La Bienal que viene

La Bienal que viene
Fecha de publicación: 
11 Marzo 2019
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El 12 de abril comienza la mayor cita de las artes visuales en Cuba, la gran plataforma para artistas y proyectos de varios países, la posibilidad de que miles de cubanos y visitantes le tomen el pulso a tendencias creativas disímiles: hasta el 12 de mayo tendrá lugar la XIII Bienal de La Habana.

Hay varios debates vigentes (y a veces muy caldeados) sobre la Bienal de La Habana: la idoneidad de nombre (teniendo en cuenta que ya no se realiza cada dos años); su estructura e idea central (¿hasta qué punto la dispersión de los centros afecta la coherencia conceptual de la cita?); su relación con el mercado (como en Cuba no existe una gran feria del arte, muchos ven en la Bienal la oportunidad para hacer negocios)…

En lo que casi todos parecen estar de acuerdo es en la necesidad de que la Bienal se reinvente. Obviamente, las circunstancias del momento fundamental no son ni por mucho las de ahora. ¿Cómo hacer un encuentro tan demandante, que dialogue con el presente sin traicionar las esencias de toda la vida? Esa es la pregunta del millón de pesos… y hay mucha gente tratando de responderla.

Pero entre discusión y discusión, la décimo tercera edición de la mayor convocatoria de las artes visuales en Cuba —y probablemente del Caribe— está a la vuelta de la esquina. Y el reto declarado de los organizadores es hacer la mejor Bienal posible en un contexto particularmente complicado, de fuertes tensiones en el panorama nacional e internacional.

Queda claro que el evento no puede conformarse con ser una vitrina: tiene que asumir un rol activo ante la sociedad que lo acoge y lo promueve. El arte, se sabe, puede y debe mover ideas que muchas veces trascienden sus propios ámbitos.

LOS JÓVENES EN EL CENTRO

No es casual que para esta edición los jóvenes artistas tengan un claro protagonismo: muchos de los proyectos colectivos agrupan a creadores de menos de 35 años, que abrirán el espectro temático, estilístico y conceptual en consonancia con los desafíos de la época.

Pudiera parecer arriesgado apostar por obras que probablemente no hayan alcanzado todavía su definición plena; pero los presupuestos de la Bienal han garantizado siempre espacios para la experimentación y el laboratorio. De cualquier forma, el encuentro promueve también un debate franco y abierto sobre la contundencia y la oportunidad de la muestra.

Se pretende que ese complemento teórico (sesiones en las que participarán destacados críticos, investigadores e historiadores del arte, cubanos y extranjeros) no se regodee en visiones etéreas y generales, sino que pulse temas bien concretos y que ofrezca alternativas o ilumine posibles caminos para el análisis de los procesos creativos y sus resultados.

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El lema que articula esta edición, “La construcción de lo posible”, ha causado suspicacias en algunos creadores (el arte debería apostar precisamente por construir lo imposible, dicen); pero los organizadores quieren hacer énfasis en el acto mismo de “construir”; o sea, el arte como proyecto integrador y nunca definitivo, que se haga realidad y que incida en las rutinas de la ciudadanía.

Y ahí está una de las distinciones de la Bienal de La Habana: va más allá de los espacios convencionales para la exhibición (museos y galerías) e intenta ganar nuevas esferas del entramado social.

ARTE PARA LOS QUE NO SIGUEN EL ARTE

No en vano las más populares y comentadas propuestas de anteriores ediciones fueron las que pusieron en el camino de la gente (sobre todo de la gente que no suele asistir a exposiciones) expresiones del arte contemporáneo.

Este año se reeditará en la emblemática avenida del Malecón el proyecto "Detrás del muro", que se extenderá por unos 6 kilómetros con propuestas de artistas cubanos y extranjeros. Las creaciones, en buena medida, estimularán la interacción con el paseante.

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La Bienal se inserta en el programa de las celebraciones por el 500 aniversario de la fundación de La Habana y como homenaje especial a la ciudad propondrá en la calle Línea un “Corredor Cultural”, que planteará la relativa reforma de espacios públicos —aceras, calles, señales, arboledas y teatros, librerías, cafés y restaurantes— para establecer una especie de galería a cielo abierto.

Las particularidades de esa iniciativa se darán a conocer próximamente.

La vanguardia de la creación en el país tendrá presencia en el núcleo principal de la cita. La nómina curatorial, por ejemplo, incluye a nueve Premios Nacionales de Artes Plásticas en Cuba: Manuel Mendive, Roberto Fabelo, René Francisco Rodríguez, José Manuel Fors, José Villa Soberón, Pedro de Oraá, Pedro Pablo Oliva, Eduardo Ponjuán y José A. Toirac…

Pero la lista de artistas participantes está conformada por 300 artistas, proyectos individuales y colectivos de 52 países.

Los que ponen en duda el nivel de convocatoria de la Bienal deberían tener en cuenta estos datos.

Las sedes principales —si a centros culturales se refiere—, serán el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, la Universidad de las Artes (ISA), el Taller Chullima, la galería Factoría Habana, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales…

Habrá muestras colaterales en La Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, la Casa de las Américas, los Talleres Experimental de Gráfica y de Serigrafía René Portocarrero… y además, el circuito expositivo se ampliará con intervenciones en plazas y calles, y en los talleres de varios artistas.

Mucho arte en la ciudad. Y más allá, porque por primera vez las acciones llegarán a cuatro provincias del país: Matanzas, Pinar del Río, Cienfuegos y Camagüey.

Los organizadores de la cita insisten en que la XIII Bienal visibilizará el pensamiento y la evolución artística contemporánea, planteados desde la interacción entre creadores, curadores, expertos e instituciones. Se trata, de alguna manera, de promover el desarrollo sostenible de toda la sociedad, sin descuidar el carácter propositivo de la obra artística…

En definitiva, la cuestión es convencer a la gente sobre la necesidad del arte, que nunca debería ser asumido como un lujo o un capricho.

No solo de pan vive el hombre.

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