Redes sociales: Con una sola mente y un solo corazón

Redes sociales: Con una sola mente y un solo corazón
Fecha de publicación: 
13 Julio 2019
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La existencia de blogs “gratuitos” y las redes “sociales” - (y entrecomillo porque en “ese” mundo nada es gratuito) - además de implicar el diseño de un negocio multimillonario (la recopilación y venta de datos personales, facilitar la estrategia publicista de mensajes personalizados, y la caracterización mediante minería de datos de las tendencias políticas, creencias, prejuicios, estados de ánimo y condicionantes socio-psicológicos para influir en las opciones políticas de grandes sectores) – no es un regalo filantrópico y democrático que nos hacen los grandes intereses capitalistas de este mundo. 

No significan, como creen y propalan algunos muy ingenuos y otros no tanto, una ventana de democratización. Funciona, si se tiene en cuenta la desigualdad existente entre las naciones poderosas y explotadoras, como una sutil plataforma de subversión del estado de cosas allí donde el curso de las acciones sociales no juega a favor de los intereses dominantes. Y no nos referimos sólo al uso de las redes para, mediante falsas identidades,  códigos robots, exacerbar los ánimos de grandes masas y llamarlas a la protesta social, como ha sucedido en algunas de las llamadas revoluciones de colores en que explotan y alimentan para sus objetivos alguna manifestación de inconformidad a través de medios digitales. Y no se trata tampoco de prescindir de ellas. Se trata de saber, de modo crítico y responsable algo más y actuar en consecuencia.
La supuesta democratización es una red, efectivamente una red,  tendida en la que han caído incluso personas inteligentes, o que debieran serlo. El conocimiento es  revolucionario. 
Efectivamente, la posibilidad de hacerse de un blog “personal”, o una cuenta en la red social, abriría la posibilidad de que sus usuarios puedan criticar las políticas de los gobiernos de sus naciones, dar a conocer sus propuestas, criterios u opiniones. Ese sería su aspecto democrático. A primera vista eso es positivo. Pero como tiene varias caras, algunas personas sólo ven una. 
Lo que subyace en lo profundo, (lo que en política no se ve) es que los poderosos intereses que sostienen esa “gratuidad” tienen un negocio de más dividendos que el dinero que obtienen vendiendo datos personales o haciendo perfiles de influencia directa: saben que precisamente por las dificultades de gobernabilidad, de ejercicio pleno de soberanía que provoca la desigualdad económica mundial, indefectiblemente ocurre tarde o temprano que los gobiernos erosionan su capital político al no poder realizar plenamente sus reclamos, y entonces llega el momento de sacarle dividendos a la herramienta que ponen gratuitamente a disposición del mundo: es en ese momento que la aparente democratización se pone al servicio de sus intereses. Llenan de cadenas al hombre y le piden que aprenda a nadar. Eso es lo que hacen con las naciones subdesarrolladas: le ofrecen un medio, dicen, para que sean más democráticos y libres,  y bajo la mesa impiden que las democracias se realicen. ¿Puede una democracia realizarse plenamente teniendo las manos de las economías atadas o boicoteadas, sin descanso? ¿Por qué las democracias capitalistas presentan como el súmmum de la libertad, las “elecciones libres”? 

¿Acaso no  somos capaces de darnos cuenta que ellos saben muy bien que ante las dificultades de aquellos gobiernos que no sigan sus recetas económicas y sus modelos de actuación democrática, que no se monten dócilmente en las reglas del mercado mundial, serán  obstaculizados mediante todo un arsenal de medios que se van sofisticando cada vez más, de manera que provoque el giro político de amplias masas y mediante esa “libertad” de elección logren que los pueblos mismos hagan por ellos lo que a ellos les conviene? Mirad el mundo de hoy: amplias masas votan por partidos de la derecha más recalcitrante, por proyectos políticos fascistoides, tanto en América como en otros lares. 

La ingenuidad y la desinformación políticas juegan a favor de esas estrategias. Y allí intervienen, como otro instrumento de su cajón de sastre, las inocentes plataformas digitales donde yo me muestro tan crítico y puro que hago precisamente lo que desean que hagan: criticar a mi gobierno porque no ha podido desarrollar mi economía, pero sin percatarme y denunciar, y hasta minimizar y ningunear, lo que hacen a diario los estranguladores de las economías nacionales tanto para que la economía sufra, para que la soberanía pierda su valor nominal, como para yo escriba quejándome de todo, alimente el desaliento, haga que cada vez más personas descrean en las alternativas, o me ponga a defender el mercado capitalista como la única y principal vía de salvación. 
Eso también  son las redes sociales: ponen a los tontos útiles (que son los que duelen porque pueden ser honestos, los otros, los que cobran ya sabemos de qué va la cosa) a su servicio. Por eso Martí definía tan certeramente la crítica cuando organizaba un partido y una revolución: criticar con una sola mente y un solo corazón. La mente, para saber, el corazón para amar lo que se comprende.

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