Caso positivo: La cuarentena de un jurista en Cuba

Mientras Cuba vivía la etapa más tensa del aislamiento social derivado de la  Covid-19, no estaba en los planes de Yunior Leyva Ávila quedarse ocioso. Tampoco imaginó llegar a ser uno de los contagiados con el SARS-CoV-2. 

Último curso de Derecho, 27 años, alto, atlético, ojos grandes, mestizo y voz ecuánime. Cuando el país entró en esta situación Yunior primero laboró en la Fiscalía Provincial de La Habana, donde funge como asistente. Luego asumió tareas en su Consejo Popular, en el cual es delegado por su circunscripción. 

“El gobierno municipal de San Miguel del Padrón mandó una carta a la Fiscalía Provincial para que me liberaran. Empecé a trabajar en todas las cosas que hacían falta en las circunscripciones, como el tema de la alimentación. A diario salía por la mañana y llegaba tardísimo a la casa. Recorría todo el Consejo, las 12 circunscripciones. Así estuve hasta que me contagié con el coronavirus”.

Yunior supo que sería tratado formalmente como sospechoso cuando aislaron a la presidenta de su Consejo Popular y luego resultó positiva. Inicialmente no creía en la peor probabilidad, pues, según cuenta, no había tenido contacto de cerca con ella. Sin embargo, las autoridades tomaron la decisión de trasladar a todos los delegados y trabajadores sociales del Consejo Popular al centro de aislamiento preparado en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Allí estuvo hasta que se conoció el resultado de los PCR realizados. 

“Pensé en muchas cosas, pero la primera fue la familia. Tengo familiares con factores de riesgo y enfermedades crónicas de salud, como mi abuelo, mi abuela y mi mamá. Son personas mayores que podían tener otra complicación si también daban positivo. Esa constituyó mi preocupación los primeros días.  Por suerte resultaron negativos”.

Cuando le tomaron las muestras para el PCR fue un poco molesto. “Te introducen un palillo por la nariz y otro por la garganta. El de la nariz te llega casi al cerebro. Pero todo el mundo sabía que era por el bien”.

De entre la red de sospechosos a partir de la presidenta de su Consejo Popular, solo él dio positivo al virus. Inmediatamente lo trasladaron para el Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK). El resto de los aislados permaneció en la UCI por varios días, para una repetición del examen. En la Fiscalía Provincial también se realizaron pruebas PCR a los trabajadores: Yunior había pasado por allí pocos días atrás. 

“En mi opinión me cuidé. Incluso en las reuniones en el Consejo Popular siempre andaba todo el mundo con nasobuco, hipoclorito y manteniendo la distancia. Cuando llegaba a casa eran más estrictas las medidas: prácticamente me desvestía en el portal, cloro en los zapatos, cloro en las manos, me quitaba la ropa e iba directo para la ducha… Más estricto no pude ser, pero bueno, sucedió”.

Yunior nunca había estado en el IPK aunque tenía referencias del lugar. Cuando llegó no presentaba síntomas asociados a la Covid-19. Allí le hicieron pruebas médicas de todo tipo. En realidad, transitó todo el ciclo como asintomático. De no ser porque le habían realizado el PCR, probablemente nunca hubiera sabido que en su organismo el material genético del nuevo coronavirus intentaba multiplicarse.  

“Estuve en la sala de los cubanos. La atención desde el primer día fue buena, por las condiciones y por la atención médica. Fueron dos turnos, porque ellos están 14 días ahí y yo entré como en el día 11 o 12 de los primeros. De inicio me atendió un personal y después otro. Todo bien, siempre preocupados. A las 6:00 de la mañana venía un doctor a darme los medicamentos. Después venía a las 8:00 de la mañana a tomarme la temperatura, a auscultarme… Trabajan muy bien ahí. Es realmente un centro de avanzada de la medicina en Cuba”.  
Inicialmente le administraron tres medicamentos: Interferón Alfa 2b, Kaletra y cloroquina. El Interferón le provocó una reacción muy adversa: diarrea, vómito, decaimiento y dolores musculares. “Era muy fuerte ese medicamento”. Se lo suspendieron y continuó recibiendo solo los otros dos. Durante los 14 días que pasó en el IPK leyó. Habló con la familia y amigos por WhatsApp y Facebook. Se propuso no romper el contacto con el mundo exterior para no afectarse psicológicamente.  

“Estuve como 15 días aislado en un cuarto pequeño, solo. Veía una persona en el día, disfrazada totalmente. Intenté mantenerme activo mental y físicamente, con ejercicios. No obstante, nunca faltaron los amigos y familiares (cercanos y no tan cercanos) que a toda hora llamaron y mandaron mensajes de preocupación y apoyo. Preguntaban qué me hacía falta, si necesitaba saldo, que si me podían mandar cosas, qué le hacía falta a mi familia… Nunca olvidaré todas esas muestras de cariño y afecto”.

El tratamiento se extendió, tras la salida del ingreso hospitalario, por otros 14 días en el hogar. Se reencontró con su abuelo, su abuela y su mamá. Ellos  también habían cumplido un periodo de aislamiento, pero en un centro distinto, en la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE). “Los atendieron muy bien. Estuvieron por tres días, hasta que llegó la confirmación negativa del examen PCR”. 

Luego de cumplir los protocolos clínicos y epidemiológicos, se reincorporó al trabajo en la Fiscalía. No perdió tiempo. “Me considero un muchacho útil. Siempre me ha gustado dar el primer paso. Me cuesta trabajo decir que no. Cualquier tarea, sea muy fácil o muy difícil, la asumo. Como joven creo que he sido consecuente con lo que creo”.

“¿Ser un sobreviviente? Ahora veo las cosas de otra manera, con otras aristas, entiendo cosas que antes no entendía. Para compartir estas experiencias hay que haberlas vivido. Las viví en primera persona”.