Algo así como una niebla
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Una extraña niebla cubre los muebles, los adornos, las lámparas; sale de las ventanas, oculta el sol… El paisaje es fantasmagórico, penumbroso, algo gótico. Las cosas adquieren una peculiar densidad. En realidad se trata de escenas muy convencionales: el fotógrafo ha entrado en casas recién fumigadas. La niebla es el humo con la fórmula contra los mosquitos.
La serie “Viviendo con el enemigo” (2006), forma parte de la exposición “Donde los senderos se bifurcan”, del joven fotógrafo Ricardo Miguel Hernández, que se exhibe en la Fototeca de Cuba hasta finales de este mes.
Son obras de mediano tamaño, que crean por sus valores tonales una atmósfera de inquietante tranquilidad. Con altas velocidades de obturación, el fotógrafo ha otorgado a interiores y exteriores un carácter sombrío, que poco tiene que ver con la imagen original.
Ricardo Miguel no quiere aquí dejar un documento, una crónica. Se ha propuesto recrear esta realidad. Una cosa es la que tuvo delante el fotógrafo: otra, revalorada, es la que nos ofrece en sus instantáneas.
Lo dice Yesel M. Proveyer en las notas del catálogo: “El artista revela las transformaciones que nos rodean. Esas que muchas veces pasamos por alto, inadvertidas, imperceptibles; aquellas que determinan quiénes y cómo somos; esas que poseen marcadas, pero inevitables referencias contextuales”.
El ojo de Ricardo Miguel es hábil a la hora de singularizar esos pequeños momentos, “aislarlos” del ruido mundanal. Hay en estas fotografías cierto aire de guerra finalizada. Eso: parecen el campo de una batalla que acabó con todo vestigio de vida. Y es una idea que refuerza el título de la serie, que también hace referencia, juguetonamente, a la original causa de estas escenas: la lucha antivectorial.
Si en “Viviendo con el enemigo” solo se trata de objetos, en “El aire es más puro en Treblinka” (2010-2011), la otra serie que conforma la exposición, se trata de gente. Pero aquí también hay una voluntad de revertir una realidad. Son fotos tomadas en ómnibus repletos, que de alguna forma evocan el hacinamiento en campos de concentración.
El espacio es aquí más que contexto, deviene protagonista. “Donde los senderos se bifurcan” habla de “realidades” engañosas, que sugieren mucho más de lo que dicen.
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