Dolor de muela

Mientras aguardaba que le llamaran, daba paseítos cortos o, cuando se decidía a sentarse en el banco junto a los demás, abanicaba sin cesar el aire con sus rodillas mientras la frente se le perlaba de sudor.

Sentí pena al ver el estado de angustia de aquel señor ya entrado en años y traté de aquietarlo:

-Verdad que esto del dentista es incómodo, eh. Pero bueno, lo desagradable es un ratico nada más para garantizar después muchos ratos, muchos años, sin dolor de muelas.

-Ay señora, si yo lo sé; pero no puedo con el miedo.

-Cómo que no va a poder.

-No, creo que no puedo. Me vuelven los recuerdos y no puedo.

Ya le había notado un acento algo peculiar, pero cuando empezó a contar confirmé que no era cubano.

Había nacido en Chile y fue víctima de torturas durante la dictadura de Pinochet.

-Me sacaron dientes, muelas, sin anestesia, sabe.

Lo soltó así, como si nada, con solo un estremecimiento de hombros, mientras a mí se me abrían los ojos como platos. No habló más y yo no intenté que ahondara en aquellas vivencias, tan pálido se había puesto con la revelación.

De todos modos, dos cosas quedaban claras:

1-Aquel hombre no le tenía miedo al dentista, sino a sus horribles recuerdos.

2-En Cuba, jamás en la vida podría encontrarse a un cubano que hubiera sufrido vivencias similares durante los últimos 60 años y tuviera que vérselas con evocaciones semejantes a la hora de arreglarse una muela.