Refugiados africanos: Víctimas criminalizadas

Refugiados africanos: Víctimas criminalizadas
Fecha de publicación: 
20 Junio 2019
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Hay una tendencia, sobre todo en la derecha, de criminalizar a las víctimas, la mayoría de las cuales han sufrido el rigor de un colonialismo y neocolonialismo crueles y las secuelas heredadas de la política geófaga propugnada por transnacionales que buscan la explotación der los ricos recursos naturales, en la que la agresión armada juega un importante papel.

África es el principal ejemplo de ello.

De los más de 70 millones de refugiados en el mundo, 30 millones son africanos, y aunque ahora se habla muchos de los migrantes que han intentado en vano llegar a Estados Unidos, donde el establishment no los quiere, los de África han estado más envueltos en esa sensación de que pueden morir de un momento a otro.

Miles de africanos mueren mensualmente ahogados, muchos de ellos sin que se les brinde auxilio y tengan perspectivas de regresar al lugar de origen, porque enfrentarían una muerte segura, sin que los ejecutantes sufran pena alguna.

Llevaría un volumen explicar pormenorizadamente las causas de este desastre, pero cada país, desde el más al menos atrasado tendría un relevante capítulo en este triste acápite, adquirido luego de haber obtenido la independencia de las potencias coloniales, o por haber sido derrotado el régimen de apartheid en que vivían –no solo en Sudáfrica.

Siempre ignorados, muertos muchos de ellos en guerras intestinas provocadas por intereses imperialistas, comenzando en aquello de dividir parta vencer, como propugnaba (propugna) Gran Bretaña, o en la promovida por transnacionales que aprovechaban el hambre común para formar ejércitos mercenarios que se dedican a asesinar a sus propios hermanos del continente.

Ejemplos de ello sobran, pero para evitar ser extremadamente amplio, citaremos los más connotados en ese aspecto.

Hasta hace unos días, 2,6 millones de personas de Sudán del Sur habían huido de su país a través de una frontera internacional, el número más alto entre las naciones africanas. Su principal destino: la vecina Uganda. Esta crisis de refugiados es la tercera más grande del mundo, después de Siria y Afganistán. Muchos de ellos son niños.

Otro caso connotado es el de la República Democrática del Congo (RDC), una de las naciones con mayor diversidad étnica del mundo. Esto es causa de tensión y contribuye a la violencia, lo que impulsa el desplazamiento de las personas. Los civiles sufren ataques de grupos armados y enfrentamientos entre comunidades. La mayoría de los ataques se reportan en el norte y sur de Kivu, Iturup, Tanganica, Haute-Katanga y Haut-Lomami.

Cientos de miles huyeron del país hasta el 2018. La RDC tiene que tratar con millones de desplazados internos, mientras otros muchos encontraron refugio en países vecinos. Uganda, su principal destino, alberga actualmente a unos 2,3 millones de refugiados de la RDC. Las razones también son geográficas, ya que Uganda comparte fronteras con muchas regiones devastadas por crisis.

Luego se encuentra Somalia, que está golpeada por conflictos civiles que llevan a miles a huir a las vecinas Etiopía y Kenia y que han dejado a muchos somalíes al borde del hambre. El país carece de un gobierno central unificado. El grupo Al Shabaab controla gran parte del sur de Somalia, donde es combatido por tropas de la Unión Africana.

El número de refugiados somalíes es casi tan alto como el de la República Democrática del Congo, pero el principal destino para los somalíes, es Kenia. El campamento de Dadaab, un complejo de tres asentamientos, es el campamento de refugiados más grande del mundo. Fue construido para albergar a 90 000 personas, pero ahora cobija a más de 200 000.

La República Centroafricana ha estado inestable desde su independencia de Francia en 1960. Los rebeldes musulmanes Seleka tomaron el poder en el país de mayoría cristiana en el 2013. Bajo la presión internacional, Seleka entregó el poder a un gobierno de transición en el 2014, pero siguieron meses de violencia, y la República Centroafricana quedó dividida.

Burundi es una de las naciones más pobres del mundo. Tras una guerra civil de raíces étnicas de 12 años, el país todavía lucha por recuperarse. La generalmente dominante minoría tutsi y la mayoría hutu no han logrado superar las tensiones desde la independencia del país en 1962. En 1994, una guerra civil entre los dos grupos étnicos dio lugar a uno de los conflictos más persistentes de África, en el que los excolonialistas franceses arrastran gran parte de culpa.

Burundi ha estado en otra crisis desde abril del 2015. La economía ha disminuido significativamente, debido a la inestabilidad política y la inseguridad. Persisten las violaciones de derechos humanos como los secuestros y torturas cometidas por la policía, el ejército y la liga juvenil del partido gobernante.

En Nigeria, el país más poblado de África, miles de personas han muerto en los últimos años en ataques liderados por la organización Boko Haram. Al mismo tiempo, las aspiraciones separatistas crecieron y la imposición de la ley islámica en varios estados del norte ha traído divisiones y provocado que miles de cristianos huyan, a veces en un peligroso viaje por el desierto.

El conflicto es la principal causa de la crisis humanitaria en Nigeria. En el noreste, Boko Haram ha afectado a más de 14 millones de personas. El grupo lleva a cabo ataques contra militares y civiles en Borno, Yobe y Adamawa. El conflicto entre pastores y agricultores en el Cinturón Medio de Nigeria y los estados del sur se ha vuelto cada vez más violento, matando y desplazando a miles.

Y esto es solo una pequeña visión del problema, causado principalmente por la guerra causada por quienes lucran inescrupulosamente con la vida ajena.

Así pasó más recientemente en Libia, país convertido en toda una anarquía para la vida por las potencias occidentales, tras asesinar a su principal líder, Muammar Gadafi, quien la había convertido en la nación más próspera del continente. Las víctimas provienen del propio cisma bélico, y de quienes se ahogan durante la huida a Europa. Los sobrevivientes son rechazados y confinados o son acogidos para ser explotados social y económicamente.

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