ZAPPING: Se acabó la telenovela brasileña: matando y salando

Cuando en Brasil una telenovela no está a la altura de las expectativas del respetable (y con Mujeres ambiciosas o Babilonia -su título original- sucedió eso), los productores se lanzan a una carrera por "enmendarla", reformar tramas, potenciar personajes o núcleos en detrimento de otros, cambiar incluso elementos de su visualidad. Una telenovela podrá tener ciertas pretensiones artísticas, pero es primero que todo un producto.

Cuando una telenovela brasileña no mejora sustancialmente sus índices de audiencia (que fue el caso), lo que toca es terminarla cuando corresponda y pasar a la que viene. El final es lo de menos. Se trata de anudar cabos con cierta celeridad, cerrar tramas de un plumazo, garantizar las escenas románticas de rigor...

Pero uno esperaría cierta dignidad dramatúrgica. Y el capítulo final de Mujeres apasionadas (que transmitió ayer Cubavisión), gracias a las urgencias de la edición internacional, mató y saló, dejando una sensación de asunto mal resuelto que ni siquiera las previsibles bodas y reconciliaciones pudieron amainar.

La suerte de personajes que protagonizaron conflictos demandantes (es el caso de Inés) fue decidida en una o dos escenas, sin prestar atención a las grandes implicaciones que uno esperaría. Y otros villanos (como Buto o Consuelo) no recibieron suficiente vapuleo, pues se asumió con demasiado oportunismo la teoría de que las cosas al final siguen igual. Las villanías que por tanto tiempo tanto hicieron sufrir a cierto sector del público quedaron hasta cierto punto impunes.

Es que la rivalidad principal, la de Beatriz e Inés, también fue resuelta con una secuencia un tanto caprichosa y súbita... más allá de ciertas evocaciones clásicas.

En fin, es posible que una parte del auditorio se haya sentido estafado. Pero no hay que otorgarle demasiada trascendencia. Se acaba una telenovela y comienza otra. La esperanza es que la que viene sea mejor. Siempre pasa lo mismo. En Brasil o en Cuba.