EN FOTOS: La danza es libertad… con moldes
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Hay muchos alumnos en este salón. Y un solo maestro: el chileno Bernardo Orellana, coreógrafo y profesor con una larga carrera en escuelas y compañías de todo el continente, recientemente doctorado en la Universidad de las Artes de Cuba. Ahora impartirá un taller a los estudiantes de primer año de la Escuela Nacional de Danza.
La danza es libertad, suelen decir los poetas. Hasta cierto punto. La técnica y el sentido del grupo imponen pautas que los bailarines deben atender. La formación de un bailarín es un ejercicio complejo. Libertad con moldes.
En Cuba hay escuelas de danza moderna en algunas ciudades del país. La de La Habana, ubicada en el complejo Cubanacán, ha graduado a buena parte de los integrantes de las agrupaciones cubanas. Los estudiantes que entran cada año tienen a su disposición un claustro de profesores, pero no basta. Esta es una carrera de mucho empeño. No todos los que entran terminarán siendo grandes bailarines.
Pero en el salón todos pueden soñar un futuro. Y comenzar a trabajar con ese objetivo.
Una clase de danza es una consecución de ejercicios (la creatividad del profesor evitará la monotonía) y momentos de descanso. El fotógrafo que pretenda recrearla deberá pasar inadvertido. Cuando los alumnos se olvidan de él, se muestran con una naturalidad que es, en definitiva, una de las grandes aspiraciones de este arte: bailar como si bailar fuera la vida.
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