DE LA VIDA COTIDIANA: ¡Bonitas a los 20 y feas a los 40!

DE LA VIDA COTIDIANA: ¡Bonitas a los 20 y feas a los 40!
Fecha de publicación: 
29 Mayo 2019
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Veinticuatro horas después, cuando llegó a la oficina, una amiga cincuentona le dijo alarmada: «¡Niña…, estás loca!, eso no te hace falta, aún tienes juventud. No incorpores a tu cuerpo sustancias químicas innecesarias».

Las jóvenes que allí estaban intercambiaron miradas. No pronunciaron ni una palabra, quizás porque unas tenían coloreados sus cabellos, otras son asiduas a alisarse los pelos con las llamadas planchas y a someterse a procesos de queratina con bastante frecuencia.

La señora «protestona» observó el panorama de «nula aprobación» y, balbuceando alguna que otra frase, salió diciendo en voz baja: «¡Sigan así…, serán bonitas a los 20 y feas a los 40».

Para gustos, los colores

Nunca antes como en la actualidad los cabellos habían sido objeto de tantos procesos químicos. Hoy se encuentran de todos colores, combinados, y con tonos rebajados según el largo del pelo.
 
De ahí, que abunden los rosados, los violetas, los verdes y los azules, toda una gama, pues como dice el refrán popular: para gustos, los colores.

«Simplemente, es una cuestión de moda», me aseguró más de una entrevistada. No obstante, creo que muy pocas —porque ellas constituyen mayoría en estas cuestiones— han pensado en el futuro de ese cabello con tantos productos químicos incorporados desde edades tempranas, incluso desde la niñez.  

Los tintes ya no pertenecen solo al ámbito femenino, hoy también los hombres hacen uso de estos, y muchas veces de manera indiscriminada, pues presumen variedad de colores e, incluso, decoloraciones, lo cual resulta todavía más dañino.

Entre lo natural y lo artificial

Las modas van y vienen, no solo en el vestir y en los atuendos que se llevan. Ahora, los cabellos teñidos (o mal teñidos), las queratinas y las llamadas uñas acrílicas han hecho más fértil todo lo relacionado con este servicio, sobre todo por quienes lo brindan de manera profesional; en algunos casos, bien costosos.
 

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El desarrollo del sector no estatal de la economía ha propiciado el surgimiento de negocios que brindan todos estos servicios.

Ya resulta «raro» ver a una adolescente o joven con su cabello natural, «cero» de pintura en las uñas y, mucho menos, queratina. ¿Será que tales novedades no resultan de su preferencia o, simplemente, acatan los consejos de la familia al respecto?  

Es difícil en esas edades mantener la «cordura» cuando todas y todos a su alrededor «caen» en los entresijos de las modas (no siempre expresan buen gusto). En esas edades pesan más los designios del grupo que los criterios de los padres. Es así, por difícil que parezca.

Sin embargo, resulta imprescindible que los jóvenes conozcan los riesgos y peligros a los que se exponen cuando se tiñen el cabello, se practican la queratina o se colocan uñas acrílicas. No todo es apariencia.

Valorar los riesgos-beneficios

Alguna literatura consultada en internet establece cierta relación entre los tintes y el cáncer. Sin embargo, el especialista Carlos Morales Raya, de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), sostiene que «no tiene por qué ser malo teñirse el pelo», a no ser que los tintes provoquen algún tipo de alergia.

Según explicó, para que el tinte capilar ejerza su efecto tiene que romper la cutícula del pelo para poder penetrar, a través de un proceso de poración, impulsado por el empleo del amoniaco.

«En este proceso la cutícula se ve dañada, por lo que ciento por ciento bueno no es. A través de esos poros creados en la capa más externa del pelo entran los compuestos del peróxido responsable de la coloración».

A su juicio, eludir el teñir el pelo siempre será más saludable. «Es mejor evitarlo, aunque todo depende de la carga emocional de tener canas. Hay que valorar el riesgo-beneficio», precisó.

En relación con las uñas acrílicas, es cierto que arreglan las imperfecciones, brindan una apariencia ideal, posibilitan pintarse y agregar diseños de todo tipo, algo que con las uñas naturales es más difícil, si están demasiado cortas o de forma irregular. Por ello, son muy prácticas cuando se tiene un evento especial: una boda, un cumpleaños, una graduación.

Sin embargo, no toda la «gloria» está exenta de peligros. Los componentes químicos empleados —resinas o formaldehídos, entre otros— pueden provocar inflamación, separación de la uña verdadera de la piel, ardor, dolor y alergias.

Incluso hay casos de mujeres que han perdido completamente sus uñas naturales y destruido la matriz. En fin, llevar uñas acrílicas es una decisión que no debe tomarse a la ligera. Si a pesar de todo, la decisión es usarlas, debe tenerse en cuenta que su empleo constante puede incidir en gran medida en el debilitamiento de las capas superficiales.

En esta disyuntiva entre lo natural y lo artificial, corren mejor suerte las queratinas, ya que determinados especialistas, cosmetólogos y peluqueros alaban sus beneficios para el fortalecimiento del cabello. Sin embargo, como todo en la vida, también presentan ventajas y desventajas.

Entre los diferentes tratamientos, uno de los más comunes es el que contiene formol, con el cual se consigue un alisado permanente del pelo, pero resulta tóxico y lleva sustancias cancerígenas. De ahí que hoy el más recomendado —por sus ventajas— es aquel que NO lo lleva.

Las queratinas no resultan válidas para todo tipo de cabello. Si se posee un pelo fino y poco abundante, apenas se apreciarán los resultados e, incluso, pueden provocar partiduras en las hebras más finas. Además, pueden producir reacciones alérgicas en la piel, en el cuero cabelludo y en los ojos.
 

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Pensar en los riesgos es tener una conducta responsable también en cuanto a belleza personal se refiere.

Una decisión apropiada vale…

Queratinas, uñas acrílicas y tintes van al compás de la vida moderna. No soy «enemiga» de tales tratamientos, pero sí creo que no debe abusarse, ni catalizarse, su empleo. Claro que no pretendo que todas y todos llevemos las canas —como bien se dice— con dignidad. A algunas personas les quedan muy bien, no así a otras, por lo que, en este sentido, no valen las recetas, ni echar en el mismo saco a todo el mundo.

Solo llamo la atención en que cada vez se hace más prematura la edad para ello, cuando, en realidad, lo natural no tiene precio. La naturaleza es sabia y otorga determinados rasgos, pero, si en verdad no estamos de acuerdo con lo que nos ha dado, pues asumamos los cambios con responsabilidad, conscientes de que todo lo que agreguemos a nuestro cuerpo (es decir, productos químicos) en la juventud se convertirá en un inconveniente al paso de los años.

¿Por qué esperar a los cuarenta años, o más, para comprender con exactitud la frase (ya mencionada) de la amiga cincuentona?

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