Festeja ciudad de Cuba sus 507 cumpleaños

Los habitantes de Sancti Spíritus se despertaron más temprano que de costumbre, bebieron una taza de café y celebran hoy el aniversario 507 de la fundación de su amada ciudad.

La compleja situación epidemiológica, a causa de la Covid-19, volvió a impedir los festejos presenciales y las actividades tienen como soporte las redes sociales, incluyendo la gala cultural por los un poco más de cinco siglos de la otrora villa del Espíritu Santo.

Ciudad fundada el 4 de junio de 1514, única en Cuba con un nombre en latín, un puente de cinco arcadas al estilo del que se alza sobre el río Yayabo -atraviesa la urbe- y un coro de claves sin parangón.

En su centro histórico urbano, Monumento Nacional, se embelleció la añeja casona que alberga a la Casa de Cultura, la misma que tuvo como inquilino a Federico Capdevila, defensor de los ocho estudiantes de Medicina fusilados en 1871 por el colonialismo español.

También el museo de Historia Natural y la biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, antiguamente sociedad El Progreso, fueron objeto de remozamiento.

Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros al este de la capital del país, conserva en su centro histórico urbano inmuebles de alto valor patrimonial, pero sin duda algunos la identifican no solo en Cuba sino en otras partes del mundo.

Son ellos el puente sobre el río Yayabo, la iglesia Parroquial Mayor y el teatro Principal, pero también el céntrico parque que lleva el nombre del mayor general Serafín Sánchez, el Museo de Arte Colonial o Casa de las Cien Puertas y la biblioteca Provincial, entre otros.

Rodeada de leyendas y tradiciones la ciudad. lejos de envejecer, se aclimata a los nuevos tiempos, pero sin perder ese halo que encantó a aquellos primeros habitantes, los cuales en 1522 se trasladaron a ella desde el sitio fundacional Pueblo Viejo.

Quizás sin saber que el murmullo de ese afluente que le da nombre también a la villa les calaría hondo.

Cuentan algunos espirituanos que ya peinan canas que quien bebe agua del río Yayabo jamás podrá dejar la ciudad.

Pruebe a hacerlo y quedará atrapado en sus callejuelas estrechas y enrevesadas, en el embrujo que emanan los relatos de ataques de corsarios y piratas, de güijes vagando por el río y de dignos héroes y hechos históricos que remueven las fibras del patriotismo.