Eusebio, 80

Eusebio Leal quería otra vida para culminar lo que había comenzado en la que vivió. Esa es una ilusión de la gente que hace mucho: dos vidas no le alcanzarían, con toda certeza. En esa segunda hubiera emprendido nuevos proyectos, hubiera querido concretar muchos sueños... y siempre quedaría la frustración de no verlo todo consolidado.

Los hombres como Eusebio Leal construyen para el futuro, aunque sus realizaciones beneficien a sus contemporáneos.

Uno camina muchas de las hermosas calles de La Habana más antigua, visita edificaciones restauradas, asiste a proyectos culturales y se maravilla por todo el patrimonio salvado, socializado, engrandecido por un hombre y su equipo (él se resistía a que le reconocieran apostolados personales). Eusebio hizo mucho. Construyó con piedras y con ideas.

Ocho décadas cumpliría hoy el gran historiador cubano, el hombre de pensamiento y acción, el ciudadano comprometido, el cubano raigal. Con toda certeza no se hubiera regodeado en vanidosas complacencias. Él asumía la vida como celebración del trabajo, la belleza y el amor. Y trabajo, belleza y amor se concretan siempre para los otros, con los otros, por los otros.

Eusebio fue un hombre renacentista, una criatura que se prodigaba en numerosas aristas del conocimiento y la creación. Era una autoridad intelectual en muchas áreas, pero sobre todo era una autoridad moral.

Esa capacidad para el diálogo, para el debate franco y respetuoso, para el intercambio fructífero con todos los sectores lo ubicaron en un lugar de privilegio para millones de cubanos. Era (sigue siendo) un referente.

Orador extraordinario, encarnó en sus intervenciones el espíritu y las aspiraciones de muchos de sus conciudadanos. Martiano raigal, seguía fiel los postulados de la ética.

Amó su ciudad y a ella se consagró. Amó a su país y le fue útil. Honró a los próceres con el verbo y el brazo.

Una vida no le alcanzó para todo lo que se propuso, pero su vida fue semilla. Es vida multiplicada.