Osvaldo Doimeadiós y su Oficio de Isla
Versátil, camaleónico, capaz de hacernos destornillar de la risa, convocarnos a la más profunda reflexión o llorar como si el teatro fuera la vida, Osvaldo Doimeadiós ha logrado convertirse en un actor popular, queridísimo, sin hacer concesiones.
Recientemente nos contó sobre su proyecto teatral, donde coexisten el actor dramático, el humorista, el escritor, el director y el maestro, ese todo en uno que es Doime.
—¿Qué es la Nave Oficio de Isla?
—El concepto que defendemos es el de comunidad creativa, precisamente por esa manera de concebir el trabajo desde la multidisciplinariedad, desde la convergencia sobre la escena de artistas de distintas ramas como la música, las artes visuales, la danza. Este fue el concepto que nosotros manejamos para el espectáculo Oficio de Isla, que es nuestro espectáculo fundacional.
«Este espectáculo que estrenamos en el año 2019 nos dio la medida de lo que podía llegar a ser este proyecto, que es una comunidad de intereses de artistas de distinta procedencia que convivimos en un centro que es la Nave Oficio de Isla y estamos anclados en la Avenida del Puerto, en los altos de los antiguos Almacenes San José, una hermosa sede que nos legó el Doctor Eusebio Leal para realizar este tipo de proyectos que rompen con lo habitual en el mundo del espectáculo, precisamente en cuanto a la convivencia de disciplinas sobre la escena.
«Además de la producción y circulación de espectáculos para el público, trabajamos otra línea, que es la de superación con estudiantes del ISA y de la ENA. El proyecto también posee una vocación social, pues tenemos accionar sobre la comunidad. El centro está pensado para que sea un lugar que tribute a la figura del actor y a todas las disciplinas que, de alguna manera, intervienen sobre el arte del actor desde el diseño, el texto, entre otros.
«Tenemos organizados también espacios de debate, coloquios culturales, encuentros literarios, proyección de materiales audiovisuales, entre otros».
—¿Cómo se relaciona Nave Oficio de Isla con la comunidad?
—Estamos anclados a las puertas de San Isidro, una comunidad con una fuerte tradición social, el barrio donde nació Martí. Un lugar de tradición de trabajadores portuarios, es una zona de convivencia de marginalidad, asociada al ámbito del puerto, pero es también una zona rica en tradiciones como la rumba.
«Nosotros hemos hecho nuestros espectáculos y, poco a poco, se han ido acercando, como público. Estamos haciendo también actividades para los niños y eso va generando una empatía, una relación que no es unívoca. Nosotros no intervenimos en la comunidad para modificar la vida de nadie, sino para aportar a la convivencia y al diálogo con los proyectos comunitarios».
—¿Cree que esa transdisciplinariedad y diversidad dentro de la propia unidad de la puesta es más funcional en la escena actual?
—Cada grupo es una experiencia. Yo intento ser flexible en el sentido de que los actores debemos estar en muchos medios al mismo tiempo y de esta manera que lo estamos haciendo, con más flexibilidad, tenemos un mayor nivel de participación.
«En nuestro grupo hay actores de distintas procedencias, de distintas estéticas, de distintas formaciones; hay incluso estudiantes que están trabajando con nosotros, y eso le ha dado al espectáculo una riqueza tremenda. Hay músicos que participan como actores, actores que hacen música.
«El espectáculo que estamos haciendo ahora, Luz, apuesta por eso».
—¿Cuáles son las metas de Nave Oficio de Isla?
—Por lo pronto, desarrollar todas las líneas: creación, investigación, formación. Tratamos que sea un ejercicio dinámico nuestro trabajo cada día.
«Los Almacenes San José son un espacio bastante grande, es una feria de arte popular. Los artesanos y artistas que trabajan en esa feria tienen una buena convivencia con nosotros. Estamos tratando de dinamizar ese espacio, de abrir el espectro no solo a la sala que tenemos, sino a todo, que se convierta en un centro cultural, que los artistas jóvenes tengan allí un sitio donde puedan poner sus obras de manera experimental quizás. Empezamos a hacer funciones los jueves de espectáculos de corte más pequeño, más de cámara.
«Por ejemplo, dentro de la Feria del Libro, como subsede, hemos tenido presentaciones de libros, coloquios, descargas de poetas, de trovadores».
—A su juicio, ¿cuál es la función del teatro cubano en este momento de crisis, de postpandemia que estamos viviendo?
—No te voy a hablar en nombre de todo el teatro porque sería demasiado pretensioso, sino a nombre del que nosotros hacemos, del que yo estoy haciendo. Después de pasar años de encierro, de esta dura pandemia, de no tocarnos, de no expresarnos, creo que proponer espectáculos y que el público regrese a las salas, que sensorialmente nos aproximemos, tiene un valor fundamental y es a lo que venimos: a devolver esa aproximación con el espectador, esa presencialidad. Creo que es lo más importante y es lo que, desde mi punto de vista, defiendo.
LEER MÁS: Nave Oficio de Isla, espacio de creación infinita (+ Fotos)
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Leonardo Figueres Rivera
Yasmina Garret
Maria Eugenia Fayad K
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