31 de diciembre en Cuba: Puerco asado, besos y abrazos
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A diferencia de otras latitudes, los cubanos somos pródigos en mostrar afectos. La última noche de este 2019 será así también.
Una investigación llevada a cabo en Europa reveló que las personas cuando están próximas a la muerte se arrepienten de no haber dicho lo suficiente a su pareja, sus familiares y amigos cuánto los querían.
Los cubanos, como tendencia, no somos tan reservados como los habitantes del viejo continente, y no perdemos oportunidad para expresar abiertamente nuestras emociones positivas o negativas, para gesticular y palmear en el hombro, incluso a desconocidos.
Por eso, este fin de año tampoco faltarán en Cuba abundantes expresiones de afecto y cariño, habrá besos y abrazos al por mayor.
Será sobre todo amor a la familia, a los amigos, a la pareja. Y una forma de hacerlo es organizando, lo mejor que se pueda, la despedida del año.
Siguiendo una muy añeja costumbre, cuyas vestiduras se han ido acomodando de acuerdo con las distintas etapas atravesadas por la nación, la más importante tradición de la familia cubana es esperar juntos el fin de año, al menos, así lo suscribía a Cubahora la socióloga Adriana Ricardo Díaz, de la Dirección de cooperación internacional de la Oficina del Historiador de La Habana.
“El fin de año es un código que comunica a todo el mundo como cubanos, y también con el resto del mundo, porque todos celebramos el fin de año”, aseguraba la estudiosa.
Y en esa reunión especial, no falta casi nunca la famosa cena de fin de año. El principal “invitado” a la mesa es el puerquito asado, que no tiene que ser completo, pero, al menos, un pedazo deja revolotear sus aromas sobre el mantel familiar.
La mágica fragancia del ajo, el orégano, comino y el limón o naranja agria fundiéndose con las grasas del animalito en el horno o en púa, es de esos sellos que acompañan al 31 de diciembre en Cuba.
Revolotea el aroma por las cocinas, se escapa por las ventanas desde que el último día del año empieza a despertar, y, cuando llega la noche y todo ocupa su asiento en la mesa, se combina entonces con los olores vapores del congrí recién servido y la yuca humeante con su mojo criollo.
La ensalada de lechuga y tomate casi nunca falta, aportando su toque de color y salud, que combina con algún dulce, generalmente casero: un flan, un pudín, casquitos de guayaba...
Claro que es solo lo más usual, porque hay quien prefiere comida italiana, o china, o mariscos, o quién sabe qué.
Algunos igual optarán por la también añeja costumbre de tirar agua para botar lo malo del año, o de salir con una maleta a dar la vuelta a la manzana, o quemar un muñeco que simboliza al viejo año.
Pero lo que todos, todos los cubanos prefieren cuando suenan las doce campanadas y expira el último minuto del año dando paso al nuevo, es recibir y dar un buen abrazo, un beso, un estrechón de manos.
Con esa franqueza que da el mirar recto a los ojos y, desde la esquina más genuina del alma, desearle al otro, y escuchar de otros, que el año nuevo sea muy bueno, lleno de felicidad, armonía, salud y prosperidad.
Eso nos deseamos los cubanos y juntaremos hombros para lograrlo. Como primer paso, para preparar bien el terreno, a las 12 de la noche de este día 31, derrocharemos besos y abrazos a borbotones. ¿Hay un abono mejor?
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