Jordan Díaz: El portento y… ¿la materialización de un sueño?
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La historia del triple salto cubano en Juegos Olímpicos tiene algunas deudas si juzgamos por el poderío y tradición de esa especialidad de nuestro campo y pista. Solo Yoelbi Quesada (17.44-bronce) en Atlanta 1996; y Yoel García (17.47-plata) en Sydney 2000 han podido escalar al podio de premiaciones.
Ellos en la salsa en plena era Kenny Harrison (18.09 dorados en Atlanta), y Jonathan Edwards (17.88-plata en la capital del estado de Georgia), y 17.71 dorados en la isla continente.
Otros resultados descollantes sitúan al propio Yoelbi (17.37) como cuarto en Sydney y sexto (17.18) en Barcelona 1992; las cuartas plazas de Pedro Pérez Dueñas (16.81) en Montreal 1976, Yoandri Betanzos (17.47) en Atenas 2004, y Arnie David Girat (17.52) en Beijing 2008; y los octavos de Alexis Copello (16.92) en londres 2012; y Lázaro Martínez (16.68) en Río de Janeiro 2016.
Hoy hablaremos De Jordan Alejandro Díaz Fortún (23 de febrero de 2021), quien a sus 20 años es considerado por todos los expertos como uno de los mayores portentos del campo y pista a nivel global.
Y no es para menos, aparece segundo de todos los tiempos entre los menores de 20 años con 17.49 metros, a un centímetro del alemán Volker Mai; y regentea con 17.41 entre los menores de 18 históricos, por delante del también antillano Lázaro Martínez (17.24).
A eso le sumamos el 72 de todos los tiempos con apenas 18 abriles, amparados por ese mismo 17.49. hace unos días, como parte del ciclo de confrontaciones en el Estadio Panamericano, luego de saltar 17.46 con 3.5m/s de viento a favor, Jordan clavó sus pinchos a la distancia de 17.34. Sobre su condición actual y una temporada bastante abrupta en materia de competencias, dialogó con CubaSí:
“Lo primero y más importante para mí es que físicamente me siento bien, sin ningún tipo de molestia de las lesiones anteriores. Hemos tenido un periodo muy largo de entrenamiento derivado de la situación de la pandemia, además de que en mi caso estuve fuera del circuito competitivo cerca de un año y cinco meses.
Tengo que ir metiéndome adentro de a poco, pues es muy diferente entrenar que hacerlo y competir. Las competencias son una prueba psicológica”.
Rompes con una marca de 17.46 con viento a favor, ¿Eso da la medida de una posible estabilización de resultados sobre 17.40 de cara a Tokio?
“Muy contento con ese resultado en el estreno. Pude haber saltado un poco más, pero el retorno se me hizo difícil. Presenté errores técnicos, pero son cosas que se mejoran y pulen sobre la marcha, fundamentalmente relacionados con la carrera de impulso y el despegue”.
El profe Ricardo Ponce considera que eres muy técnico a pesar de tu juventud, que no hay que repetirte mucho las indicaciones… ¿Es esa tu principal virtud?
“Me considero un atleta con mayor fuerza y confianza en la técnica. Me gusta perfeccionarla. Pese a mi cobstitución delgada mis parámetros de fuerza son elevados. Sé vincular la carrera con el salto, algo que muchos entendidos consideran lo más complejo dentro del triple salto.
Esa transición entre cada elemento de la secuencia de salto es de mis fortalezas, algo que muy pocos atletas incluso con maestría deportiva logran incorporar. De hecho me lo han celebrado en distintos lugares del mundo.
Estoy saltando con 11 pasos de carrera y todavía hay cuestiones que debo mejorar y sobre ellos trabajo: lo que más me está golpeando es la carrera de impulso, derivado de las molestias que presenté en las piernas. Tenía miedo de exigirme. El cuadícep a la hora de correr es el plano que más actúa.
Eso me obligaba a tantear desde los entrenamientos para no volverme a lastimar. No tengo nada desde el punto de vista médico, pero no me he desprendido mentalmente de esa secuela. Es algo que poco a poco iré mejorando, pero apun no estoy al máximo. Se trata de irme soltando a medida que vaya ganando en confianza y compitiendo”.
