MIRAR(NOS): Antes de los ta
especiales
Pudiera, claro que pudiera, demorar un año más en publicar esta columna; en resumidas cuentas, todavía no llego a los ta. La temible edad en que pasas de ser «niña» y se te erizan hasta los pelos de la lengua cuando los más jóvenes que tú piden «permiso, señora» para pasar, para interrumpir, para preguntar... Mejor calladitos, ¿eh?
El caso es que a las de mi sexo, aunque los 30 sean bien vividos, les vienen matices de vergüenza a la cara (léase «se ponen rojas de vergüenza») cuando alguien pregunta (porque la gente siempre lo hace, como si en eso les fuera la vida) la razón, sin medias tintas, de por qué hemos optado por la soledad.
Será porque hasta aquí no nos ha ido como esperábamos; hombre, que si no, estuviéramos acompañadas... no hay que graduarse con título de oro para saber eso. Ni los exigidos 4.75 serían suficientes para embelesar a Cupido porque, y lo sabe el mundo, el amor, el perfecto amor equivocado no sabe nada de títulos académicos... ni de belleza, dicen que no se entera de nada. Es ciego, ¿recuerdan?
Un psicólogo francés ya dijo que el flechazo existe y como eso ya lo dábamos por sentado, a lo mejor para darse importancia añadió que se necesitan siete segundos para lo que se denomina atracción sexual. O sea, saber si alguien te gusta sucede rápido, digamos que es como un reflejo. La apariencia puede seducir, la personalidad puede enamorar.
El caso de la soledad, simplemente, amigos que me leen hoy, tiene que ver con el mercado. No, no hablo del mercado agropecuario, tan deprimido él, que le hace la competencia a las ofertas sentimentales.
Ya sé, al final me van a tildar de inconforme. Resulta que no quisiera un «yoísta prehistórico», ni los de la técnica de seducción barata que pasan el rato mirando sus músculos o examinando sus dientes.
Me gustaría un tipejo de vida propia e independiente; si puede, que me haga reír y que, por favor, no mencione los temas superficiales como la ley de gravedad cuando ya no le quede nada por decirme. Quisiera uno de los sencillos, por sencillo entienda rural; con la maldad necesaria, sin excesos tampoco en eso.
¿Qué concedo a cambio? Sentido del humor, fidelidad, disfrutar tanto de un paseo como de una película de domingo por la tarde. Prometo cantar juntos canciones de Ed Sheeran y de Kelvis Ochoa, y todo esto sin el nerviosismo de las desafinaciones, o sea, ellas también son parte del paquete.
Prometo mucho más, pero si sigo, van a pensar que me estoy vendiendo y no, en serio, no lo estoy haciendo.
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