De la vida cotidiana: Cien vivas a Osvaldo
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Creo que es una especie de “desahogo esperanzador”, una anécdota que nos hace ver —por suerte— que no todo está perdido y que aún en las más difíciles circunstancias muchos cubanos mantienen valores esenciales.
Cerca del mediodía de un día, fin de semana, abordó un taxi rutero que cubre la ruta del Vedado (en 27 y O) hasta Santiago de las Vegas y — al margen de lo inusual de que el chofer se presentó y dijo hasta su nombre, por cierto Osvaldo y el número 100, de la agencia de taxis— lo más asombroso de todo es que hizo el viaje sin pagar un centavo, pues en el carro se percató de que había olvidado el monedero.
Entonces le pidió al chofer que detuviera el transporte para bajarse, a lo que él se negó, diciéndole que no iba a ser ni más rico, ni más pobre.
El cuento es corto, bien corto, y la anécdota pudiera parecer insignificante, más no lo es. En tiempos en que mucha gente sobrevalora el tener dinero a toda costa el hecho de que este simple transportista asumiera tal conducta dice mucho de su valía como ser humano.
Recientemente dos colegas de este propio portal describieron escenas totalmente opuestas a la narrada por Lupe. La del camión de Matanzas que un día antes de que comenzara el curso escolar —no es cualquier día— y una vez que las personas estaban sentadas exigió, sin escrúpulo alguno, el pago de 5 CUC hasta La Habana. Y aprovechándose de las necesidades expresó: “Hoy no hay transporte y la gente necesita viajar”. Estoy segura que muchos habrán pensado: “Pero no a costa mía”,mas no les quedó mas remedio que caer "en la trampa", a falta de otras alternativas.
El otro hecho lo relató Yuris Nórido, relacionado con los llamados boteros y la nueva modalidad del “taxi directo”, que él lo ha sentido en carne propia en la intersección de Prado y Neptuno. Sí, directos a saquear el bolsillo de la gente.
Son solo dos ejemplos de cómo anda nuestro mundo en materia —no de transporte, porque las dificultades en este sector tienen muchísimas otras aristas por comentar— de conducta ciudadana, en el deber para y con los demás.
Estas son líneas de elogio para Osvaldo y para otros que seguramente existen. ¿Qué humanidad puede haber en una persona, no vamos a decir chofer, que le exija a un pasajero, más si es mujer, bajarse del taxi porque sencillamente olvidó el monedero en casa?
Claro que ello no puede permitirse con frecuencia, porque si no, de qué disciplina estaríamos hablando, pero los choferes conocen cuando se trata de timadores o de quienes quieren pasar gato por liebre.
Muy bien por Osvaldo y ojalá que ese número cien que le acompaña le proporcione toda la suerte del mundo, que no quiere decir, precisamente, dinero.
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