Un aviario convertido en templo para la vida animal

Un aviario convertido en templo para la vida animal
Fecha de publicación: 
6 Octubre 2019
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Es un sitio en el cual, con apenas dos años de creado, conviven variedades de aves de Centroamérica, África y Australia; y en el que el respeto hacia ellos es la palabra de orden.

Osmar Figueredo Gómez, su creador, apenas conocía de aves tres años atrás, hasta que llegó un amigo y le dijo que tenía unos pericos muy lindos, pero que comían mucho y no se reproducían, y que si un día se decidía a deshacerse de ellos, se los iba a ceder.

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Para quien siempre le gustaron los animales, aquello no era problema, pues desde pequeño Osmar, en su natal municipio de Jobabo, tuvo perros, gatos, pollos, sinsonte, cernícalo y cuanto aparecía que se pudiera criar en casa.

“Tiempo después vino con los pericos, dos hembras y dos varones, y me sorprendió mucho la belleza de aquellos pájaros, sobre todo sus colores y su trino. Entonces los puse en el patio, en una zona donde les daba un poco de sol en la mañana; los alimenté y los observé con detenimiento, y en 15 días ya estaban reproduciéndose”.

Al cabo de seis meses, ya Osmar tenía las jaulas llenas de pichones y no sabía qué hacer con ellos, hasta que se dirigió en busca de ayuda a la Asociación Nacional Ornitológica, cooperativa con sede en la ciudad desde 2013, donde su actual presidente, Julio César Chapellí Muñagorri, dio los primeros consejos para lo que es hoy uno de los aviarios más grandes de Cuba.

Nace así el Santuario Animal Figueredo, el cual cuenta con 45 parejas de reproductores que le permiten alcanzar alrededor de 300 ejemplares de las especies perico australiano, kramel, cotorra rosella, cabeza de ciruela, mariquita, kakariki, aratinga pertinaz, rabadilla, y otros, librándonos de las denominaciones científicas, según cada especie, y llamándoles como popularmente se les conoce.                

Este aviario, como parte de la cooperativa ornitológica, se especializa en la cría de aves en cautiverio, las cuales, por las condiciones existentes, no pueden desenvolverse en su entorno natural y encuentran aquí hogar, protección y respeto hacia la naturaleza en todas sus manifestaciones.

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Desde aquel momento en que solo tenía cuatro pericos —cuenta Osmar con modestia— hasta ahora, ha sido un proceso rápido, pero de mucho trabajo y constancia, pues, una vez que conocí la Sociedad, entendí que en la crianza de aves había un compromiso. Viajé desde Pinar del Río hasta Guantánamo en busca de especies que aquí no existían y en busca de pájaros que las personas habían adquirido y no sabían cómo cuidarlos.

“Fui adquiriendo pájaros “con defectos” a lo largo y ancho de Cuba, hasta que, poco a poco, me di cuenta de que muchas veces era culpa de los criadores —y que me perdonen, si alguno está leyendo este trabajo—, pero la verdad es que yo comencé a conformar el aviario con esos  ejemplares, y hoy puedo decir que, con mi corta experiencia, el pasado año obtuve una reproducción de 70 kramel, la más grande en la historia de la ornitología cubana”.

Lo cierto es que, para el entrevistado, las únicas normas internacionales a cumplir están relacionadas con la higiene, pues, más allá de eso, prefiere observar con detenimiento cada ave para así entenderla, mirarlas de noche, ir a los detalles, y poder darse cuenta de las razones por las que quizás a veces ponen los huevos fuera del nido, no cantan o no comen; y hay que tratar de recrearles el medio donde viven, lo más parecido posible a lo que ellos tienen en la naturaleza.

Por eso en el Santuario Animal Figueredo, donde, además, usted se puede encontrar perros pastores alemanes y un estanque con peces goldfish y carpas chinas, el respeto es el principal ingrediente para trabajar y convivir con los animales, lo cual —dice su dueño— requiere de paciencia, tiempo y amor por la vida salvaje.

Y como para este joven criador de aves su éxito reside en la ayuda que recibió de muchísimas personas que le dieron consejos y le apoyaron desde el primer momento, ahora se encarga de transmitir sus conocimientos a través de la página oficial del aviario en la red social Facebook, una experiencia totalmente novedosa para él, pero útil para socializar los aprendizajes que en apenas tres años ha podido alcanzar, y dar sus criterios a los nuevos criadores o personas que tengan como mascotas a tan bellos animales.

“Junto a mis ayudantes, buscamos proteger las especies y encontrarles un buen lugar para vivir en otros centros, casas o exportarlos, para que genéticamente no decaigan, pues, aunque todos nuestros ejemplares son criados en cautiverio, no aceptamos animales sacados de su medio natural, salvo que en ello le vaya la vida”.

Desde no verlo como un negocio hasta la participación en solamente una competencia nacional, en el Santuario Animal Figueredo, ese que queda en el centro de la urbe cabecera tunera y casi nadie sospecha que existe, se sabe que los animales te ponen la posibilidad en las manos de quererlos o no, y que su instinto natural les permite relacionarse con quien realmente los trate con respeto, por eso llegar hasta allí y verles volar y cantar con tanta alegría es convencerse de que es un sitio de esperanza para la vida animal.

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