Geriátrico de barrio exclusivo de NY también tiene problemas

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Geriátrico de barrio exclusivo de NY también tiene problemas
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Fecha de publicación: 
20 Abril 2020
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Cuando los residentes de un geriátrico de Kirkland, estado de Washington, empezaron a morir en febrero por el brote de coronavirus que mataría a 43 de ellos, todo estaba bien en al Centro de Salud de Cobble Hill, una instalación con 360 camas en un barrio exclusivo de Brooklyn.

 

Su página de Facebook publicó una entrada optimista en la que alentaba a los parientes a preguntarles a sus familiares sobre sus vidas y sobre las fotos de estudiantes de tercer grado de una escuela de la zona que hacían arreglos florales para los pacientes.

 

Todo eso cambió muy pronto. Hacia mediados de marzo, el director ejecutivo del geriátrico comenzó a enviar alarmantes correos electrónicos prohibiendo las visitas, examinando al personal, restringiendo los movimientos de los residentes, limpiando las superficies y manteniendo conferencia para prepararse para lo que se venía.

 

“Haré todo lo posible por proteger” a los residentes, escribió Donny Tuchman antes de que las cosas empeorasen. Más de 100 empleados --casi un tercio del total-- se declararon enfermos. Los que quedaron empezaron a usar bolsas de basura para protegerse ante la escasez de equipo de protección. Ni un solo residente ha podido hacerse la prueba del virus hasta ahora.

 

Ya hay 55 muertes que se presume fueron causadas por el COVID-19, uno de los balances más altos de todo el país en este tipo de instituciones. Y el Centro de Salud de Cobble Hill ha pasado a ser otro ejemplo de los problemas que hay para contener la rápida propagación del virus en residencias para ancianos, el sector más frágil y vulnerable de la población.

 

El saldo de muertos en Cobble Hill rebasa no solo el de Kirkland sino también los 49 decesos de una residencia en Richmond, Virginia; los 48 de otra de Holyoke, Massachusetts, y los de cinco centros de las afueras de la ciudad de Nueva York con al menos 40 muertes cada uno.

 

Según una cuenta de la Associated Press, de las 8.003 muertes que ha habido en residencias para ancianos en todo el país, un tercio de ellas ocurrieron en el estado de Nueva York.

 

Entrevistas de la AP con amigos y parientes que visitaron el Centro de Salud de Cobble Hill en las últimas semanas, así como declaraciones de la propia residencia, revelan una situación en la que el geriátrico está desbordado y sin el equipo necesario para enfrentar el virus, con escasez de personal, de equipo protector y de pruebas confiables.

 

“Estaban bajo sitio”, dijo Daniel Arbeeny, quien se llevó a su padre, de 88 años, a su casa a fines de marzo. “Hasta donde pude ver, hacían lo que podían”

 

Tuchman dijo a la AP el domingo que cree que otras residencias para ancianos tienen más muertos que Cobble Hill, pero todavía no lo han admitido. Indicó que el geriátrico respondió a una consulta del estado acerca de las muertes que podrían estar relacionadas con el COVID-19. El geriátrico no pudo hacer pruebas por la falta de equipo. Agregó que la residencia reportó 50 muertes, pero que el estado insiste en que fueron 55.

 

“No se habla de lo vulnerables que son las residencias para ancianos. Todos tienen las mejores intenciones, pero no alcanza”, expresó Tuchman. “No llegó el equipo para proteger a los empleados, no se materializó el aumento del personal ni tampoco la llegada de pruebas. ¿Cómo esperan que esto no se esparza?”.

 

Tuchman no sabe cómo llegó el virus al geriátrico, aunque dice que ha habido mucho movimiento de paramédicos y de personal que ingresaba al centro a diario tras pasar un examen en el que se les toma la temperatura y se le hace preguntas. Esto no impidió el posible ingreso de portadores asintomáticos.

 

Eva Buchmuller, artista de la ciudad de Nueva York cuya mejor amiga vivió en Cobble Hill con el mal de Alzheimer por tres años, dijo que no le sorprendía que el virus se esparciese en la residencia, que tiene espacios reducidos y donde no se permite a los residentes abrir ventanas.

 

El centro “estaba siempre, siempre, lleno”, comentó. “Es imposible evitar contagiarse”.

 

La residencia ocupa lo que supo ser un hospital del siglo 19. Hace poco el estado le dio una calificación de tres estrellas de un máximo de cinco y el promedio de quejas que recibe es la mitad del promedio a nivel estatal.

 

Tiene mucha demanda --y una ocupación del 98% según el estado-- en una ciudad donde muchos geriátricos han cerrado para dar paso a departamentos.

 

Este mes Daniel Arbeeny y su familia decidieron sacar a su padre de Cobble Hill. Posteriormente la familia coordinó una donación de protectores del rostro y no culpa al geriátrico por el brote ni por las muertes.

 

“Para mí, es una situación muy mala”, expresó Arbeeny. “Les tocaron cartas muy malas”.

 

El alcalde de Nueva York Bill de Blasio dijo el lunes en el programa “Morning Joe” de MSNBC que la situación en Cobble Hill y en otros geriátricos indica que “no se puede pensar que esta enfermedad tan feroz va a desaparecer por si sola o si movemos un interruptor”.

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