COSAS Y CASOS: Carteles que anuncian la vida

COSAS Y CASOS: Carteles que anuncian la vida
Fecha de publicación: 
29 Septiembre 2019
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Los pósteres anuncian eventos futuros y también conmemoran el pasado, pero siempre resultan testigos impresos de la época en que surgen. Los mejores carteles no solo ilustran la historia, sino que contribuyen a construirla, anuncian y acompañan la vida.

La historia de los carteles aparece muy ligada al desarrollo de las artes gráficas. Los primeros eran realizados con la técnica de xilografía, con diseños simples y escaso color. Fue el francés Jules Cheret, con el avance del proceso litográfico de tres colores, el que permitió a los artífices alcanzar cada color del arcoíris, usando básicamente piedras rojas, amarillas y azules, y lograr una intensidad admirable de color y textura, con transparencias y matices imposibles en otros medios, incluso entre los más actuales.

El cartel litográfico nació en París, rápidamente reinó en la comunicación de masas en las ciudades de Europa y América, y estrenó la Edad Moderna de la publicidad.

Carteles famosos y curiosos

En Europa, durante la Belle Epoque parisina, el primero realizado por Toulouse-Lautrec, Moulin Rouge, elevó el estado del cartel a la categoría de arte. Y la actriz Sarah Bernhardt fue la protagonista de la primera pieza magistral del cartel Art Nouveau, creada por Alphonse Mucha.

De la complejidad Art Nouveau, el caricaturista alemán Lucian Bernhard pasó a la síntesis, a decir con los elementos básicos, cuando, en 1906, se presentó a un concurso de carteles con un diseño para los fósforos Priester. Cuentan que su primer borrador tenía una mesa, un cenicero, un cigarrillo y ninfas que salían del humo del tabaco, pero Bernhard lo fue simplificando hasta que solo quedaron dos fósforos y el nombre de la marca.

«Rosa la remachadora» es todo un ícono de la propaganda estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, cuando muchas mujeres acudieron a las fábricas a ocupar los puestos de trabajo vacíos de sus esposos que habían marchado al frente. Hasta hoy, es considerado un símbolo del feminismo.

El del Tío Sam, por ejemplo, no se le despinta a nadie: símbolo aprobado de forma oficial por el Senado de Estados Unidos en el año 1961. James Montgomery Flagg fue el responsable de su diseño, que pretendía animar a los hombres a reclutarse en el ejército. Sin embargo, la idea del Tío Sam no es original, está basada en el póster británico que muestra a Lord Kitchener, el secretario de Estado para la Guerra, llamando a los jóvenes a tomar las armas en 1914.

Carteles para mirarnos

Sí, a nosotros, los de este lado del mundo que, al decir de Galeano, intentan «ningunear», para reflejar las luchas, las aspiraciones y las realidades del Tercer Mundo, llegaron, tocados por el arte, los carteles de la OSPAAAL en la década del sesenta del siglo pasado.

Como imagen de las jornadas anuales de solidaridad, se imprimían carteles en español, inglés y francés. En 1969 se les agregó el árabe y comenzaron a ser reproducidos con los cuatro idiomas integrados en un solo diseño. Grandes diseñadores y artistas como Tony Évora y Alfredo Rostgaard pusieron su talento en estos carteles.

Las figuras de Patricio Lumumba, Nguyen Van Troi y Augusto César Sandino se escogieron para representar a los tres continentes: África, Asia y América Latina. De esta etapa surgió toda una iconografía del Che Guevara; se rendía homenaje a Lenin y, al mismo tiempo, se expresaba la solidaridad con el pueblo afronorteamericano.

El cartel de cine cubano

Al cartel cinematográfico cubano lo distinguió su formato, más pequeño de lo habitual y la técnica de la serigrafía. Importantes figuras de la plástica se involucraron en estas producciones, entre ellos, René Portocarrero, creador del póster que acompañó al filme Soy Cuba; Alfredo Rostgaard, en La muerte de un burócrata o Raúl Martínez con Lucía. Servando Cabrera diseñó el cartel de Retrato de Teresa.

Otras piezas memorables fueron las realizadas por Eduardo Muñoz Bachs para Un hombre de éxito y la animada Vampiros en La Habana. Ya en los 90, Ernesto Ferrand y Manuel Marcel tuvieron a su cargo el de la única película cubana nominada al Oscar, Fresa y Chocolate.

Y si hablamos de carteles que anuncian la vida, usted no me perdonaría el olvido de este diseñado por Rostgaard que, si bien sirvió para representar al movimiento de la canción protesta o la nueva trova cubana, resulta, sin dudas, una metáfora de la existencia: la rosa y la espina.

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