La historia secreta de los animales espías de la CIA

La historia secreta de los animales espías de la CIA
Fecha de publicación: 
18 Septiembre 2019
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A principios de 1974, Do Da era el primero en su clase de espionaje y estaba en camino a convertirse en agente de alto vuelo de la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadounidense).

Este animal tenía un mejor desempeño cuando estaba bajo presión, podía cargar más peso que los demás y escapar de quienes lo atacaran. Sin embargo, cuando fue sometido al examen más difícil de su entrenamiento, desapareció tras ser vencido por dos cuervos.

El pájaro fue por mucho tiempo figura central de un programa que la CIA utilizó durante la Guerra Fría en su lucha contra la Unión Soviética.

Ahora, la agencia de inteligencia publicó decenas de documentos sobre programas de entrenamiento de gatos, perros, delfines y pájaros a los que pretendió emplear como “espías“.

La CIA analizó la manera de utilizar gatos como escuchas itinerantes y colocar implantes eléctricos en el cerebro de perros para ver si podían ser controlados a la distancia. Pero ninguno de esos programas llegó demasiado lejos.

Más envergadura tomaron los experimentos con delfines, que fueron entrenados para convertirlos en potenciales saboteadores y espiar a los submarinos nucleares soviéticos, amenaza para el poderío estadounidense a mediados de los años 1960.

Los proyectos Oxygas y Chirilogy apuntaron a determinar si los delfines podían ser entrenados para reemplazar a los buzos humanos y colocar explosivos en barcos amarrados o en movimiento, o escabullirse en los puertos soviéticos con el fin de depositar balizas acústicas o instrumentos de detección de misiles.

También estos proyectos terminaron siendo abandonados.

Pero lo que acaparó la imaginación de los responsables de la inteligencia estadounidense durante la Guerra Fría fueron los pájaros: palomas, halcones, cuervos, búhos e incluso ciertas aves migratorias.

La CIA llegó a reclutar a ornitólogos para que determinaran cuáles aves migratorias pasan una parte del año en una región situada al sureste de Moscú, en el entorno de la ciudad de Chikhany, en la que los soviéticos disponían de fábricas de armas químicas.

La agencia percibía a los pájaros como “sensores vivos” que, sobre la base de su alimentación, podían revelar en sus entrañas las sustancias que los soviéticos estaban experimentando.

A comienzos de la década de los setenta, la CIA se inclinó por las aves rapaces y los cuervos, con la esperanza de que pudieran ser entrenados para participar en misiones como la colocación de micrograbadoras en ventanas.

En el marco de un proyecto bautizado como Axiolite, entrenadores basados en la isla San Clemente, en la costa sur de California, enseñaron a pájaros a volar kilómetros y kilómetros entre un barco y la costa.

Si uno de los “candidatos” aprobaba el examen, se le enviaba a territorio soviético con una cámara colgada a su cuerpo para tomar imágenes y regresar al punto de partida.

Las aves eran inteligentes pero “tal vez demasiado lentas para evitar los ataques” de otros pájaros, afirmò un informe. Dos halcones murieron de enfermedades.

El pájaro más promisorio era el cuervo Do Da. Resistente, capaz de determinar altura y vientos favorables y suficientemente astuto como para burlar los ataques de sus congéneres: era “la estrella del proyecto”, según escribió un científico.

Pero la sesión de entrenamiento del 19 de junio resultó fatal. Otros cuervos lo atacaron y nunca más se lo vio.

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