La película que odiará el 1% de la población estadounidense
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Audrey Ewell dice que todo empezó el 1 de octubre. Trabajaba desde su casa en su próxima película cuando observó el paso de una marcha multitudinaria que cruzaba el Brooklyn Bridge en dirección al Bajo Manhattan. Esa manifestación daría origen al movimiento Occupy Wall Street.
«Lo que aparecía en televisión no tenía nada que ver con lo que yo estaba presenciando. Los medios no enseñaban lo que yo estaba viendo», relataba pocos días antes de Navidad junto a Zuccotti Park, el epicentro desde el que la protesta de los indignados estadounidenses se terminó contagiando por todo el país. Ese «apagón mediático», como lo cualifica Ewell, la impulsó a diseñar una cobertura a medida para el movimiento.
Listín telefónico
Llamó a amigos cineastas y viejos conocidos que le debían favores. Extendió la colaboración a su compañero, Aaron Aites, con quien reside en el barrio de Williamsburg y con quien firmó, hace tres años, un celebrado documental sobre la escena black metal. Y alargó la propuesta, por vía de las redes sociales, a anónimos y desconocidos. Su idea: filmar un documental participativo en el que decenas de personas documentaran el movimiento desde un punto de vista personal e intransferible, independiente y no necesariamente adherido a la causa.
«No creo que rodar un documental objetivo sea posible. Lo que más se le acerca es contar con muchas voces subjetivas», resume Ewell entre ruidosos cláxones sobre su proyecto, que se titulará 99% en referencia al lema del movimiento y que se encuentra en proceso de montaje.
«Lo más importante era alejarse de la imagen estereotipada sobre Occupy. En la tele, la protesta siempre se parece bastante a un concierto de Grateful Dead», secunda Aites. Ambos seleccionaron a 75 cineastas voluntarios, que se instalaron junto a los campamentos de ciudades de todo el país, como Los Ángeles, San Francisco, Washington, Miami, Boston, Seattle, Philadelphia, Denver, Portland, Dallas o Chicago.
Para financiar el proyecto apostaron por un modelo igual de alternativo, que permitiera evitar injerencias: la plataforma Kickstarter, que propone a los internautas hacer pequeñas o grandes donaciones. Hace cinco días superaron la barrera psicológica de los 20 000 dólares (15 700 euros) recaudados en la red.
Mecanismos ocultos
En lo más crudo del invierno, el movimiento parece haber perdido gas, pero se mantiene activo en las grandes ciudades estadounidenses. Sus consecuencias de cara a las elecciones presidenciales parecen inciertas, pese a que algunos analistas apuesten que se terminará volviendo en contra de Barack Obama, en quien tantas esperanzas depositaron muchos de los que ahora protestan.
«Está claro que tendrá un efecto en la campaña, pero no sabría decir cuál. Lo que está claro es que impulsará a muchos más votantes a pasar por las urnas», resume Ewell.
La cineasta se dice interesada en destapar «esos mecanismos ocultos que explican cómo funciona nuestra sociedad». Pero, a la vez, niega formar parte del movimiento Occupy o militar por la misma causa. «Somos cineastas independientes. Mi objetivo es dejar un testimonio de lo que sucede a mi alrededor», resume.
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