Bailan en Cuba en honor a Alicia Alonso, eterna fuente de inspiración

Bailan en Cuba en honor a Alicia Alonso, eterna fuente de inspiración
Fecha de publicación: 
19 Octubre 2019
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El legado de Alicia Alonso adquiere hoy mayor intensidad en Cuba tras su muerte cuando las nuevas generaciones de bailarines decidieron homenajearla con algo digno de ella y, como nunca se le vio llorar, bailaron.

El Teatro Sauto en Matanzas tiene el privilegio de ser sede de la primera función de homenaje a nuestra Alicia.

Tras la noticia de su fallecimiento no hubo tiempo para llorar, pero sí para hacer lo que ella nos enseñó... y eso es simplemente bailar. Bailar con el corazón, afirmó la primera bailarina Viengsay Valdés, antes del espectáculo.

El coliseo de la occidental provincia de Matanzas acogió la víspera el tributo danzario y lo protagonizó justamente el Ballet Nacional de Cuba (BNC), la compañía que la legendaria artista fundó en 1948 junto a Fernando y Alberto Alonso.

La constancia, la exigencia, la calidad interpretativa y técnica, una pasión por la danza -contagiosa- y la determinación de Alicia, son cualidades que pocas personas reúnen, observó Valdés, quien este año asumió el cargo de subdirectora artística del BNC a fin de apoyar la labor de la que fue su maestra y la artista cubana más universal.

Nuestras características propias de la escuela cubana de ballet fueron esculpidas en ella como modelo. Su gusto estético y temperamento nos identifica en cualquier parte del mundo, reflexionó ante miles de espectadores que colmaron el Teatro Sauto pues más de 700 lunetas no alcanzaron, fue necesario poner sillas en los pasillos.

La compañía abrió la función con Las sílfides, pieza que integra su repertorio desde la temporada fundacional y que se acerca a la poesía, a la naturaleza incorpórea del espíritu romántico, totalmente ajena a las demostraciones de fuerza física de muchas creaciones de los siglos XX y XXI, pero compleja por su ligereza, solo aparente.

Claudia García, Rafael Quenedit, Cynthia Villalonga y Ginett Moncho recrearon el ambiente de ensueño de esa obra magistral de Mijaíl Fokin, a partir de la cual Alonso propuso una versión elegante y consecuente con la original.

La magia de los muñecos que cobran vida a la luz de la luna y escenifican un dueto de encuentros y desencuentros cargado de simbolismo, emocionó hasta las lágrimas a varios espectadores, por la carismática interpretación de Chanell Cabrera y Lázaro Francisco.

Sin dudas, Muñecos, de Alberto Méndez se consolida como un clásico de la coreografía cubana que enlaza, con efectividad, la cultura universal con la propia de esta isla caribeña.

Viengsay Valdés y Dani Hernández se divirtieron en escena con la excelencia natural que ambos suelen conferirle a todo lo que interpretan, esta vez se confabularon para hechizar al auditorio con Valsette, el pas de deux final de Nuestros Valses, una de las obras del coreógrafo venezolano más universal, Vicente Nebrada.

Para cerrar, Ely Regina Hernández, Chavela Riera, Maureen Gil, Luis Fernández, Marlon Frómeta y Omar Hernández brillaron en Celeste, creación de la coreógrafa belga-colombiana Annabelle López Ochoa en exclusiva para el BNC, sobre una intensa partitura de Piotr Ilich Chaikovski.

Después de la función, el BNC emprendió el camino de regreso a La Habana, para continuar rindiendo tributo a Alonso este sábado, en el Gran Teatro de La Habana que ostenta su nombre y donde recibía prolongadas ovaciones cuando aparecía.

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