Sara, canto y llanto de la tierra (+ FOTOS)
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Estamos hoy despidiendo a la más cubana de la trova nuestra, un ícono de la canción revolucionaria, un ser que ha sido la nación en persona, su gracia, “su desparpajo”, su sencillez hasta el colmo, su pasión desbordada por Martí, por la Revolución, por el pueblo por el que vibró con su canto y llanto de la tierra.
La primera vez que hablé con Sara fue a inicios de los 80. Yo era un muchacho que empezaba a meter cabeza en la radio, fanático a la trova, y fui con una grabadorita a los jardines de la UNEAC donde Sara González y Pablo Milanés daban un concierto tras una gira por España.
Cuando terminaron, entre el gentío, le hice un par de preguntas a Pablo Milanés, recuerdo que una era acerca de la guitarra que Silvio le había regalado, su primera guitarra, llena de dibujos… y Pablo me habló de la amistad y de lo que significaba especialmente el gesto de su amigo de desprenderse de lo que no se desprende un trovador, de su guitarra, y por la obra que había nacido entre esas cuerdas. A Sara ni sé qué le pregunté, pues me sorprendió su cubaneo, hasta me tiró el brazo por encima y disparó una jerga, con malas palabras incluidas, que me dejó paralizado. Me dijo algo así como que cogió un viaje de “chiripa”, pues había ido de “bateadora emergente”, quien iba era Silvio y se complicó.
Llegué con el casete a la emisora Radio Cadena Habana, lo guardé en la gaveta de Marta, la jefa de Redacción, y alguien llegó al otro día, le hizo falta un casete, abrió la gaveta, y se fue a bolina aquella primera proeza de haber entrevistado a quienes ya eran para mí dos leyendas del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Pero bueno, me conformo pensando que me quedó un Pablito cadencioso, amable, tierno, y una Sara explosiva, apasionada, manoteadora, la socita del barrio.
Se ha escapado su cuerpo, este miércoles 1ro de febrero de 2012. Ya venía hace rato batallando; no estuve cuando se despidió en su peña «El Jardín de la Gorda» el pasado 26 de diciembre; en los trajines de preparar trovadas y sin sospechar que se escaparía del hospital para irse a su peña, no me llegué; pero aquel patio, repleto de enamorados de su canto y su ser, le escucharon el adiós:
“Después de esta actuación, en esta tarde, lo que me queda es desearles muchísimas cosas lindas, muchísima felicidad, desearles salud -sobre todo salud-, para lo que les queda por vivir a todos. Que sean felices, que sean tan felices como se sienten ustedes cada vez que vienen aquí. Todos los días tenemos que darle gracias a la vida por lo que estamos viviendo”.
Mi último encuentro con ella fue en «La Utopía», el espacio que tenemos en el Piano Bar Tun tun de la Casa de la Música de Miramar. Sara llegó con tremendo piquete, la artista plástica Diana Balboa, el poeta y crítico Sigfredo Ariel y el trovador Ángel Quintero; recuerdo que fue muy aplaudida, pues ese día puse un video de ella cantando “Creceremos”, de Amaury Pérez, y luego otro del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC en Madrid, a inicios de los 70; se rió mucho porque hacen una especie de flamenco y ella hasta baila, taconea y palmea. Recuerdo especialmente su estremecimiento con un video de Noel Nicola. Se habían llegado para disfrutar de nuestras invitadas ese día: Heidi Igualada y su grupo, y Marta Campos. Como es lógico, siempre que ella se aparecía de sopetón en nuestras descargas, yo le decía públicamente dos o tres merecidos halagos y ella —invariablemente—, me replicaba luego (o en el instante, interrumpiéndome, y hasta a viva voz), que dejara la “guataquería”.
Vivió con sencillez martiana, sin creerse ni lo que era, esa gran cantora de la trova cubana, gozó ser la campechana y vivir un proceso revolucionario, con sus errores y una virtud que vale mucho más que todos ellos, la de buscar la mayor justicia posible, la de combatir por la dignidad humana.
¿Qué dice usted?
Autora: Sara González
¿Qué dice usted,
que una mujer es la flor
de aquel Edén, del dulce hogar,
y para hacer el amor?
Si la historia nos grita otra verdad.
¿Qué dice usted,
que una mujer luce bien
en el portal o en el sillón,
tejiendo su aburrimiento?
Si la historia nos grita otra verdad.
¿Ves?, hace cien años comenzó
cuando alzó el machete una mambisa.
¿Ves?, y así siguió la tradición
siempre que luchar se necesita,
por eso:
seis, seis, lindas cubanas.
¿Qué dice usted,
que una mujer no es capaz
de construir, de analizar,
y de luchar por la vida?
Cuando la historia nos grita otra verdad.
Su síntesis biográfica dice que Sara González nació en Marianao, el 13 de julio de 1951, en hogar muy humilde, su padre fue tabaquero y su madre costurera; ambos poseían un alto sentido de la cubanía y de la justicia, así como un enorme gusto por la música y el baile, todas esas cosas le fueron transmitidas a la pequeña Sara. Según sus propias palabras “para que dejara trabajar a sus padres”, su primera compañera de juegos fue una radio, lo que reafirmó su afición por la música. El excelente músico Nené Enrizo le impartió sus primeras clases de guitarra y él animó a los padres de Sara para que le permitieran a ésta continuar sus estudios musicales.
