Dihigo: de los versos dedicados al gran poema de sus estadísticas
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Aunque Martín Magdaleno Dihigo Llanos llegó al mundo en Limonar, Matanzas, el 25 de mayo de 1906 y murió en Cruces, Cienfuegos, el 20 de mayo de 1971, en realidad nació en el Almendares Park el 21 de enero de 1923 en la 44 liga profesional... Había nacido para su gran amor, el béisbol, vistiendo el uniforme de los Leones de La Habana cubana al empuñar por Cheo Hernández frente a Ben Tincup, del Marianao, equipo triunfador 8 x 5 en ese encuentro. Sin jilear aún el novato. No se preocupen: ya arrasará. De morir, ni mencionar: lo nombraron El Inmortal en vida. Su actuar en los estadios, por encima de sus estadísticas, y como ciudadano le permiten la sobrevida.
Aplaudo la expresión de su biógrafo Alfredo L. Santana Alonso: “El béisbol de Cuba ya tiene apellido: Dihigo”. El Hall of Fame Fact Book Sporting News de 1982 asegura que es”...el mejor jugador all around que ha dado el béisbol por su facilidad para desempeñarse en cualquier posición” Expertos y aficionados lo estiman el más completo. No se encadenó a lo atlético. Se opuso a las tiranías de Machado y Batista. Se identificó con y ayudó al Partido Socialista Popular, hasta hizo labor en 1947 por los barrios matanceros a favor del comunista Salvador García Agüero quien se postulaba para representante. Apoyó-incluso en lo monetario-a futuros expedicionarios del Granma en México en momentos muy difíciles para ellos.
Santana Alonso recuerda: “En el año 1952, viviendo en La Habana (Dihigo), Batista da el golpe del 10 de marzo, y Martín salió de Cuba con visa de turista como protesta personal por el artero golpe. Prometió, igual que cuando Machado, no regresar a Cuba hasta que no cayera el tirano...” El escritor al referirse a las memorias de su biografiado publicadas en el diario azteca La Afición, “... nunca escatimó párrafos para hablar en contra del orden al bate de dictadores de aquella época: Trujillo, Batista, Pérez Jiménez y compañía”.
La hondura y honestidad del investigador crece cuando señala que los comentarios en la prensa sobre nuestra liga profesional le ganaron al gran player muchas enemistades, no pocas veces con razón, porque...” En cada emisión tenía una crítica para algún pelotero...el error del Inmortal fue el de pensar que todos deberían jugar a la pelota como él lo decía; y Dihigo, solo había uno...” Lo apodaban, era El Inmortal. Sus exigencias con sabor de regaño enlazaban la injusticia al tratar de pedir a los mortales un comportamiento sempiterno inmortal. Suele ocurrirles a los grandes de cada ámbito. No le llamaban Don Perfecto: ¡qué pesado e increíble habría sido. Era Don Martín.
Defendía la verdad, sus opiniones, y decía lo que pensaba costara lo que le costara. En ocasiones le faltaba tacto, soltaba reprimenda sin ternura. No escaparon de esa actitud su labor periodística antes y después del triunfo revolucionario, desde 1948 a 1952 en el Hoy, Cadena Oriental de Radio y Unión Radio. Con la victoria verde olivo, rescató su columna Desde el Pan de Matanzas en Hoy y volvió a usar los micrófonos. Que quede claro: lo positivo de su verbo en ambas etapas estaban por encima de cualquier defecto Los nuevos valores sobre todo, debieron beber en las críticas, con tanto de verdad y jamás viles.
Entre su obrar en ese sentido, cuando el lucro mordía a nuestra pelota, hay escritos profundos y valientes como este en relación con la indisciplina de unos atletas importados, del que escogemos varios párrafos: “... debe ponernos en guardia para el porvenir, aunque desgraciadamente sabemos que los dirigentes de nuestro béisbol profesional son más norteamericanos que los mismos jugadores que tuvieron que expulsar ante la magnitud del escándalo......seguimos insistiendo en nuestra demanda de más cubanos en nuestra pelota... ¿Pero a quiénes estamos haciendo esta petición? ¿A Mike Gonzalez? ¿A los numerosos dueños del Almendares? Ni pensarlo porque, con raras excepciones, nuestros magnates sienten y obran como los yankis”.
Confesaba: “...Mientras tránsfugas con antecedentes penales, gangsters y banqueros de bolita sean dueños de clubes de pelota, nos hemos impuesto el sano propósito de estar alejados del béisbol profesional cubano, aunque no dejemos de reconocer a los hombres honorables que militan en él...” Por textos así intentaron evitar su quehacer en la prensa en lo que estuvieron involucrados dirigentes del Colegio Nacional de Periodistas: cumplían el mandato de los negociantes beisboleros. Debió examinarse de locución: aprobó. Al final, fracasaron sus perseguidores.
Con respecto a cierta subestimación que lo fustigó después de 1959, mencionaré lo planteado sobre el asunto por Carlos Rafael Rodríguez en una entrevista (18-5-1981) donde recalcó la siempre posición de izquierda de Martín, sin negar algunos choques que éste tuvo a su regreso a Cuba, a pesar de que muchos dirigentes abogaban por su incorporación activa a la pelota.“Se hicieron algunos intentos, Martín creo que estuvo haciendo comentarios beisboleros por la televisión en alguna época y asistiendo técnicamente al béisbol, No sé si hubo algunas dificultades”,
Añade:: “Martín era también de un carácter firme, de una naturaleza poco dada a una disciplina que no fuera acompañada de una concientización, de una convicción propia. Puede ser que esto haya influido en su apartamiento...Y agrega: “En el béisbol hemos tenido un poco de renuencia a depender de los profesionales, que en este terreno son los mejores, lo que retrasó durante unos años el béisbol cubano”.
