Recuerdo aquella conversación con Justo Noda antes de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014 como si fuera hoy: “Iván Silva, ese muchacho será un gran judoca”. Entonces iniciaba su estela competitiva al máximo nivel en la división de 81 kilogramos.

Hoy, nos llega desde Bakú a la lejana distancia de 11 389 kilómetros la grata noticia de que el matancero nacido el 8 de enero de 1996 acaba de inscribirse entre los inmortales del orbe en los 90 kilogramos, al fraguar sobre el tatami una plata insospechada para muchos.

Su calidad es incuestionable: lo avalaban el escaño 18 del ranking (1 895 ptos) antes de iniciar su ruta en la capital azerí. Allí fue desbancando uno por uno a sus oponentes sin importar el pedigrí de los mismos.

Redujo sin dificultades en su primera pelea al gabonés Paul Kibikai, por técnica de inmovilización en el segundo minuto del combate. Luego dejó en el camino al ucraniano Quedjau Nhabali, campeón mundial juvenil del 2009, y a falta de 37 segundos para culminar el tiempo reglamentario premió su esfuerzo con ippón gracias a una técnica de cadera.

Por wazari hizo caer a la revelación libanesa Nacif Elias, quien antes había desbancado al puntero del escalafón, el serbio Aleksandar Kukolj. Por el dominio de la llave se midió al curtido nipón Kenta Nagasawa (9no-2 940 unidades) y se impuso por descalificación (tres shidos) en el cuarto minuto de la regla de oro.

Las semifinales le depararían otro hueso duro de roer: el francés Axel Clerget (16-2 029), pero Silva estaba en tarde de gala y no creyó en el galo. Le recetó ippón cuando el reloj marcaba 2:24 minutos para el final. La acción, dudosa, se derivó de un contraataque del antillano, que cayó sobre su rival.

Todo estaba dibujado para la final, cara a cara con el español de origen georgiano Nikoloz Sherazadishvili, victimario de su coequipero Asley González en busca de las semifinales. Cabe reconocer que en su duelo anterior con el italiano Nicholas Mungai González había sufrido una ruptura de bíceps femoral (información aportada por el periodista Joel García desde la sede), lo que lo privó de un rendimiento óptimo.

Silva igualmente hincó su rodilla pero vendió cara la derrota pues forzó el combate con Sherazadishvili hasta que restaban 2:18 minutos para concluir la regla de oro.

De cualquier manera puede considerarse muy loable el rendimiento del yumurino discípulo en la actualidad de Julio Alderete, quien en este 2018 solo ha conocido el podio en los principales certámenes internacionales a los que ha concurrido. Además de exhibir balance internacional de 79 sonrisas y 40 fracasos en lides extrafronteras desde el 2013, según el sitio especializado www.judoinside.com. En lo que va de 2018 atesora 17 éxitos y tres deslices.

Un dato curioso: de los medallistas de la edición precedente, ninguno repitió ahora en Bakú, lo que da la medida de la paridad que exhibe la élite universal en la división de 90 kilogramos.

Lo cierto es que la inscripción de Cuba en el medallero, para mantener la presencia en el selecto club de naciones de poder en el judo, llegó por intermedio de Silva, cuando aún poseen opciones de emularlo Kaliema Antomarchi (78 kg), Idalys Ortiz (+78) entre las damas; y con un porcentaje un tanto menor, pero no del todo excluido, Andy Granda (+100 kg).

Japón (5-5-3) domina con contundencia el medallero. Le escoltan Francia (1-1-2), Irán, Sudcorea y Ucrania (1-0-1), en tanto España completa la relación de naciones con título.

Puede que el martes igualmente sea un día de gracia para Cuba en Azerbaiyán. Ni 11 389 kilómetros ni ninguna otra distancia, se antoja lejana para festejar el éxito de los atletas cubanos.