Que viva mi perro sin disco duro
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Ahora resulta que hasta perros robot se han inventado.
Se trata del Unitree Go1, desarrollado por la empresa china Unitree Robotics.
Aseguran que puede cargar botellas de agua, correr junto a su amo, saltar y evitar obstáculos.
Hace poco tiempo la compañía tecnológica asiática anunció la salida al mercado de ese singular “acompañante”, que no es el primero de su tipo en el mundo, y cuyo precia gira en torno a los 2.700 USD.
La proyección de la empresa es lograr que los robots cuadrúpedos se vuelvan tan asequibles y populares como los teléfonos inteligentes.
De seguro que sus ventajas tiene: no habrá que sacarlo a hacer “sus necesidades”, o andar recogiéndolas por toda la casa; tampoco habrá que estar buscándole alimento, ahora que al menos por esta geografía el tema no está fácil.
Tampoco llenará de pelos los muebles, o habrá que estar atentos a pulgas y garrapatas, a si hay que llevarlo al veterinario, que si se rompió el arreo…
Pero, con independencia de esas ocupaciones -y de otras que trae aparejado el tener responsablemente una mascota-, al menos para mí, no hay perro-robot que pueda sustituir esa mirada irrepetible que te dice te amo, confío en ti y te defenderé hasta el final.
No sé si el Unitree Go1 mueve la cola, pero ver a tu perrito moviendo la cola de alegría, como limpiaparabrisas dislocado, es como escuchar carcajadas de felicidad, cascabeles que te colorean el día.
Es difícil encontrar una compañía más silenciosa y elocuente que la de tu perro, que intuye cuando andas triste o necesitando abrazos, y va y te cuela la cabecita por debajo de la mano, o te lengüetea el pie descalzo a modo del más conmovedor y eficaz consuelo.
De seguro ese robot, por demás bien costoso, aunque le sobren programas, tarjetas de memoria y otras entrañas tecnológicas, no tendrá la antena necesaria para adivinar tus estados de ánimo o para presentir cuando estás a una cuadra de distancia y ya se para en la puerta a esperarte. O para tumbarse de espaldas, la más total entrega perruna, pidiéndote que le rasques la pancita.
Todo eso y más, que multiplica su valor en estos tiempos de confinamiento y sin abrazos, será difícil encontrarlo en un perro-robot, aunque, insisto, sus potencialidades tendrá.
Además, con tanto perrito que hay por ahí abandonado y necesitando cariño, se hace algo difícil pensar en adquirir un perro-robot, digo yo.
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Comentarios
UNA TARDE DE NOVIEMBRE
Yuya, una ahí...
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