Crítico cubano califica filme estadounidense de «bodrio antislámico»

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Crítico cubano califica filme estadounidense de «bodrio antislámico»
Fecha de publicación: 
14 Septiembre 2012
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De «bodrio antislámico» y «producción tosca» caracteriza hoy el crítico cubano de arte Rolando Pérez Betancourt la película estadounidense Inocencia de los musulmanes, que provoca violentas protestas en países fieles a esa confesión.

 
El especialista en temas cinematográficos reflexiona en un comentario publicado en el periódico Granma bajo el título «Películas ofensivas» sobre el protagonismo del cine estadounidense en anteriores obras lesivas a otras culturas.

Desde el mismo nacimiento del cine —razona— no han faltado las películas ofensivas, tanto en lo político como en lo étnico y religioso, y las estadísticas demuestran que la producción estadounidense ha estado a la cabeza de esas arremetidas.

El crítico considera al filme, que provocó en Libia la muerte del embajador de Washington y otras manifestaciones en países árabes, mediorientales, norafricanos y en Indonesia, «todavía envuelto en misterios», en alusión a su presunta autoría.

Aunque parece realizada en los Estados Unidos y su productor es un tal Sam Bacile, agente inmobiliario estadounidense-israelí, no son pocos los que afirman que detrás de la referida identidad pudiera respirar un ser inexistente, comenta Pérez Betancourt.

El autor reseña una reciente nota de la agencia estadounidense AP a la que «Bacile —o el que fuere—» ha hablado para dejar constancia de que «el Islam es un cáncer» y de que con su película de dos horas «estamos combatiendo con ideas».

Según el comentarista, el presunto realizador hizo tales declaraciones a ese medio «desde un supuesto escondite en California (otros se quejan de que no pueden localizarlo)», y también reveló que el filme costó cinco millones de dólares.

Pérez Betancourt reseña datos respecto a que cien médicos judíos abrieron generosamente sus bolsillos para financiar la película, aspecto este último que negaron miembros de la comunidad israelí en Estados Unidos.

Destaca que el máximo admirador del filme es el pastor de la Florida Terry Jones, quien ganó titulares en el 2010 por organizar una reunión para «darle candela a cuanto ejemplar del Corán fuera cazado por los contornos».

De acuerdo con el comentarista de Granma, la película fue exhibida en un solo cine con pocos espectadores, y es de pensar que dueños de salas y público, «se dieron cuenta de que tanta blasfemia podía derivar en un cartucho de dinamita».

Y eso mismo ha sido —afirma— el fragmento de catorce minutos con traducción al árabe colgado en Internet, pura dinamita ideológica que, en lo artístico, permite apreciar la poca pericia para combinar una historia que trata de enlazar presente y pasado.

«En el presente, escenas de cristianos egipcios avasallados por gendarmes islámicos; en el pasado, un Mahoma de pensamiento ligero y represivo, representado por un actor que corrompe mujeres y no se cansa de gozar de los placeres mundanos», reseña el crítico.

Le queda historia todavía por transitar —ojalá no más sangrienta— a este bodrio antislámico, todavía sumido en misterios de identidad, aunque no de propósitos, asegura el autor del comentario de Granma.

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