La Demajagua: Génesis y continuidad

La Demajagua: Génesis y continuidad
Fecha de publicación: 
10 Octubre 2019
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De aquella epopeya grandiosa en La Demajagua —¡y es merecido agregar el epíteto!— apenas queda la rueda de un molino de caña recostada a un legendario jagüey. Más allá de lo visible, ahí comenzó el camino hacia la Revolución, que, como sentenció el Comandante en Jefe, Fidel Castro, en 1968, en el centenario de aquel trascendental hecho, «en Cuba solo ha habido una Revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de Octubre de 1868. Y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instantes».

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Entrada al Parque Nacional La Demajagua.

 
El afortunado y culto hacendado lleva en sí ese gran mérito que lo convirtió en el Padre de la Patria. Adelantado a los acontecimientos, pues el entonces Gobernador General de Cuba había dado órdenes de arrestarlo, Céspedes decidió romper la espera y de esta forma, sin imaginarlo siquiera, emprendió el camino hacia la verdadera liberación de la Patria.

Fidel lo explicó magistralmente en esa intervención que él considerara éticamente necesaria y de tributo a los patriotas: «Céspedes tuvo la clara idea de que aquel alzamiento no podía esperar demasiado ni podía arriesgarse a recorrer el largo trámite de una organización perfecta, de un ejército armado, de grandes cantidades de armas, para iniciar la lucha, porque en las condiciones de nuestro país en aquellos instantes, resultaba sumamente difícil».
 
Esa fue la génesis de una batalla que continúa en nuestros días, ya no contra el colonialismo español dominante, sino contra el imperio yanqui que cada vez trata de ahogar a nuestro pueblo y rendirlo por hambre y necesidades.

El 10 de Octubre de 1868 tiene entonces un lugar cimero en nuestra historia. Céspedes, en su ingenio La Demajagua, le dio la libertad a los esclavos y convocó a la acción, convencido de que la lucha armada era el único camino por la independencia.

La Revolución Cubana y sus líderes más excelsos no han dejado morir la efeméride; así un documento valiosísimo lo constituye, precisamente, el discurso de Fidel en la velada conmemorativa por los cien años de lucha.

En los sucesos de La Demajagua se encuentran las raíces de la nación, y a estos habrá que volver una y otra vez para encontrar los argumentos y las razones que nos han traído hasta nuestros días.

Hoy, cuando el injusto y criminal cerco imperial se recrudece y la política del gobierno de los Estados Unidos muestra cada vez más su carácter hegemonista, Pensar como País —máxima del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez— es un desafío impostergable. 

La Demajagua fue apenas el comienzo de un enfrentamiento contra una metrópoli que pretendía arrebatarnos la dignidad como país. Ahora las provocaciones son otras, con matices diferentes, pero, en realidad, los propósitos siguen siendo los mismos.

El pasado año, al cumplirse el aniversario 150 del inicio de las luchas por nuestra independencia, el presidente Miguel Díaz-Canel también pronunció un magistral discurso en este lugar, el cual catalogó como «un paisaje formidable, que parece un lienzo de la nación, con el mar y la montaña al fondo y en el centro, los viejos hierros del ingenio abrazados a un poderoso jagüey».

El fiel continuador del legado de Fidel y de la Generación del Centenario ratificó: «Aquí nació, hace 150 años, la Revolución Cubana, y aquí, un siglo después, Fidel marcó su carácter único, desde el 10 de Octubre de 1868 hasta nuestros días».

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Durante el acto celebrado el pasado año en La Demajagua, Díaz-Canel retomó el discurso del Comandante en Jefe, Fidel Castro, en 1968, en el centenario de aquel acontecimiento histórico.

Asido de toda la belleza de las palabras y de los más puros sentimientos nacionalistas, el Presidente brindó una lección de historia: se detuvo en el agradecimiento, en primerísimo lugar, a Céspedes, y a los que como él comprendieron que el camino era ese y no otro, y rememoró —¡¿cómo no habría de hacerlo?!— las reflexiones de Fidel durante el acto por el centenario de aquel hecho.

«Ante los enormes desafíos de la Cuba actual —expresó—, condenada por el bloqueo norteamericano a una escasez de recursos materiales que hacen parecer imposible la prosperidad, resulta un imperativo retomar aquel análisis de Fidel en 1968.

«Frente a la realidad de aquel primer día de ser cubanos, idea que entonces se reducía a unas decenas de hombres, casi todos desarmados y empapados por la lluvia, se revela el poder extraordinario de un ideal revolucionario. En lugar de esperar mejores tiempos, los alzados en La Demajagua se lanzaron eufóricos a hacer una revolución que les costaría, al primer instante, todo el capital que poseían, cuando no la propia vida».

El calendario, en su incesante avance, nos coloca hoy 10 de Octubre en un nuevo aniversario del acontecimiento que definió los destinos de la nación. Este día del pasado año, condicionado por la necesidad de una mejor y más diáfana comunicación con el pueblo, Díaz-Canel inauguró su cuenta oficial en Twitter. Desde la propia Demajagua, también bajo la cobija del jagüey y de la hermosa rueda que trae siempre a colación el hecho, el mandatario escribió: «Estamos en #LaDemajagua, el lugar donde con mayor suma de sentimientos patrios #SomosCuba y #SomosContinuidad».

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