Daniel Enrique Osorio es un hombre de atletismo. Así lo confiesa, al punto de que valora su intensa conexión con la disciplina como parte de su torrente sanguíneo.

De ahí que, a pesar de los miles de kilómetros que nos separan en este minuto, y de mover los hilos de los exponentes del deporte rey que se encuentran desarrollando la temporada sobre pista cubierta en Europa, siempre halla un tiempo para responder inquietudes, aclarar el panorama, ofrecer pormenores sobre la condición de los atletas antillanos y valorar su rendimiento en las distintas competencias.

A propósito de la base de entrenamiento que sostuvieron en Monte Gordo, Portugal, el jefe técnico de la disciplina explicó vía online a CubaSí:

«Las condiciones que hallamos en Portugal han sido magníficas para darle cumplimiento a los objetivos planteados, cuya esencia era darle continuidad a la preparación iniciada en Camagüey después de tanto tiempo sin entrenar, y recuperar un grupo de valores desde el punto de vista físico y técnico, luego de tantos meses de stop por causa de la pandemia del coronavirus.

«Desde las instalaciones de entrenamiento, hasta el más minucioso cuidado en el hotel y demás áreas con las que, de una forma u otra, hemos tenido contacto, todo se ha comportado bajo los más estrictos protocolos sanitarios.

«La base propiamente ha sido muy buena, y me refiero a todo el grupo de atletas y entrenadores que estuvo involucrado, no solo este selecto equipo que se mantuvo acá para cumplir con compromisos competitivos de la gira invernal.

«Se cumplieron los objetivos trazados con el máximo de aprovechamiento en los componentes físico y técnico. Lógicamente, la principal evaluación la da la competencia, por lo que, en ese sentido, la planificación ha sido escalonada y progresiva, de a poco.

«Son los certámenes los que corroboran hasta qué punto ha sido eficaz y efectiva esa etapa preparatoria previa», manifestó el también entrenador de Juan Miguel Echevarría.

Precisamente, de muy buenas podemos valorar las primeras participaciones de nuestros saltadores, tanto en Udine, Italia, como en Karlsruhe, Alemania.

Luis Enrique comenzó sumamente bien, dentro de los parámetros contemplados para su debut en el precompetitivo. Se sintió bien, amén de acusar algo de descoordinación en la relación carrera-despegue, algo natural, teniendo en cuenta todo el tiempo de inactividad que enfrentaron.

Tanto es así, que luego, en Banska Bystrika, Eslovaquia, realizó su segundo mejor registro de por vida (2.31 metros), a dos centímetros de los 2.33 de la campaña precedente en ese mismo escenario, un evento al cual le ha tomado el pulso, con excelentes resultados cada vez que ha competido allí.

Con respecto a Karlsruhe, fue una actuación bastante completa en materia de preseas: tres atletas, dos oros y una plata, con la participación de Juan Miguel y Massó, y su uno-dos en el salto de longitud.

En materia de marcas, muy bien igualmente, con topes personales techados de Liadagmis (14.54 en triple) y Massó (8.08); además de la segunda mejor cota de Juan Miguel a inicios de una temporada invernal, lo que nos deja muy satisfechos con todos los resultados.

«Desde el punto de vista técnico, se vieron los detalles que teníamos previsto les sucederían, pero veníamos esencialmente a eso: a recuperar sensaciones que se habían dejado de tener por ausencia de competencias.

«Esas imprecisiones, asociadas fundamentalmente al ritmo de carrera de impulso y esa relación de los pasos finales con el despegue en la tabla, se deben resolver y mejorar, en consecuencia con eso, los resultados que irán teniendo los muchachos, incluso los que aún no han debutado», ahondó el entrenador, quien ponderó, desde el punto de vista epidemiológico, el riguroso cumplimiento de todos los protocolos sanitarios establecidos en cada sede de confrontación.

Un aparte con Luis Enrique Zayas

A propósito de Zayas, en suelo eslovaco igualó el registro del ganador, el curtido italiano Gianmarco Tamberi. Mencionábamos que los 2.31 materializados constituyen la segunda mejor marca de por vida para el antillano, que al aire libre exhibe 2.30, registro ganador en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, y con el cual se ubicó quinto en el Mundial de Doha ese mismo año.

Hurgando en la secuencia del discípulo de Juan Francisco Centelles, y tutelado de Javier Sotomayor, hallamos que venció impecable en sus primeros intentos las alturas de 2.20 y 2.24, esta última, la que consiguió en Udine, Italia, en su apertura.

De hecho, solo él y Tamberi abrieron con la varilla situada en los 2.20, señal de seguridad y confianza en sus ejecuciones. Digo esto porque el ucraniano Andriy Protsenko (2.28-3ro.) inició con el listón en 2.10.

De vuelta a Zayas, venció in extremis los 2.28 y los 2.31. Esas alturas logradas en las terceras ejecuciones dan la medida de que aún no ha ajustado completamente su técnica, fundamentalmente las cuestiones coordinativas de carrera de impulso-despegue que mencionaba el profe Osorio en sus valoraciones.

De hecho, ese registro ganador constituye igualmente marca líder de temporada, abrazado con Tamberi y el ruso Mikhail Akimenko.

De cualquier manera, podemos hablar de estabilidad en el joven nacido el 7 de junio de 1997, pues es la tercera temporada en la que ostenta registros superiores a los respetables 2.30.

Dicho sea de paso, lanza una candidatura a la posible pugna por preseas en Tokio, lid para la cual, después del fuera de serie catarí Mutaz Essa Barshim (2.37 dorados en el Mundial de Catar, en 2019), cuenta con un pelotón de saltadores con posibilidades bastante parecidas, al que se ha sumado por mérito propio Zayas.

Ese es el panorama, amigos míos. El campo y pista cubano comienza a carburar con el objetivo supremo de Tokio en el horizonte, y lo ha hecho en grande desde el mismo estreno.