A Sara González se le recuerda sin llanto (+ FOTOS)
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Nunca la conocí personalmente. Pero estuve en la Plaza de la Revolución cuando ella entonó a capella “A los héroes”, como lo conoce todo el mundo, aunque el nombre real del número sea “Su nombre es pueblo”, de Eduardo Ramos. Aquel fue un momento mágico, como si la Patria toda se hubiera vuelto su voz y alentara desde cada nota aguda o grave de su canto inigualable.
En esa oportunidad, aconteció un fenómeno de comunicación de masas que no suele abundar entre artistas y público: Se hizo espacio entre los más de cien mil cubanos que colmaban aquella explanada un recogimiento tal, que la emoción era casi tangible. Y lo mismo el militante del Partido que aquel que aguardaba la salida definitiva del país, fueron testigos y protagonistas de aquel sentimiento grandioso, una mística que durante aquellos minutos nos ayudó a redibujarnos la Patria y sus héroes.
Porque Sara González cantaba desde ese pedacito que algunos han dado en llamar alma. Y ahora mi alma agradecida evoca esa vivencia única, y vuelve a ver su figura solitaria en la plataforma, solo asida al micrófono, pero sobre todo, a su convencimiento de que cantaba verdades, necesarias y hermosas.
Ahora, “la muerte, con su impecable función” le cedió “un lugar para morir en esta tierra”, y Sara se fue sin ruidos, modestamente como era ella, y como hacen los tantos héroes, anónimos o no, a los que ella cantaba.
Por eso, en su honor, habría que hacernos eco de su canto y tararear bajito que “se les recuerda sin llanto, se les recuerda en los brazos, se les recuerda en la tierra; y eso me hace pensar que no han muerto al final, y que viven allí donde haya un hombre, presto a luchar, a continuar.”
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