EEUU: Supremacistas de fiesta

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EEUU: Supremacistas de fiesta
Fecha de publicación: 
20 Abril 2020
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No recuerdo en mi ahora larga vida que un presidente de Estados Unidos haya recibido tan fanático respaldo como el que mantienen los supremacistas blancos con Donald Trump.
Incluso uno de ellos, Ronald Reagan, resultó víctima de un atentado fallido cuando se creía equivocadamente que esgrimía ideas progresistas.

Y hablo de esto, porque la inmensa mayoría de los líderes de más de 900 entidades estadounidenses de supremacistas blancos, esos que juraron asesinar a quienes se opusieran a Trump –su ídolo-  han llamado a los seguidores enfermos a propagar el coronavirus en las comunidades que consideran enemigas, contaminando los lugares públicos y de culto. 

Es decir, utilizan la pandemia como un arma contra las comunidades judías, negras y latinoamericanas.  Los más virulentos y activos en la web han llamado a propagar la enfermedad, una obligación en caso de contraerla.

Evelyn Pérez, analista en política, explica que estos grupos se comunican al parecer entre ellos vía la aplicación Telegram, y que hablan de “cómo infectar a gente no blanca en Estados Unidos, ir a vecindarios minoritarios y además de cómo escupir en las puertas, en los ascensores…”.

Entre los métodos evocados está también vaporizar con saliva, mientras otros llaman a organizar tiroteos o incendios, y dejar objetos contaminados en lugares públicos como si fueran bombas.

El país se convirtió en el primero del mundo en registrar más de 2.000 muertos por coronavirus en un sólo día. Al mismo tiempo, la crisis sanitaria ha dejado a 22 millones de personas sin trabajo.

Además, a los diversos y costosos errores del mandatario estadounidense que coadyuvaron a expandir la epidemia, se suma ahora que, en varios estados, como en Florida, ha sido abandonada la cuarentena en diversos lugares, y puesto en peligro a personas llamadas a trabajar, con grave peligro para sus vidas.

A esto se suma que la cifra reportada de contagiados y muertes sigue siendo la mayor en el mundo, sin contar que, según algunas fuentes, se ocultan algunas cifras, como los miles de muertos causados en el estado de Nueva Jersey.

Conocidos de allí afirman que, como ocurrió en Ecuador, Nueva York y otros lugares del territorio norteamericano, centenares de difuntos han sido enterrados en los patios de sus hogares, incluso de personas con recursos, cuestión n muy corriente, pero que no tomaron precauciones, debido a la tardanza oficial en tomar las providencias.

DE LO MAL A LO PEOR

Pero hay mucho más, y peor: Trump rompió relaciones y negó colaborar financieramente con la Organización Mundial de la Salud, porque esta dedica sus ingresos a países que, como China, no son gratos a la Casa blanca.

El hecho ocurre en los instantes que Estados Unidos estableció el lamentable récord de más de 2 300 muertos en un solo día, lo cual elevó a 23 000 el número de víctimas fatales de la enfermedad, cifras realmente poco o creíbles, porque ocultan el deceso de centenares, miles probablemente, de personas indocumentadas, ancianos y probables votantes demócratas, todos ellos figurantes en una lista no grata al actual gobierno y a sus supremacistas blancos.

Esta crisis inédita, y su consecuente paralización industrial y económica, también ha sacudido el sector laboral. En apenas tres semanas, la economía estadounidense pasó de tener el mejor rendimiento de sus últimos 50 años.
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El gobierno de Donald Trump, el congreso y el Banco Central han tratado de contener la hemorragia desde hace varias semanas inyectando miles de millones de dólares. Pero el presidente insiste en reactivar la economía lo antes posible, aunque ha tenido que reconocer la gravedad de la crisis sanitaria que en un principio negó.

El jueves, el Banco Central anunció el desbloqueo de 2 300 millones de dólares, en buena parte para las empresas, pero también las administraciones locales y Estados federales.
De su lado, la Reserva Federal de Estados Unidos (Red) entregará 600 000 millones de dólares a las empresas de más de 10 000 trabajadores.

Pero la peor está por llegar, porque Trump, para intentar proteger los intereses de los poderosos, levantó nuevas restricciones sanitarias, y obligó a muchos trabajadores a regresar al trabajo, con el consiguiente peligro de perderlo si no lo hacían, en una nación donde millones de personas no tienen seguro médico, y a muchos les resulta insuficiente.
 

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