La rivalidad doméstica con Andy, Cristian, Lázaro y Echevarrría, ¿cuánto favorece, teniendo en cuenta la tradición del triple en Cuba?
“Es muy bueno. No hace falta ir a una Liga del Diamante para buscar nivel. En casa tenemos un nivcel bien alto, con cuatro-cinco saltadores por encima de 17 metros y eso en el mundo, salvo contadas excepciones de Estados Unidos y Cuba a lo largo de la historia, no se ve.
Se trata de cuando se da la oportunidad de salir ratificar los resultados, pues la candela la tenemos a diario acá. Vas a Europa y te enfrentas a saltadores con marcas mucho menores, incluso con 15 metros y tanto, en dependencia de la competencia. Acá siempre la calidad es demasiado elevada”.
A tono con el panorama, tu estado actual y evolución, ¿qué expectativas indivicuales tienes de cara a Tokio?
“La esencia es que todos los triplistas se están preparando duro para las Olimpiadas. Antes tendremos tres competencias internacionales, que darán una medida real de cómo estoy. Se trata esencialmente de sentir el rigor de la competencia y estar ahí, codearte con los mejores del mundo.
Previamente tendré un volumen de saltos acumulados en entrenamientos, principal eslabón para la adquisición de confianza, pues sumadas las tres competencias serían 18 intentos, sin no renunciara a ninguno, en secuencia ideal.
Mi primera aspiración sí que sí es ser finalista. Mi primer propósito a alcanzar era la clasificación a la olimpiada. Luego estar en la final. Una vez allí el apellido se lo pondrá Jordan… Eso sí, depende de cómo vaya avanzando en la gira de fogueo por Europa y llegar el día cero en busca de hacerlo lo mejor posible”.
¿Crees que esa variable confianza aumente hasta el punto deseado antes de los Juegos?
“Por supuesto, tengo la certeza. Ahora voy intentando llevar mi pierna al máximo de sus capacidades, para desterrar esa memoria de lesión de mi cabeza. Confío en poderlo lograr, pues el trabajo de rehabilitación con el fisiooterapeuta, el médico y la psicóloga ha sido excelente”.
¿La comunicación con el resto de los triplistas?
“Fluida, no tenemos ningún tipo de problremas más allá de la rivalidad en la pista. Respecto al profesor Ricardo Ponce vengo con él desde el 2016. Es como un segundo padre, y ha sido artífice de todos mis resultados desde que entré al equipo nacional. No hay el menor obstáculo en materia de comunicación y adaptación, y eso constituye un respaldo sumamente importante”.
Ponce apuntala:
“Jordan estuvo año y medio casi sin competir. Se trata de que estabilice su ritmo de carrera. Le faltan actividades relacionadas con su forma competitiva, pero ya se está encontrando.
Aún presenta algo de descordinación, pues aún estamos en el descenso de las cargas a tono con el inicio de la etapa competitiva. Su estructura de salto se centra en la técnica, con un brinco y transición al paso muy buenos. Sobre todo si explota al máximo su carrrera. El vuelo también es destacable.
Técnicamente es un atleta al que le hago muy pocos señalamientos, pero en este momento se está quedando un poco lento en los cambios de un movimiento a otro, algo lógico en este periodo de adaptación y reducción de cargas. Físicamente está bien, ha hecho seis saltos sin problemas y eso es un medidor importante.
A eso súmale que siempre se ha lesionado en competencias, y eso incide. Pienso que de comportarse como tenemos proyectado tiene para colarse en el podio en Tokio”.
Aspiraciones concretas, en medio de un escenario que presagia un duelo campal, aún con la ausencia por lesión de un peso pesado como el estadounidense Christian Taylor (segundo mejor de todos los tiempos con 18.21).
Entre los llamados al festín sobresalen el burkinés Hugues Fabrice Zango (17.67), líder del escalafón anual, el también cubano Andy Díaz (17.63), el chino Yaming Zhu (17.39), la triada de estadounidenses comandada por Will Claye (18.14 de marca personal), y el portugués de origen cubano Pedro Pablo Pichardo (18.08), único de nuestra escuela capaz de superar los míticos 18 metros.
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