Danza de las olas y la espuma
especiales
Fotos: De la autora
El malecón habanero con un ligero frente frío es un espectáculo de emociones, olores, colores y sensaciones, aunque no da filo a sus espectadores deleitar la obra, ellos, quienes se ejercitan física y espiritualmente, los asiduos pescadores de cada jornada y los enamorados que buscan bajo la luz de la luna una fiel confesión de amor.
La furia del mar encabeza la pieza teatral. La subida del nivel del agua nos acerca a un escenario, turbio e incierto que pocos se atreven a desafiar poniendo sus vidas en riesgo. Pero sigue siendo espectacular la danza de las olas y la espuma como su fuera una meneada falda blanca. El sonido del aire más el de las marejadas logran la mejor de las bandas sonoras.
También con las leves o fuertes penetraciones, la naturaleza le devuelve al hombre todas las molestias que en ella vierte. Latas, jabas de nylon, pomos de plástico y cuantos elementos extraños, basura en general va a parar a las aguas del malecón, las bajas presiones se encargan de regresar y sanar la contaminación que sufren a diario nuestros mares.
Como si fuera un proceso de reflexión consigo mismo y sanación con el mundo exterior, el malecón habanero guarda disimiles historias y por años estas han quedado perpetuas en filmes, poemas, canciones. Recuerdos, sueños no cumplidos, decepciones, rupturas, siempre ha sido nuestro más devoto muro de desahogos y confesiones.
Pero del mismo modo nos demuestra que tras la tempestad, el cielo gris y la bravura, se avizora un sol resplandeciente y sanador de catástrofes naturales, embates familiares y discrepancias de pareja, porque incluso sobre un mar irritado puede primar un cielo despejado con un azul puro y homogéneo, sanador de todos los males.
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