200 millones de personas en pobreza dejó la pandemia en América Latina
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Sigue pendiente un debate serio y científico sobre la gravedad de la pandemia. No me refiero a la existencia del Covid-19, sino a las rápidas y contradictorias respuestas utilizadas como el encierro domiciliario, el masivo cierre de empresas y comercios que originara una masiva desocupación y las consecuencias de trastornos psicológicos, violencia doméstica e incremento depresivo en grandes sectores de la población mundial.
Debemos agregar a todo ello, la gravedad que quienes señalan los errores cometidos por médicos, gobiernos y diferentes políticos han sido estigmatizados y/o perseguidos por su disenso, llegando a perder sus empleos, sufrir amenazas de muerte aquellos que ofrecen resistencia a la vacuna obligatoria.
Durante la presentación del informe "Perspectivas económicas de América Latina 2021", Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, señaló que "el efecto de las crisis en los ingresos de los hogares, dejó un saldo de la pandemia de 200 millones de personas en pobreza y 78 millones en pobreza extrema. Además, se suma una extendida informalidad que es soporte de la mayoría de las familias en la región, ya que la misma asciende al 45% de las familias, mismas que viven en hogares informales o mixtos, mientras que la clase media se redujo en casi un 14% de personas".
Bárcena comentó que "los cierres escolares permiten hablar de una generación perdida, dado que 167 millones de niños y niñas perdieron un año de clases presenciales y el resto del abandono es patente, por lo tanto, la educación de la población se redujo del 66 al 53%". (La Jornada de México, viernes 3 de diciembre del 2021)
Es decir, el panorama es desolador, mientras nuestras clases políticas con mucho histrionismo y poca veracidad nos prometen un horizonte que lejos está de esta realidad crítica que revierte los avances socio económicos logrados en las últimas dos décadas.
Sin embargo, lo más patético llega de la mayoría de ¿nuestros? gobiernos (muchos de ellos llegaron al poder mediante nuestro voto) como también de los llamados opositores, que no sólo no abonan discusión para un debate serio y necesario, sino que también arrastran la zona de confort que fue para la clase política los sucesivos encierros y distanciamientos sociales. Recordemos que todos ellos continuaron con sus sueldos abultados, llegando en muchos casos al aumento unilateral de sus ingresos.
Hoy se confirma nuevamente que, en todos los rangos etarios, de todas las variantes de Covid, el porcentaje de letalidad es menor al 0.01%.
De acuerdo al bajo índice demostrado y las cifras de aumento de pobreza señaladas anteriormente, es obvio que corresponde iniciar de una vez un esclarecimiento ante las nefastas medidas adoptadas, aún para aquellos que con tanta ligereza determinaron el "quédate en tu casa" y los cierres masivos con la consecuente quiebra de negocios, comercios y micro emprendimientos.
Nuestras democracias liberales y sus respectivas partidocracias aprisionan a las fuerzas sociales, y así es difícil superar las miserias capitalistas. Pero si analizamos las diferentes realidades de nuestros países de abajo hacia arriba, podemos observar que los millones de explotados y todos aquellos que lamentablemente engrosaron las cifras de pobreza extrema, deberán tarde o temprano tomar conciencia de esta patética realidad para convertirse en sujetos sociales que a la vez sirva para albergar esperanzas de cambio en un futuro inmediato.
No debemos ni tenemos que caer en el pánico inducido, en el miedo prefabricado por las derechas y los grandes centros de poder fáctico, que hoy intentan una vez más apoderarse de los espacios abandonados y dejados por necesidad por pequeños y medianos empresarios que no han encontrado la posibilidad de hacer frente a esta terrible crisis desatada en nombre de una pandemia que cada día se parece más a una variable de ajuste del capitalismo salvaje que a una respuesta de emergencia.
Más allá de las víctimas mortales, el triste saldo de la pandemia fue y sigue siendo que mientras las grandes mayorías se incorporan a la pobreza, un reducido número de magnates y multimillonarios aumentaron sus riquezas.
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