento las emisiones, y esto tendría un impacto inmediato, supongo que las acciones no serán dejar de producir, teniendo en cuenta lo importante que son los combustibles fósiles para ese país de alto consumo. Ojalá así fuera, pero cuesta creer que no sea un discurso más para calmar las aguas.
Las tareas de monitoreo de fuga de gases, seguido de identificación y control en las labores de extracción serían fundamentales para que la temperatura de la atmósfera no se eleve, y tendríamos resultados claros, pero también sería importante producir más energía limpia a partir de granjas solares, turbinas eólicas y fábricas de baterías para vehículos eléctricos, más muchas otras propuestas que pudieran innovar gracias al desarrollo tecnológico que viven.
No obstante, de nada servirá si seguimos generando polución por donde quiera que pasamos. El cambio climático es un problema multifactorial que afecta al planeta desde distintas aristas, todas por la acción de las personas. La eliminación de los combustibles fósiles es la vía más directa, y el futuro de todos depende de los pasos que demos. Requerimos voluntad política, innovación tecnológica para apoyar la transición ecológica que tanto demanda la Tierra, pero también empatía y compromiso para que los menos acaudalados también puedan beneficiarse y salir adelante en cuanto a materia medioambiental.
Esperemos que la COP28 no solo sea una revisión de los Acuerdos de París, sino que derive en propuestas aterrizadas que de verdad se cumplan a mediano plazo. Quedan unos días, hasta el próximo 12 de diciembre el evento más importante de este tipo tiene por delante un gran desafío, salirse del estrado y ofrecer algo más que aliento.
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