Martín Dihigo jamás se alejó de la Revolución: era su Revolución, y sabía que el error, dogmático venía de individuos y no del proceso. Luchó por levantar la pelota azucarera, enseñó a niños y adolescentes en el José Antonio Echeverría, volvió al periodismo, todo para fortificar el deporte. Hasta que los años y ciertas tristezas lo llevaron a la jubilación. Regresó a Cruces, y entre anécdotas acerca de la pelota y enseñanzas sobre Martí, Maceo y Gómez, se sentían feliz rodeado de los pinos más nuevos, en su barco del parque. Sus restos descansan en el cementerio de ese pueblo y un estadio allí lleva su nombre. No lo podemos dejar morir. Su vida señala caminos indispensables.
Su muerte fue muy sentida en su patria y en decenas de países. Y si en vida los poetas no lo dejaron tranquilo, imagínense...Cuando el periodista mexicano Tito Melcocha le puso Guajolota, por una especie de ave por el tamañón, el cuello largo y la manera de caminar, se lo versificó: Si Guajolota es mi apodo/ me revienta hasta el ombligo/ y quisiera hallar el modo/ de que me escucharan todo/ lo que por dentro les “Dihigo.
Cuando el 8 de enero de 1977 fue colocado el nicho y la vitrina que le correspondía a El Inmortal en el Salón de la Fama de Cooperstown- había sido exaltado el 3-2-1971-,, según Santana aquel acto inspiró “... esta pequeña, pero sentida poesía”. Para mí que es del citador y por modestia no se la adjudicó: Fuiste el mejor entre los mejores/ y aunque no te dejaron llegar a las Mayores/porque miraban tu color y no tus valores/llegó la justicia, aunque tarde/supieron valorar a aquel que como llama arde/ pero vives eternamente entre los que te conocieron/y al hablar de peloteros, no se puede dejar de asociar/ al Dihigo que sufrió por la discriminación racial./ Pues hoy disfrutas el bien ganado Hall de la fama/ lugar que por tus hazañas, has ganado/llenando de glorias,/ a tu pueblo amado. Cuando por confusión se informó de su fallecimiento en febrero de 1969, al saber que es falsa la noticia, Nicolás Guillén le envío el día 20 la siguiente composición:
Querido Martín Dihigo. /te veo robusto y fuerte gritando: ¡Muera la muerte!/frente a frente al enemigo. /Aunque los años avanzan /siempre nos les escapamos/, pues si avanzan, avanzamos, y así nunca nos alcanzan. / Digo sin vana ilusión/y con el mayor respeto. / ¡ Aún puedo hacer yo un soneto,/ dar aún puedes tú un jonrón! / Adiós que te vaya bien / Me alegro que estés OKA.../ ¿Morir Dihigo? ¡Qué va /tuyo/ Nicolás Guillén.
Al conocer de su real fallecer, el Poeta Nacional lo sintió así: Elegía a Martín Dihigo: Así como después de una tormenta/el guardabosque sale/ para saber cuál ácana/cuál guayacán, cuál ébano/ cayó derribado por el viento,/así yo me detuve ante su cuerpo,/ tronco de ramas frescas, húmedas todavía/ y lloré su caída./ Ahí viene./Se lo llevan./Con la fuerte cabeza reclinada/en su guante de pitcher va Dihigo./El rostro de ceniza (la muerte de los negros)/ y los ojos cerrados persiguiendo/una blanca pelota, ya la última./ Silencio./Callados los amigos./ El cortejo/pisa calles de fieltro. / Ojos enrojecidos miran de las ventanas. /Está hecha de lágrimas la tarde.
SUS ARDIENTES NÚMEROS
Liga Profesional de Cuba: 262 juegos lanzados, completó 121, ganó 107 y perdió 56, para promediar 656. Líder sobre el box en tres ocasiones: 1935-1936, 1938-1939 y 1943-1944 con 11 - 2,14 - 2 y 8-1; en la última, agregó el más bajo promedio de carreras limpias: 2.23. Ofensiva: average de 295: 619 incogibles en 2095 veces: 95 tubeyes, 45 triples y 20 cuadrangulares. Robó 73 bases. Campeón de bateo en la temporada 1935-1936 con 358, título que agregó a la del mejor encima de la lomita: 846 por 11-2.. Bateó 300 o más durante diez torneos. Cuatro veces escogido como el más útil.
En México, average superior como pitcher de por vida: 119-57 para 676. Mejor porcentaje de carreras limpias en un certamen: 0,90 con el Águila en 1938. En tres oportunidades resultó rey del pitcheo y en cuatro encabezó la de los más ponchadores. En las Ligas Negras, 453 hits en 1 435 veces para 316 de average: 53 dobletes 18 tribeyes y 64 jonrones y estafó 32 almohadillas. As de los bambinazos en 1926, 1935 y 1936.Superior promedio de bateo en este último año en la Liga del Este. Desde la loma, 27 victorias frente a 21 reveses para 563. Propinó 126 ponchetes y concedió 61 boletos. Integra los salones de la fama de Cuba, México, Venezuela y EE.UU.
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