Al inicio de los 70 realizó incursiones en el canto, formó parte del grupo “Los Dimos” e hizo dúo con Pedro Luis Ferrer. En su época de estudiante conoció a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, quienes junto con Noel Nicola fundaron “La Nueva Trova Cubana”. Ellos la estimularon para que musicalizara los “Versos Sencillos” de José Martí —su primer disco LP— y de ahí nació su vinculación con ese movimiento musical, dentro del cual se ha caracterizado por ser la voz femenina más representativa.
Siendo una muchachita, Silvio y Pablo se la encontraron. Preparaba el grupo de Experimentación Sonora del ICAIC el tema musical de unas venturas de TV, Los comandos del silencio. Le propusieron a ella cantarla; de manera que estaba grabado el arreglo no se hizo transportación de tono, así, el tema “Un hombre se levanta, de Silvio, salió en la voz de Sara González inundando el país como tema diario de unas aventuras que estremecieron la nación.
A partir de 1972 se incorporó al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, dirigido por el afamado guitarrista, compositor y director Leo Brower. Su carácter multifacético la impulsó a principios de los 80 a formar junto a Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera, Jesús del Valle y otros, en el Conjunto Nacional de Espectáculos, una vertiente satírica del teatro musical, que tuvo rotundo éxito local y foráneo y que la llenó de experiencia y madurez en su desenvolvimiento escénico.
En 1984 unió su quehacer musical Guaicán, músicos sin formación profesional, a quienes convirtió en sus alumnos y estableció con ellos una especie de taller de experimentación.
Amor de millones
Autora Sara González
Como pajarillo amado que vuelve
te esperé una mañana
sentada ante mi ventana
mirando al monte más verde.
Y al ver aparecer
entre las flores del campo
me vino mejor tu canto,
te volví de nuevo a tener.
Amor mío, no te vayas,
que no quiero verme sola otra vez.
Amor mío, no te vayas,
que lloro.
Sara González, apasionada cubana… quiero decir muchas otras cosas, pero temo que me vuelvas a alar las orejas, voceándome públicamente, cosas como “no hables más…boberías, deja la chicharronería”, etc. lo cual, desde tu eternidad sería más sonado todavía. Y a lo mejor tenías razón, no hacía falta que al llegar, a una descarga a gozar la trova entre tragos y amigos, yo pregonara, de manera formal: Se encuentra con nosotros una de las grandes de la trova cubana, fundadora del movimiento de la nueva trova, a quien debemos canciones como “Amor de millones”, “¿Qué dice usted?”, “Girón: La victoria”, o la musicalización de textos inolvidables de Martí como “Fragmentos de 27 de noviembre” o “Mi caballero” o hasta momentos de “El programa del Moncada” de Fidel Castro.
Ciertamente, es innecesario anunciar tu presencia, que se anuncia sola. En cualquier lugar que apareces, llegas revolcando solo con tu mirar directo, inmenso, o con ese reír que todo lo saca, o ese jaranear infaltable; y, sobre todo, basta que llegue tu voz, para anunciarte de inmediato, como el decir de Cuba en su más entrañable expresión, la Cuba que parte de la Isla hacia todo lo humano.
La muerte
con su impecable función
de artesana del sol
que hace héroes, que hace historias
y nos cede un lugar
para morir,
por esta tierra,
poe el futuro.
A cualquier lugar que llegas, Sara, eres la voz en medio de la Plaza, entonando hacia la inmensidad de la multitud, a capella, aquella canción de Eduardo Ramos que tu alma hizo tuya:
A los héroes,
se les recuerda sin llanto,
se les recuerda en los brazos,
se les recuerda en la tierra;
y esto me hace pensar
que no han muerto al final,
y que viven allí
donde haya un hombre
presto a luchar,
a continuar.
Sara, La Victoria.
Girón: La victoria
Autora: Sara González
Cuando cambia el rojo color del cielo
por el blanco color de palomas
se oyen las campanas de los hombres
que levantan sus sonrisas de las lomas.
Después que entre pecho y pecho
haya tenido el deseo de quemar,
de matar, de vengar y de vencer.
Y cuando no se olvida que no hay
libertad regalada, sino tallada
sobre el mármol y la piedra
de monumentos llenos de flores y de tierra,
y por los héroes muertos en las guerras
se tiene que luchar y ganar,
se tiene que reír y amar,
se tiene que vivir y cantar,
se tiene que morir y crear.
Canto y llanto de la tierra,
canto y llanto de la gloria,
y entre canto y llanto de la guerra,
nuestra primera victoria.
De luces se llenó mi cielo
de esta tierra insurrecta,
y entre luces se batió seguro
buscando la victoria nuestra.
Hoy se camina confiado
por los surcos de la historia,
donde pelearon los héroes
para alcanzar la victoria.
(1974)
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Elena delgado
Onilda Sánchez Laurencio
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