Bruce Springsteen, uno de los músicos de culto en el mundo entero, dice estar indignado con la situación económica en su país y lo refleja en su nuevo álbum, Wrecking Ball, se conoció a través de la revista Pointblack.

La revista, dedicada al músico, venía informando puntualmente en estos días sobre lo que se cocía dentro de su entorno. Dicen que Bruce Springsteen «está más enfadado que nunca», que el cantante muestra una actitud inconformista ante la situación económica y social de su país, plasmada en canciones nada complacientes. Hay títulos ilustrativos al respecto: «Easy Money», «Death to my Hometown», «This Depression» o «Jack of All Trades».

El músico norteamericano se ha hecho un espacio de culto entre millones de seguidores gracias a sus mensajes aparentemente sencillos, pero universales, sobre las relaciones humanas y el papel del ciudadano, el hombre corriente, ante su comunidad o la alienación social y económica.

Ante las declaraciones de Pointblack, su manager Jon Landau ya ha salido al paso en la revista Rolling Stone para decir que las canciones fueron compuestas antes de que surgiese en Estados Unidos el movimiento Occupy Wall Street (del mismo espíritu crítico e indignado que el 15M en España) y no tienen una relación directa con él.

Musicalmente, Landau ha adelantado sobre el disco, producido por Ron Aniello: «Es una obra experimental con un nuevo productor. Un disco de rock que combina elementos clásicos del sonido de Bruce con su experiencia con la Seeger Sesions Band, junto a nuevas texturas y estilos». Miedo da oír la palabra experimental según qué obras y músicos y en este caso, al parecer, en esas texturas se incluyen varios apuntes, como bases electrónicas o coqueteos con el hip-hop.

Los miembros de la E Street Band tocan en el disco, además de otros músicos invitados como Tom Morello, ex Rage Against The Machine, y el baterista Matt Chamberlain, ex Pearl Jam. Sin Clarence Clemons ni Danny Federici, dos de los miembros fundacionales de la E Street Band, será muy difícil hallar la esencia de la banda de la calle E, que basó su mejor sonido en el viento del saxo y el juego de teclados, pero será interesante ver cómo afronta Springsteen estos inconvenientes, tanto en el álbum como en la posterior gira.

A la espera de la salida del álbum, el adelanto parece esconder el alma de The Rising, intentando dar con un rock raramente contagioso (y dócil), dejando espacio a la instrumentación de cuerdas y las palmas.