Desde Argentina, una Bienal que mira al sur

Desde Argentina, una Bienal que mira al sur
Fecha de publicación: 
6 Julio 2019
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Una tropa de caballos de cerámica, sostenidos por palos, nacido del ingenio creativo de la mexicana Betsabeé Romero reposan sobre una plaza porteña, muy cerca ondean 80 banderas de artistas mundiales, es la Bienal Sur en Argentina.

Como si fuera arrastrada por el viento y hubiera encajado en el exedificio ferroviario, ahora Museo de Arquitectura y Diseño, se observa la instalación House attack, del austriaco Erwin Wurm, una obra que impacta a la mirada de muchos sorprendidos.

Nacida en el corazón de una universidad pública de Buenos Aires, la Tres de Febrero, la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo (BienalSur) ocupa hoy museos, espacios verdes, lugares inimaginables de esta y otras ciudades del mundo.

Con apenas dos ediciones, la cita se consolida como una de las grandes vitrinas del arte mundial y lo corroboran la gran capacidad de trabajo de todo un enjambre de personas unidas por el arte que hacen posible que la Bienal convierta desde mayo y hasta noviembre en una de las propuestas mundiales más importantes del mundo.

Y es que, brotó desde Argentina con una mirada muy al sur, pero interconecta a artistas y 43 ciudades de más de 20 países, en este recorrido que traza desde su kilómetro 0, su punto cardinal en Buenos Aires (en la sede del museo de Imigrantes), hasta casi su kilómetro 19 mil en Tokio, Japón.

'BienalSur nació para cambiar las corrientes centrales de la cultura, para influirlas con el pensamiento del sur', señala su padre, el rector de Tres de Febrero, Anibal Jozami, quien la define como 'un estado de pensamiento que rompe con los estereotipos hegemónicos, propone estructuras innovadoras y reúne las mejores expresiones artística del mundo'.

Desde la Universidad, de la mano de Jozami y de su directora artística Dania Wechsler, secundados por un gran equipo, han trabajado mancomunadamente sin cesar, de una bienal a otra en los últimos meses, para hacer realidad esta II edición que una vez más trasciende fronteras para llegar a lugares recónditos.

Como dijera Wechsler, la Bienal es indisciplinada y por eso crea otras cartografías, borra fronteras, y busca hacer del espacio del arte un espacio de pensamiento, un sitio para la emergencia de ideas y propuestas destinadas a ofrecer otras configuraciones del mundo contemporáneo.

En esa premisa de conectar el sur desde lo global y lo local nació y se desarrolla esta gran vitrina del arte que por estos días se posa en Buenos Aires, con múltiples propuestas en la que tienen cabida artistas consagrados y otros que emergen.

Desde el italiano Michelangelo Pistoletto, con casi cinco muestras a la par en esta cita, pasando por el francés Christian Bolstanki, el libanés Anri Sala o el japonés Makoto Azuma, primer artista en la historia en enviar un bonsai al espacio, comparten sus obras con un singular grupo de latinoamericanos.

Inaugurada en una simbólica y conmovedora apertura en una de las provincias más bellas de la geografía argentina, Tierra del Fuego, portadora de dar el pistoletazo de arrancada en mayo, la Bienal ya ha recorrido varias ciudades argentinas y otras distantes como Suiza y aún falta mucho por ver.

Temáticas que van desde la memoria, muy recurrente en las muestras presentes la naturaleza, las cuestiones de géneros, la inmigración, marcan a esta cita que se solidifica y crece con una mirada bien al sur, donde tienen cabida todos los artistas.

Un gran escaparate del arte que conecta a millones de personas desde una ciudad tan distante como Tokio al corazón de Bogotá, por citar un ejemplo. Más de 400 artistas a bordo, 100 sedes entre museos, centros culturales y zonas urbanas, un encuentro abierto que busca sobre todo llegar a los públicos más variados.

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